El espacio con mayor grado de sacralidad es el interior de la capilla. La capilla está dividida en dos, un espacio con paredes a la altura del pecho abierto para acoger a los peregrinos y caminantes de noche y para refugiarse de las lluvias y tormentas. Y la otra mitad con paredes hasta el techo para las celebraciones con rejas que lo separan del espacio refugio. El espacio cerrado aún tiene dos grados de sacralidad diferente, el presbiterio, un escalón más alto que el resto, y el resto para los fieles asistentes a las celebraciones. Allá por los años setenta del siglo pasado, afectados por una cierta tendencia de realismo iconoclasta, se sacaron las rejas que dividían la capilla, se puso rejas a las paredes de la altura del pecho y se cerró con una puerta. Unos años más tarde, se retiraron el retablo y el altar, pobres pero decente, clavaron unas peanas de piedra en las paredes del frontis en las que se colocaron los santos, y se hizo un altar exento de grafito para celebrar cara al público.