Querer es mucho más importante que poder
Bertolt Brecht compadecía a la gente sin motivaciones. ¡Qué distinto sería si hiciéramos lo que hacemos con vocación y entrega! Con capacidad de trabajo, disciplina, actitud positiva, sencillez, franqueza, saber estar, compromiso, responsabilidad.
Las convicciones son esperanzas. En todos los sitios podemos encontrar gente que las tiene y a la que podemos tomar como referente.
Esa gente con convicciones no necesitan ser estimuladas ni motivadas. Si es en el trabajo creen en el mismo y no necesitan supervisión, porque se controlan ellas mismas mejor que nadie. Si es en su vida personal la viven con intensidad y sentido. Si es en la relaciones con los demás las contemplan no como una carga sino como un disfrute.
Mucha gente cree que el mejor método para motivar es el identificado como “el palo y la zanahoria”. Consiste en aplicar a cualquier comportamiento la recompensa y el castigo, según cómo sea ese comportamiento.
Sin embargo, muchos estudios sicológicos han cuestionado ese método. Argumentan que es un método externo al sujeto que se comporta de una manera u otra. Y propugnan, como alternativa, un método interno. Algo como querer lo que se hace.
Pensemos en las veces que nos hemos sentido apasionados ante un proyecto, algo tan atractivo y absorbente que difícilmente podíamos pensar en otra cosa. ¿Hacía falta que alguien nos controlara o supervisara?
Es mucho más fácil que logre lo que persigue el que sabe lo que quiere que el que se mueve impulsado por el castigo o premio a recibir.
Lo malo, a veces, es que no sabemos lo que queremos. Lo malo, también, es que quien todo lo quiere todo lo pierde.
Necesitamos, pues, querer lo que tenemos entre manos. Necesitamos no creer ingenuamente que lo vamos a conseguir sin más. Necesitamos poder hacerlo. Necesitamos formación para adquirir los conocimientos y habilidades que nos capaciten para hacerlo.
Cuentan que una señora se encontró con Andrés Segovia y le dijo: “Daría mi vida por tocar la guitarra como usted”. El gran artista le respondió: “Eso es lo que yo he hecho, señora”.
Qué manera más bonita de explicar las miles y miles de horas de entrenamiento y esfuerzo.
MORALEJA
Querer lo que haces tiene que ver con tener un propósito; con saber qué quieres hacer con tu vida, tu pareja, tu familia, tus amigos, tus fines, tus deseos y tus necesidades últimas como persona. Tiene que ver con tener prioridades. Y con saber que no basta con quererlo sino que para conseguirlo hay que currárselo.