Entrevista al arzobispo de Sevilla tras el II Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular Saiz Meneses: "La fe es lo que lo ilumina todo"
"El sentimiento que se le puede tener a una estampa es relevante (...); ni debemos excluir ni este camino de la belleza y la contemplación ni el camino de la reflexión, la razón y el estudio. La fe es la que lo ilumina todo"
"Tenemos que estar atentos, desde dentro de la Iglesia, a la vida de la piedad popular que se ejecuta principalmente desde las hermandades y las cofradías"
"Quizás el colegio cardenalicio era un poco eurocéntrico; por este motivo, el Papa ha querido nombrar a cardenales más periféricos, un gesto totalmente respetable"
"Quizás el colegio cardenalicio era un poco eurocéntrico; por este motivo, el Papa ha querido nombrar a cardenales más periféricos, un gesto totalmente respetable"
| Xavier Pete, enviado especial a Sevilla de RD y Flama
El arzobispo José Ángel Saiz Meneses lleva como fondo de pantalla en su teléfono móvil la imagen de una virgen. No podía ser menos viniendo de un hombre que tiene la función de saber gestionar, desde Sevilla, una agenda de actividades en que no son pocas las hermandades que tienen cabida en ellas. “Todavía no he podido conocerlas a todas personalmente”, insiste un eclesiástico que tuvo que solicitar a la Santa Sede la opción de tener a dos obispos auxiliares a sus espaldas para lidiar con tanto trajín.
Este mes de diciembre, podrá pasar página definitivamente en su agenda tras la coordinación de un Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular en que Saiz Meneses ha concluido, en su última intervención, animando a besar las estampas de vírgenes y santos de la cartera “como quien besa una fotografía de un familiar querido”, manifiesta.
¿Usted también lleva una estampa en su cartera?
No, yo llevo solo fotografías de familiares. Hace unos años, en una reunión en Cataluña, salió este tema: hubo una persona con una vida de fe muy seria y comprometida que expresó su perplejidad ante la devoción que muchos creyentes tienen a estas estampas, a las que incluso besan de vez en cuando. Como consecuencia, yo le pregunté si en su cartera llevaba en ese momento alguna fotografía de su esposa y a la que tuviera una devoción especial, a pesar de ser un objeto, naturalmente, de papel. A continuación, me contestó afirmativamente y no hizo falta continuar con la conversación para convencer a esta persona que el sentimiento que se le puede tener a una estampa es relevante.
¿Es compatible esta veneración por la belleza santificada con la reflexión fundada?
Esa pregunta se la hicieron en el segundo Concilio de Nicea, en el siglo VIII, cuando hubo una crisis iconoclasta, que luego se resolvió. Venerar a las vírgenes y adorar al Señor a través de las estampas es compatible con la fe profunda porque los humanos tenemos sentidos que deben integrarse armónicamente; por tanto, ni debemos excluir ni este camino de la belleza y la contemplación ni el camino de la reflexión, la razón y el estudio. La fe es la que lo ilumina todo.
En su ponencia de clausura, ha hablado por primera vez de diseñar un observatorio con el que se tenga mejor base para trabajar la devoción popular. ¿Alguna pista más?
Tenemos que acabarlo de concretar. Yo llevo meses con esa idea en la cabeza. Nos gustaría sacarlo adelante porque las dimensiones que se pueden llegar a abarcar a partir de la piedad popular son tan numerosas que no caben en un congreso de cinco días. Por ejemplo, un asunto que no se ha tratado suficiente estos días aquí es el de la cuestión sociológica. Vamos a trabajar en ello.
En Cataluña, tenemos el Observatorio Blanquerna de Comunicación, Religión y Cultura, un espacio interdisciplinar de investigación y divulgación de actividades en el ámbito que enlaza la comunicación con el fenómeno religioso. Seguro que lo conoce.
Sí, lo conozco. La cuestión es no tener que esperar otros veinticinco años para volver a organizar un congreso internacional como el que se ha producido estos días en Sevilla; tenemos que estar atentos, desde dentro de la Iglesia, a la vida de la piedad popular que se ejecuta principalmente desde las hermandades y las cofradías. La cosa está en ir evolucionando mientras nos adaptamos a los desafíos de la sociedad en cada tiempo. Además, necesitaremos cooperar con observadores externos que nos ayuden a ello. Nosotros lo haremos en Sevilla y luego, en el resto de las diócesis, cada uno es libre de hacerlo o de no hacerlo. Los congresos están bien puntualmente, pero conviene un ejercicio de análisis constante para evaluar y acompañar a hermanos y hermanas durante el año, en su día a día. Hay que ir cuidando el testimonio de vida evangélica.
Estos días, durante el congreso, ha mencionado mucho Barcelona y Terrassa, en público y en privado. ¿Lleva siempre presente su pasado por estas tierras? Y, dígame: en el caso de las hermandades, ¿el pasado también debe ayudar a poner rumbo hacia el futuro?
La historia es maestra; nos enseña y de ella aprendemos. No se puede despreciar ni ignorar por dos motivos: por un lado, para no repetir los errores del pasado y, por otro, para aprender de los aciertos y darles continuidad. Por eso, en mi caso, Cataluña siempre está presente. Y, en el caso de las hermandades, sus historias centenarias son espejos para proseguir, sin pretender caer en esquemas inmovilistas. Las hay que cumplen cien, doscientos o trescientos años, y eso no es lo mismo que cumplir diez, veinte o treinta.
Este año se han cumplido los veinte años de la diócesis de Terrassa, cuyo primer obispo fue usted.
Ha sido un regalo del Señor y mis recuerdos son todos muy buenos. Yo siempre hablo de Cataluña, donde, a pesar de que la secularización esté más avanzada que en estas tierras, hay mucha gente que resiste y son fieles a la Iglesia. Mi paso por Terrassa fue una experiencia preciosa desde el principio, cuando hubo que convertir catorce arciprestazgos en una diócesis. Fue una vivencia, además, de crecimiento personal.
Otra diócesis que nació en ese momento fue la de Sant Feliu de Llobregat, de la mano del obispo Agustí Cortés, a quien ha relevado recientemente el religioso dominico Xabier Gómez. ¿Cómo ha vivido desde aquí este último tramo del que es ya obispo emérito de esa diócesis?
Agustí Cortés es como un hermano para mí. Piense que éramos y siguen siendo diócesis gemelas, nacidas en el seno de la archidiócesis de Barcelona, por lo que siempre se han compartido muchas cosas, aunque cada una tenga sus características. Es buena persona, un buen cristiano y un buen obispo.
Una de las características de Sant Feliu es la de tener en sus tierras la abadía de Montserrat, que se encuentra celebrando su milenario. Estos días, los miembros de la Hermandad de la Virgen de Montserrat de Sevilla estaban exultantes al recibir devotos de la Moreneta.
Exacto, aunque déjeme decir, por si alguien tiene alguna duda, que nuestra Montserrat no es oscura como la catalana, sino una dolorosa de tez clara. Acompañaré a todos los miembros de esta hermandad que vayan a la abadía de Montserrat en diciembre de 2025, con motivo del milenario del monasterio.
Montserrat es actualidad en Cataluña, y, en el Vaticano, la creación de cardenales. ¿Qué opinión tiene al respecto?
Quizás el colegio cardenalicio era un poco eurocéntrico; por este motivo, el Papa ha querido nombrar a cardenales más periféricos, un gesto totalmente respetable.
Hablando de Francisco, ¿tiene pensado volver al Vaticano para contarle lo que se ha vivido en este congreso?
Sí, sí. Ya fuimos a presentarle el proyecto y lo recibió con mucho interés. En Argentina vivió de cerca la piedad popular y luego ha sido el Papa que más magisterio ha ofrecido sobre esta cuestión.
¿Qué se ve haciendo en estos últimos años de pontificado que le quedan?
Dando lo mejor de mí, con aciertos y errores. Aquí estoy actuando como lo hacía en Terrassa. Con actitud de servicio, continuaré atendiendo a las 264 parroquias que hay en Sevilla y trataré de dar lo mejor de mí mismo. Por el señor y por todos los hermanos.