El otro mundo de los celtas no es el cielo cristiano sino la parte invisible del mundo en que viven los que han partido de la parte del mundo en que viven los que aún no han muerto. La muerte para los celtas no es más que el tránsito de la parte del mundo que habitan los que nunca murieron a la parte en la que habitan los que han pasado por la muerto. Los muertos celtas, y los de las poblaciones herederas de la cultura celta, hablan entre sí, son invisibles, pero de vez en cuando visiten y se dejan ver de los habitantes de este mundo, y hablan con ellos para pedirles que cumplan con obligaciones que dejar por satisfacer para poder disfrutar de paz o simplemente se dejan ver para orientarlos y ayudarlos en situaciones difíciles (Hamlet, I, IV). Este es el escenario y la urdimbre de “Mañana y tarde” y “Blancura”, dos novelas de Jon Fosse. En las dos novelas se ve con claridad que la muerte no es un “se acabó” sino el tránsito a una mutación. Los personajes de los dos aspectos del mundo siguen en diálogo y colaboración permanentes.