Para esta jornada, el cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid, ha enviado una carta a todos los fieles subrayandoel valor de este día donde ponemos «de relieve los valores de los abuelos y los mayores en la sociedad y en la Iglesia». «El anciano del salmo expone su confianza en un Dios que nunca abandona a sus hijos y que tiene la experiencia de que, en medio de amarguras, ha sentido la seguridad de la cercanía de Dios en su vida», ha subrayado el arzobispo de Madrid. Es una oración entonces llena de esperanza; «a la súplica "no me abandones" existe la seguridad de una respuesta misteriosa pero real de Dios: "¡no te abandonaré!"».
Dios es siempre presencia esperanzada en sus hijos y el cardenal José Cobo ha remarcado además que «es una voz que resuena frente al abandono y la soledad que aflige a tantas personas, con frecuencia víctimas de la destrucción de los vínculos sociales, generacionales, familiares. La soledad se ha convertido en una de las plagas de nuestra sociedad; la padecen los jóvenes, los adultos, los esposos; en una sociedad desarraigada e insatisfecha porque no encuentra el sentido de la vida, se ha instalado el individualismo y con él la soledad como compañera en este viaje triste y amargo en el que nos embarcamos».
En su mensaje, el arzobispo de Madrid ha recordado como el Papa Francisco, en esta jornada, «pone el foco en esta soledad que los abuelos y los ancianos padecen de un modo muy especial. Son víctimas de una cultura economicista que no valora lo que no es rentable; una sociedad que no quiere "perder su tiempo" en acompañar y escuchar a los ancianos porque no es rentable. Nuestras residencias de ancianos son testigos de las pocas visitas que reciben muchos de sus residentes; los han "depositado" allí para que otros les cuiden y casi se olvidan de ellos».
Esta Jornada Mundial de los ancianos y los mayores «debe ser, para toda la sociedad y la comunidad eclesial, una llamada de Dios a construir espacios nuevos de encuentro intergeneracional, de acogida y escucha para los mayores. Nuevos espacios para darles la seguridad y explicarles que nos hacemos conscientes de lo mucho que podemos recibir de ellos; de que siguen siendo importantes y necesarios en las familias y en la Iglesia, que pueden aportar su madura sabiduría acumulada».
«Son una voz profética ante una sociedad sedada en la ensoñación de actitudes individualistas. Un entorno que ha escamoteado el valor del paso del "yo" al "nosotros", y ha desterrado "el pasado", que es la memoria de lo que estos ancianos han aportado al bienestar del "presente" que todos disfrutamos», ha escrito el arzobispo de Madrid en su carta a la diócesis de Madrid.
Por último, el cardenal José Cobo ha recordado que «la vejez es una de las etapas de la vida que necesita de nuestra la humanidad de nuestra mirada de hijos de Dios, allí cuando las fuerzas son menores y la vulnerabilidad mayor. Ese amor de un Dios que nunca nos abandona espera ser trasparentado por medio de sus hijos, nosotros, miembros de la Iglesia y ciudadanos responsables de nuestra sociedad y sus instituciones políticas».
LEE AQUÍ LA CARTA DEL CARDENAL JOSÉ COBO PARA LA IV JORNADA MUNDIAL DE LOS ABUELOS Y LOS MAYORES