El encuentro con Dios se da cuando vemos al otro como un ser humano. “Humanos TODOS” de Juan Camilo Herrera, una Cristofanía
“Humanos TODOS”, la primera exposición del joven pintor Juan Camilo Herrera. Estas pinturas siguen todavía grabadas en mi pupila y colgadas en la galería que llevo por dentro; allí, y en esas obras de óleo sobre cartón, tuve la certeza de contemplar la imagen divina
El artista usa el óleo sobre el cartón; y en ese material frágil, que en algunos cuadros se ve incluso rasgado, plasma la belleza de las personas
Tertuliano ve a Dios poniendo sus manos en el barro, tocándolo, pellizcándolo, amasándolo, modelándolo; el artista divino todo concentrado en su obra, el ser humano, y cuando lo logra queda enamorado de ese barro que le muestra a su Hijo
Y así, como el Dios creador, son todos los artistas, y también Juan Camilo: sacan la belleza de la humanidad y, muchas veces sin sospecharlo, resultan retratando a Cristo. Usan materia, como Dios usa el barro y se dejan llevar de su mirada amorosa
Tertuliano ve a Dios poniendo sus manos en el barro, tocándolo, pellizcándolo, amasándolo, modelándolo; el artista divino todo concentrado en su obra, el ser humano, y cuando lo logra queda enamorado de ese barro que le muestra a su Hijo
Y así, como el Dios creador, son todos los artistas, y también Juan Camilo: sacan la belleza de la humanidad y, muchas veces sin sospecharlo, resultan retratando a Cristo. Usan materia, como Dios usa el barro y se dejan llevar de su mirada amorosa
Hace poco, mientras estaba en Ibagué, con un grupo de jóvenes que dedican su tiempo y su amor a los habitantes de la calle, asistí a “Humanos TODOS”, la primera exposición del joven pintor Juan Camilo Herrera. Estas pinturas siguen todavía grabadas en mi pupila y colgadas en la galería que llevo por dentro; allí, y en esas obras de óleo sobre cartón, tuve la certeza de contemplar la imagen divina.
Al presentar su obra, Juan Camilo nos decía que todos esos cuadros en los que retrata a hombres y mujeres indigentes le nacieron mientras iba con sus compañeros ofreciendo pan y aguapanela a los habitantes de la calle: “eso fue lo que me llevó a sensibilizarme, me lloran las lágrimas pensando en las situaciones que viven estas personas; porque nuestros ojos no las ven, el ego nos encierra y no somos capaces de ver el interior de los demás, no somos capaces de ver al otro como a un ser humano….la exposición es para dar un golpe de empatía, visibilizar al habitante de calle, que los sintamos como humanos, como un igual a nosotros y desmitificar los prejuicios que tenemos hacia ellos como el loco, como el desechable”.
El artista usa el óleo sobre el cartón; y en ese material frágil, que en algunos cuadros se ve incluso rasgado, plasma la belleza de las personas; él dice que usa el cartón porque es el medio de subsistencia para el habitante de la calle, a veces es su casa y se abriga en él, a veces lo quema y hace una hoguera y se calienta si hay frio, a diario lo recicla y lo vende para hacer dinero y ganar su sustento. Juan Camilo, inclinado sobre el cartón y plasmando en él la belleza de la humanidad de las personas más vulnerables, se me parece al Creador, a quien todo artista continúa, inclinado sobre el barro pobre y modelando a Adán, el humano. Juan Camilo, como Dios del barro, saca del cartón la belleza de los humanos, Humanos TODOS.
Y la belleza de la humanidad no es otra cosa que la imagen de Cristo que le servía de modelo a Dios para hacer su obra. Para sacar a Adán del barro, Dios, nos lo enseña Tertuliano, se fijaba en su Hijo, al que ya en la eternidad veía hecho humano: “Imagínate a Dios enteramente ocupado y entregado a ese material, con sus manos, sus sentidos, su actividad, su ingenio, su sabiduría, su providencia y, sobre todo, con su amor que le dictaba los rasgos que modelaba. Porque cuando iba dando expresión al barro, estaba pensando en Cristo que tenía que ser hombre.” (Tertuliano, La resurrección de la carne, 6). Tertuliano ve a Dios poniendo sus manos en el barro, tocándolo, pellizcándolo, amasándolo, modelándolo (Cfr. Génesis 2,7); el artista divino todo concentrado en su obra, el ser humano, y cuando lo logra queda enamorado de ese barro que le muestra a su Hijo, “y vio Dios que era muy bueno” (Génesis 1, 31).
Y así, como el Dios creador, son todos los artistas, y también Juan Camilo: sacan la belleza de la humanidad y, muchas veces sin sospecharlo, resultan retratando a Cristo. Usan materia, como Dios usa el barro y se dejan llevar de su mirada amorosa. Humanos TODOS, oleo sobre cartón rasgado, es también Cristofanía; el pintor nos deja ver el interior de los habitantes de la calle, su humanidad, y resulta mostrándonos a Cristo; un golpe de empatía que nos deja en éxtasis y revelación. El encuentro con Dios se da cuando vemos al otro como un ser humano, cuando, como dice nuestro pintor, nos “lloran las lágrimas”.