La noche oscura del alma no es algo que te ocurre solo a ti. Muchos hemos pasado por ella. Comparto contigo una bella poesía que habla de ello.
Porque, Señor, yo te he visto
y quiero volverte a ver.
Te vi, sí, cuando era niño
y en agua me bauticé,
y, limpio de culpa vieja,
sin verlos te pude ver.
Devuélveme aquellas puras
transparencias de aire fiel,
devuélveme aquellas niñas
de aquellos ojos de ayer.
Tú que pusiste en las flores rocío,
y debajo miel,
filtra en mis secas pupilas
dos gotas frescas de fe.
Porque, Señor, yo te he visto
y quiero volverte a ver
creo en Ti y quiero creer.
Gerardo de Diego