El organizador de la JMJ de Lisboa pone a la Pilarica como ejemplo de "Iglesia en salida" Cardenal Américo Aguiar: "En la Iglesia tenemos un problema de comunicación, de desconexión"
Invitado por el arzobispo Carlos Escribano, el neocardenal portugués Américo Aguiar pasó el Zaragoza la fiesta del Pilar, imagen que ya había venerado siendo seminarista
La víspera del Pilar, tras la salve, el también organizador de la exitosa JMJ de Lisboa depositó a los pies de la Virgen su solideo rojo y su anillo cardenalicio como signo de agradecimiento por la JMJ y de consagración. El anillo, de plata y con las imágenes de Pedro y Pablo, le fue impuesto por el papa Francisco el pasado 30 de septiembre.
| José Antonio Calvo
(Iglesia en Aragón).- El neocardenal Américo Aguiar ha visitado Zaragoza para presidir las fiestas del Pilar. Preguntado por sus padres, responde: “Tengo una deuda pendiente con Dios, pero la arreglaremos”. La explicación es más que comprensible, pues la mañana del día en que fue ordenado obispo celebró el funeral de su madre. Lo dice con una sonrisa confiada. Es el tono de toda la conversación.
JMJ, cardenal, obispo electo de Setúbal. ¿Cómo lo está viviendo?
Todo ha ido muy rápido. Dios ha hecho lo que ha querido. Vivo en la sorpresa. Respecto a la JMJ, he contado con mucha ayuda de las Iglesias locales de Panamá y España. El anuncio de mi nombramiento como cardenal fue inesperado… si se espera, es malo. Voy a ser el cuarto obispo de Setúbal, con el primero, D. Manuel Martíns, conversé muchas veces siendo seminarista, era un hombre fuerte, siempre al lado de los más pequeños.
Durante la preparación de la JMJ, visitó Ucrania...
Sí, el Papa me pidió que no me olvidará de los jóvenes que no podrían venir a la Jornada. Y fui a Ucrania a manifestar la proximidad de Pedro, celebrando la fe, haciendo la fiesta posible y un esfuerzo solidario para que algunos jóvenes pudieran acudir a Lisboa. Después fui a Palestina y en la gruta de la Anunciación dejé una cruz pectoral que me dieron en Bucha (Ucrania). Desde Nazaret, María se levantó y partió… es el lema de la JMJ.
Dos países en guerra, ¿qué le impactó?
En Ucrania vi llegar el cuerpo de un soldado muerto y cómo entregaron la bandera que lo cubría a su hijo pequeño. ¿Paz o venganza? ¿A qué entregar la vida? Y ahí se da la diferencia entre vivir con Cristo o sin él. Planteamos un encuentro entre jóvenes rusos y ucranianos. Me aconsejaron esperar: “Es necesario el tiempo para sanar heridas”, me dijeron, “no es el momento”. Al final siempre sufren los mismos, los niños, los ancianos, las familias.
¿Conocía Zaragoza?
Estuve siendo seminarista. Portugal y España -me gusta hablar de Iberia- tienen muchas relaciones. Santa Isabel, la reina nacida en Zaragoza, es muy importante para nosotros. Sin embargo, desconocía que aquí fue el martirio de la portuguesa Santa Engracia. He visitado su basílica. En Lisboa hay una iglesia, el panteón nacional, que está dedicada a esta mártir. Cuando algo se alarga en el tiempo, en Portugal decimos: “Dura más que las obras de Santa Engracia”.
Algo parecido decimos en Zaragoza, pero respecto al Pilar.
El Pilar… don Carlos (Escribano) me ha invitado y he venido a dar gracias a la Madre de Dios. Durante la preparación de la Jornada Mundial de la Juventud he llorado mucho y me he desalentado, como Tiago (Santiago en portugués). María ha sido un aliento. Su presencia me ha ayudado a regresar al camino con ánimo. Ella acaricia, acoge y alienta.
"Somos víctimas de las redes y de las fake news. No se valida la información, da igual si es verdad o es mentira, se asesina a personas lanzando relatos falsos -detrás de un teclado somos peligrosos-. El desafío es social"
Usted es periodista, ¿cómo ve la comunicación de la Iglesia?
Muy preocupado por un desafío transversal, no solo de la Iglesia. Somos víctimas de las redes y de las fake news. No se valida la información, da igual si es verdad o es mentira, se asesina a personas lanzando relatos falsos -detrás de un teclado somos peligrosos-. El desafío es social. La aceleración de lo digital ha llegado durante el confinamiento hasta a las abuelas. Es un tiempo nuevo y no podemos hacer las cosas como siempre, esperando resultados distintos.
¿Y la Iglesia?
Hablamos “extranjero”, las personas no nos entienden: “como decía Trento”, “afirma la Gaudium et Spes”… A nosotros nos parece erudito, pero la gente no conoce la Sagrada Escritura ni el Magisterio. Tenemos un problema de comunicación, un problema de desconexión. Aunque hay ejemplos de buenas prácticas. En la Jornada de la Juventud, se celebró el primer encuentro de influencers católicos. Hay que diversificar para que todos se sientan reconocidos.
Conectar con los jóvenes, ¿qué piden a la Iglesia?
El grito de los jóvenes es una llamada a que los acompañen en un camino de desafíos, de sueños, de vida acelerada, de sentirse solos. La exigencia para la Iglesia es la disponibilidad para oírlos, acogerlos, ayudarlos. Eso es ser Iglesia en salida, como la Virgen del Pilar, hacernos presentes en la dificultad, en el camino, para alentar, como ella hizo con Tiago.