El arzobispo de Toledo y primado de España, el cacereño Francisco Cerro, ha presidido en el Real Monasterio de Guadalupe, adscrito a la Diócesis toledana, la misa pontifical con motivo de la festividad de la patrona de Extremadura y reina de la Españas, a la que ha asistido el jefe del Ejecutivo regional, Guillermo Fernández Vara, entre otras autoridades.
La misa ha sido concelebrada por el arzobispo de Mérida-Badajoz, Celso Morga; el administrador apostólico de la diócesis de Plasencia y obispo emérito de la de Albacete, Ciriaco Benavente; y el de Coria-Cáceres, Jesús Pulido.
Un año más estado presente el obispo emérito de Segovia, Ángel Rubio, natural de Guadalupe, además del guardián del Monasterio, fray Guillermo Cerrato.
En su homilía, Cerro ha hecho un canto a la Virgen de Guadalupe, el único amor que "nunca está en crisis", y a la que ha dado "tres títulos": nuestra señora del agradecimiento, nuestra señora de la humildad y nuestra señora de la confianza.
A continuación, ha desarrollado esas tres bondades de "la morenita", que este año ha lucido el manto de la cenefa marrón, del siglo XIX.
Cerro ha dicho que el corazón de las personas agradecidas, que no se instalan en la queja, se llena de felicidad y esperanza.
Extremadura ha conmemorado hoy el día de la comunidad con la celebración de una Misa Pontifical en el Real Monasterio de Guadalupe en honor a la patrona de la región.@GFVara ha asistido a esta celebración religiosa presidida por el arzobispo de Toledo, Monseñor Francisco Cerro. pic.twitter.com/s0UBHO0Ox2
— Junta de Extremadura (@Junta_Ex) September 8, 2022
El arzobispo ha subrayado que "solo los humildes se meten a Dios en el bolsillo" y se ponen en el lugar del otro, y ha abogado por tener confianza para superar estos tiempos difíciles.
Cerro ha anunciado que en unos días se cerrará el Año Jubileo, que ha durado dos años, uno más debido a la pandemia, y que la ceremonia contará con un mensaje especial del papa Francisco.
La misa ha finalizado con vivas a la Virgen de Guadalupe y la procesión por el claustro mudéjar, que tradicionalmente cerraba esta ceremonia religiosa y que la covid-19 obligó a eliminar los años anteriores.
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