Facultad de Psicología (Universidad Católica de Valencia) Teletrabajo: estructurar la labor profesional y armonizarla con la conciliación familiar
La terapeuta familiar Gloria Bernabé, profesora de la Facultad de Psicología de la Universodad Católica de Valencia, establece una serie de pautas para conciliar familia y trabajo durante este periodo de confinamiento
Trabajar las relaciones familiares y flexibilizar las normas es clave para mantener un ambiente sano
Estamos ante una ocasión que "puede favorecer el conocimiento mutuo, la confianza y la comunicación". Lo más importante es "que cada uno tome conciencia de cómo su comportamiento afecta al clima familiar"
Estamos ante una ocasión que "puede favorecer el conocimiento mutuo, la confianza y la comunicación". Lo más importante es "que cada uno tome conciencia de cómo su comportamiento afecta al clima familiar"
| UCV
El confinamiento obligado de los españoles en sus casas a causa de la pandemia del coronavirus Covid-19, endurecido desde este mismo lunes con las nuevas medidas decretadas por la Administración central, ha multiplicado las horas de convivencia familiar y ha convertido el teletrabajo en la nueva forma de desarrollar la labor profesional de millones de ciudadanos. La terapeuta familiar Gloria Bernabé, profesora de la Facultad de Psicología de la Universidad Católica de Valencia (UCV), establece una serie de pautas para conciliar familia y trabajo durante este periodo.
El teletrabajo, que muchos españoles llevan a cabo estos días, comporta también dificultades en una casa con niños, por lo que la experta de la UCV recuerda que los adultos tienen que ser los primeros en “estructurar” su tiempo de tarea profesional y “armonizarlo” con la conciliación familiar: “En ocasiones, somos nosotros los que queremos cerrar temas de trabajo y no nos damos tiempo para ese reabastecimiento emocional que nuestros hijos necesitan”.
Durante la jornada laboral establecida deben programarse horas “en las que no se les puede atender” e intentar disponer de otros momentos de descanso en los que estar “activamente” con ellos: “Cuando los niños notan que estamos realmente con ellos se llenan afectivamente, les reaseguramos, y posiblemente no reclamen más nuestra presencia”.
“Por ello, si nos programamos bien, podemos, cada día explicarles cómo será el día, y les diremos que tendrán su momento con nosotros. También es importante que les guiemos en qué tienen que hacer en este tiempo (sus tareas escolares, por ejemplo) y qué pueden hacer si las terminan”, remarca Bernabé.
De igual modo, en los momentos de “encuentro real” entre toda la familia, la profesora de la UCV hace hincapié en que es importante preguntar a los niños “cómo les ha ido mientras no se les ha podido atender” y también aprovechar “para contarles cosas del propio trabajo”. En ese sentido, Bernabé asegura que así el tiempo de confinamiento ayudará “en el conocimiento mutuo familiar”.
Trabajar las relaciones familiares
En opinión de esta experta el encierro puede hacer que surjan problemas en las relaciones intrafamiliares que las deterioren, pero también ser fuente de solución a otros, una oportunidad de trabajar aspectos abandonados por las rutinas ajetreadas anteriores a la presente crisis mundial. Así, pese a las dificultades derivadas de la permanencia de 24 horas en el propio hogar, la situación actual “puede favorecer el conocimiento mutuo, la confianza y la comunicación”.
“Este tiempo puede ser provechoso, aprovechándolo para actualizar la escala de valores, las prioridades a nivel familiar, conectando con valores más profundos que la familia puede compartir, como la importancia de la vida, del cuidado y la gratitud hacia aquellos que trabajan por y para cuidar nuestra salud y, en general, a todos los que en una situación de estas características, sacan su lado más generoso”, expone Bernabé.
Las relaciones de pareja pueden resentirse o fortalecerse durante un periodo de convivencia tan estrecho, por lo que la experta de la UCV apunta a la “autoconciencia” como una estrategia “muy poderosa” no sólo para este periodo sino para siempre: “Hemos de darnos cuenta de cómo cada comportamiento que tenemos afecta a los demás. En este sentido, el consejo más importante sería que cada uno tome conciencia de cómo su comportamiento afecta al clima familiar, para minimizar aquellos comportamientos que lo empañan y maximizar aquellos que aumentan la armonía. Debe buscarse un equilibrio entre la ‘aceptación’ de los comportamientos de los otros y la ‘necesidad’ de que los otros cambien”.
Flexibilización de normas
Las familias han de intentar afrontar el confinamiento “con la mayor serenidad posible”, reconociendo que este es un momento “en el que necesariamente tienen que cambiar las prioridades”. Este cambio “puede ser una oportunidad para recuperar tiempo juntos en familia a través de juegos y otras actividades que sirvan de motor para favorecer la armonía en casa”.
Si para un adulto la excepcionalidad del encierro supone una dificultad considerable, la situación se agrava en el caso de los niños, con un excedente de energía que los padres tratan de canalizar estos días. Bernabé recuerda, en este aspecto, la importancia de que se flexibilicen las “exigencias” y las “normas”, ya que “algunas que antes funcionaban muy bien, ahora quizás no tengan tanto sentido”.
“Más importante que las normas es mantener un clima psicológico sano, y para ello es esencial la adaptabilidad. Por ejemplo, que todos los miembros de la familia se relajen un poco viendo una película o jugando es más importante que cenar a una hora determinada. En este sentido, propondría que se esté muy atento al clima familiar, sobre todo por parte de los adultos, de manera que prioricen comportamientos que ayuden a que éste sea positivo”, asevera.
Esta flexibilidad “no significa que se anulen las normas”, especifica Bernabé, “porque es clave mantener una mínima estructura de horarios y rutinas”, aunque en estos momentos haya que adaptarlo con una exigencia distinta; “siempre que se sigan unas pautas básicas, los menores se acoplarán a las necesidades familiares”.
Otro aspecto “fundamental” que subraya Bernabé es el mantenimiento de las relaciones sociales “no solo de los adultos, sino también de los niños”, a los que hay que ayudar a que contacten -a través de videollamadas, por ejemplo- “con sus abuelos, tíos, primos; así como con sus amigos y compañeros de clase”.
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