(Archimadrid).- El pueblo congregado en la catedral de la Almudena, de nuevo masivamente (sentados, de pie en los pasillos laterales y en el coro; tanto, que el cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid, expresaba un elocuente «lamento no tener sitio para todos»), ensayaba los cánticos minutos antes de la celebración de este Domingo de Resurrección, 20 de abril. Un acompañamiento musical que ha estado a cargo del Coro de Cámara Sonora, que ya habían puesto música y canto a la Vigilia Pascual.
La procesión de entrada, con la pieza Christ the Lord is risen today, daba paso a las palabras de bienvenida del cardenal Cobo. «¡Feliz Pascua! El Dios de la vida, que ha resucitado a Jesucristo rompiendo las ataduras de la muerte, esté con todos vosotros». Acompañaban al arzobispo de Madrid el obispo auxiliar José Antonio Álvarez, el rector del Seminario Conciliar de Madrid, Antonio Secilla, así como delegados, vicarios, sacerdotes y seminaristas.

«Abrid el corazón al que vive y nos hace vivir», pedía el cardenal Cobo al comienzo de la celebración, en un día en que por primera vez se ha escuchado la secuencia de la Pascua, cantada. «¿Qué has visto de camino, María, en la mañana? A mi Señor glorioso, la tumba abandonada. ¡Resucitó de veras mi amor y esperanza!».
Efectivamente, «la Pascua es signo de esperanza». En esta mañana «nos encontramos un sepulcro vacío», y en ella el Evangelio «invita a buscar los bienes de arriba, pero a buscarlos a nuestro alrededor, abriendo los sepulcros», ha afirmado el cardenal Cobo.

Llamada a la paz
El arzobispo se ha centrado en la llamada que el Resucitado hace en este tiempo pascual, con la que sale, ha asegurado, «una y otra vez al encuentro de los que han perdido la esperanza»: «la paz con vosotros». Así, «esta es la voz del Resucitado que esperamos que llegue por medio de sus discípulos a todos los sepulcros y los lugares que tienen sed de ella».
Porque «escuchar esta palabra es hoy más necesario que nunca». En un mundo lleno de violencias, «la voz de la Iglesia, testigo del Resucitado, ha de alzarse clara, nítida y segura diciendo "la paz con vosotros"». En una cultura que «genera y vive de la guerra» (y ha aludido el arzobispo de Madrid a intereses económicos y al rearme), en una sociedad de maltratos y descartes, también se dan violencias silenciosas y estructurales, que incluso «a veces se nos cuelan en la Iglesia».
Por eso, «hoy nosotros, resucitados, estamos llamados a defender la paz». Asimismo, «es ahora el tiempo de hacer visible tu Bautismo, es tiempo de que se note el Espíritu que nos habita». «Que María, la primera creyente —ha concluido—, la que nunca dejó de esperar, la Madre de la Iglesia, nos ayude a ser labios para cantar con nuestras vidas un nuevo Magníficat».

Fraternidad y unidad con la Iglesia ortodoxa
El arzobispo de Madrid ha saludaba de manera especial al arzobispo Bessarión, metropolita de España y Portugal del patriarcado ecuménico de Constantinopla. Aunque tradicionalmente participa en la Vigilia Pascual en la catedral, este año lo ha trasladado al Domingo de Resurrección por haber coincidido el Sábado Santo ambas Pascuas, la ortodoxa y la católica. A él le ha dirigido el cardenal Cobo también en la homilía unas palabras de cercanía y cariño: «Hoy vivimos un signo de unidad y fraternidad de todos los cristianos que estamos llamados a vivir en torno al único Resucitado». «Gracias por su amistad y colaboración con esta Iglesia de Madrid». Y ha añadido: «Que esta Pascua sea un testimonio poderoso de nuestra fe común en el Resucitado y un paso en la unidad de nuestras Iglesias».
Por su parte, el metropolita le ha saludado al concluir la ceremonia, y en nombre del patriarca Bartolomé, arzobispo de Constantinopla, le ha trasladado un efusivo «¡Cristo ha resucitado!». También le ha entregado un regalo, un icono de «Nuestro Salvador Jesucristo», en reconocimiento a su «cariño y amor a nuestra Iglesia ortodoxa». Ante esto, el arzobispo de Madrid ha querido señalar que «la Iglesia tiene dos pulmones, el de oriente y el de occidente», y en Madrid «caminamos respirando con esos dos pulmones». «Lleve nuestro compromiso — ha añadido— de seguir trabajando por la fraternidad y la unidad para mostrar al mundo que merece la pena creer».
"Un fuerte aplauso ha retumbado en la catedral cuando ambos arzobispo se han fundido en un abrazo"
Con la mirada puesta en María se ha dado por terminada la Eucaristía, cantándole a la Virgen de la Almudena el Regina Coeli.
