El discurso de Omella, más centrado en defenderse de las extrapolaciones Hoy era el día de hablar, sólo, de las víctimas
Los obispos, de la mano del discurso de Omella, se dedicaron a enmendar la plana a la encuesta del informe del Defensor del Pueblo, negando no sólo las extrapolaciones que hicieron algunos medios de los resultados (y que para el cardenal de Barcelona son una "difamación"), sino el propio estudio demoscópico
Omella, sin embargo, sí da por buenos, en su discurso, datos demoscópicos de otros estudios sobre pobreza, pornografía o consumo energético
Más allá de esos debates, en los que los obispos se enredan sin mucho éxito visto lo visto, lo único cierto es que las víctimas, nuevamente, quedan orilladas en un discurso. Vean si no los titulares de todos los medios. Lamentablemente, no es la primera vez. Lamentablemente, no será la última
¿Cuándo lo hará la Conferencia Episcopal? ¿Esperarán a que se lo diga, a la cara, el Papa Francisco el próximo 28 de noviembre? ¿Cuánto tardarán en llamar a las víctimas y escucharlas, directamente, en Asamblea Plenaria?
Más allá de esos debates, en los que los obispos se enredan sin mucho éxito visto lo visto, lo único cierto es que las víctimas, nuevamente, quedan orilladas en un discurso. Vean si no los titulares de todos los medios. Lamentablemente, no es la primera vez. Lamentablemente, no será la última
¿Cuándo lo hará la Conferencia Episcopal? ¿Esperarán a que se lo diga, a la cara, el Papa Francisco el próximo 28 de noviembre? ¿Cuánto tardarán en llamar a las víctimas y escucharlas, directamente, en Asamblea Plenaria?
No era el día. O sí que lo era, pero de lo esencial: hablar de las víctimas de los abusos a menores, ponerlas en el centro. Hoy, 20N (la fecha se las trae, por cierto), Día Universal del Niño, la Iglesia española conmemora la jornada de Oración y Penitencia por las Víctimas de Abusos.
Y, sin embargo, el discurso de apertura del presidente de la CEE, Juan José Omella (uno de los pocos, por cierto, que sí se ha reunido, y en público, con supervivientes de la pederastia clerical), tuvo muy poco de preguntarse qué quieren, qué necesitan, cómo tenderles la mano... y mucho de autodefensa. Los obispos, de la mano del discurso de Omella, se dedicaron a enmendar la plana a la encuesta del informe del Defensor del Pueblo, negando no sólo las extrapolaciones que hicieron algunos medios de los resultados (y que para el cardenal de Barcelona son una "difamación"), sino el propio estudio demoscópico.
“Expresamos nuestra intensa decepción por la citada extrapolación y por la dudosa fiabilidad de los resultados presentados de dicha encuesta. (...) Hemos revisado la información sobre la referida encuesta que aporta el Defensor del Pueblo en su informe y, francamente, nos resulta imposible confiar en la veracidad y fiabilidad de tales resultados” señala Omella, quien sin embargo sí da por buenos, en su discurso, datos demoscópicos de otros estudios sobre pobreza, pornografía o consumo energético.
Más allá de esos debates, en los que los obispos se enredan sin mucho éxito visto lo visto, lo único cierto es que las víctimas, nuevamente, quedan orilladas en un discurso. Vean si no los titulares de todos los medios. Lamentablemente, no es la primera vez. Lamentablemente, no será la última. Aunque, en esta ocasión, con 'respuesta', casi inmediata, por parte (quién lo diría) del Nuncio, que en sus palabras alababa el informe del Defensor del Pueblo, precisamente, por "su acertada decisión de situar a las víctimas en el centro del Informe y en el corazón de sus recomendaciones".
¿Cuándo lo hará la Conferencia Episcopal? ¿Esperarán a que se lo diga, a la cara, el Papa Francisco el próximo 28 de noviembre? ¿Cuánto tardarán en llamar a las víctimas y escucharlas, directamente, en Asamblea Plenaria? ¿Cuándo un encuento conjunto, de contricción, no con víctimas 'escogidas', sino elegidas por los supervivientes? ¿Cuándo dejaremos de actuar a la defensiva y nos pondremos, sin 'peros', al lado de los sque sufren? Como siempre, llegamos tarde. Demasiado tarde. Hoy, por ejemplo, era el día para hablar sólo de las víctimas. Y no del ombligo episcopal. Otra oportunidad perdida.
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