La sal que sazona, cauteriza y preserva

La sal sazona lo desabrido, cauteriza lo corrompido y preserva de la corrupción.

La sal sazona lo desabrido

Tu misión en el mundo tiene que ver con sazonar lo desabrido allí a donde vas, en el sitio en donde vives, a las gentes con quienes tratas.
Hacer agradable la vida fervorosa, amable la virtud, alegre la penitencia, consolador el sufrimiento.
Tratar al prójimo con agrado, prodigarle consuelos y llevar a su ánimo una persuasión que sazone toda su vida.

La sal cauteriza lo corrompido

El fuego de la caridad purifica cuanto toca.
Esta virtud amable es el mejor cauterio, el más suave, el que hace cicatrizar más pronto las heridas.
Hay que tener presente que así como la sal no produce ese benéfico resultado sino destruyéndose, no podemos cauterizar las llagas y heridas de la humanidad sino por la abnegación, el sacrificio, el propio martirio, la propia inmolación.

La sal preserva de la corrupción

Donde se deposita la sal no puede haber corrupción.

El ejemplo vuestro debe tener, merced a la gracia de Dios que obra en vosotros, una fuerza tan potente, que a vuestro influjo nadie pueda sustraerse.
Debe ser tal vuestra sencillez y vuestra llaneza, que todos cuantos os rodean se juzguen con fuerzas suficientes para imitaros.
Debéis ser tan humildes y hacer de tal manera gala del favor de Dios que allanéis el camino de la imitación, a todos.

Extraído de Amigos fuertes de Dios de San Pedro Poveda
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