Entrevista al secretario de la Conferencia Episcopal de Cuba y párroco de la Virgen de la Caridad del Cobre en La Habana Ariel Suárez: “La Iglesia en Cuba nunca le pregunta a nadie si es católico o no, qué ideología o qué tipo de fe profesa”
"La Iglesia en Cuba es una Iglesia pequeña, es una Iglesia pobre, es una Iglesia vulnerable, pero al mismo tiempo es una Iglesia muy familiar"
"Después de tantos años, de un sistema social que promulgó en un tiempo con mucha fuerza el ateísmo, encontrar que hoy puedan bautizarse, cada mes en mi parroquia, cerca de 300 niños, es algo que me conmueve"
"La devoción del pueblo cubano a la Virgen de la Caridad es una puerta increíble de acceso de nuestro pueblo a la esfera religiosa"
"La devoción del pueblo cubano a la Virgen de la Caridad es una puerta increíble de acceso de nuestro pueblo a la esfera religiosa"
| Dumar Espinosa Natalia Aguado_Txomin Pérez_Alberto Sanz
La diócesis de Palencia España, en su programa radial “El Espejo de la Iglesia en Palencia” del 19 de julio de 2024, en uno de sus secciones presenta una reciente entrevista al padre Ariel Suárez, secretario de la Conferencia Episcopal de Cuba y párroco de la Virgen de la Caridad del Cobre en La Habana, quien visitó en España a su amigo el obispo de Palencia, monseñor Mikel Garciandía Goñi.
Se presenta a continuación la transcripción de la entrevista[1]
Pues hoy tenemos ganas de viaje y nos queremos acercar hasta Cuba para conocer la realidad de la Iglesia en esta isla. Hace unas semanas visitó nuestra diócesis el secretario de la Conferencia Episcopal Cubana, el padre Ariel Suárez.
Padre Ariel, bienvenido a la diócesis de Palencia. ¿Cómo se conocieron usted y nuestro obispo don Miquel?
Estudié en Roma el bachillerato teológico en la Gregoriana, en los años 96 al 99; y en esos años vuestro obispo estaba también ahí en Roma, en la Gregoriana, haciendo la licenciatura en teología; y coincidíamos muchas veces en el autobús, en la cafetería o el bar, como se dice allí en la Gregoriana.
Y claro, esos vínculos que históricamente, culturalmente y también por parte de la Iglesia hemos tenido entre Cuba y España, yo creo que aquello favoreció que hubiera una recíproca simpatía, una actitud, diríamos, de escucha recíproca, de atención delicada de unos hacia otros.
Y para mí la presencia de vuestro obispo en aquellos años míos de estudiante fue una presencia siempre bienhechora, en el mejor sentido de la palabra, porque ahí aprendí yo a admirar, a apreciar y a enriquecerme con la valía humana y espiritual de don Mikel.
Y cuéntenos cómo es la realidad de la Iglesia en Cuba.
Yo creo que la Iglesia en Cuba es una Iglesia pequeña, es una Iglesia pobre, es una Iglesia vulnerable, pero al mismo tiempo es una Iglesia muy familiar, una Iglesia donde la experiencia y la vivencia de la comunión y de la fraternidad es algo que se percibe, que es una experiencia que uno puede constatar, casi diríamos que lo tocamos con la mano.
Es una Iglesia que quiere servir a su pueblo. Es decir, la Iglesia en Cuba es una Iglesia que ama al pueblo cubano y que quiere servir a todo el pueblo cubano, a todos, sin distinción. Yo creo que eso también distingue a nuestra Iglesia. Busca el bien de todos los cubanos, busca ayudar, evangelizar, anunciar la buena nueva de la salvación a ese pueblo nuestro, pero también servirlo; servirlo en el sentido amplio de la palabra, porque la Iglesia es un espacio que está siempre abierto para acoger, para escuchar, para consolar.
En nuestras instituciones, los que tenemos, vamos a decir, los pequeños pero significativos centros educativos que puede tener hoy la Iglesia en Cuba, como también las residencias de ancianos que hay, o los centros de atención donde fundamentalmente congregaciones religiosas masculinas y femeninas asisten a enfermos, adultos mayores, la Iglesia en Cuba nunca le ha preguntado a nadie si eres católico o no eres católico, qué ideología o qué tipo de fe tú profesas.
Basta que sea una persona, un ser humano que llegue a nuestro templo, que llegue a nuestras instituciones y que esté necesitado, vamos a decir, del Evangelio y del amor cristiano. La Iglesia en Cuba ha buscado siempre, inalterablemente, servir, consolar, acompañar a ese pueblo cubano.
¿Padre Ariel, tiene sed de Dios el pueblo cubano?
Yo creo que sí.
Fíjate, por decirte algo, en el santuario de nuestra Señora de la Caridad, en la Habana, donde yo sirvo como párroco hace nueve años, si te dijera que cada mes se bautizan cerca de 300 niños. Eso es admirable.
Después de tantos años, de un sistema social que promulgó en un tiempo con mucha fuerza el ateísmo, encontrar que hoy puedan bautizarse cerca de 300 niños allí, para mí es algo que me conmueve, porque los padres de esos niños son jóvenes. ¿Y yo me pregunto muchas veces y de dónde ha venido el deseo y el interés por bautizar a sus hijos en estos padres jóvenes que no han recibido una formación cristiana?
Claro, hay algo único en Cuba para nosotros la presencia de la Virgen de la Caridad. La devoción del pueblo cubano a la Virgen de la Caridad es una puerta increíble de acceso de nuestro pueblo a la esfera religiosa, a la dimensión grande de la fe, pero también a la institución eclesial, que se mira, y esto es muy curioso después de nuestra historia, como te decía antes, no con hostilidad ni con indiferencia, sino con mucho amor por una parte considerable del pueblo cubano.
¿En un país en el que tantas personas deciden emigrar, qué retos tiene la Iglesia?
Yo creo que el primer reto de la Iglesia en Cuba tú apuntabas al fenómeno de la emigración, de que hay jóvenes que parten, y no solo jóvenes, parten de todas las edades. Claro, se siente más en una nación la partida de los jóvenes, porque se supone que ellos sean los que en el presente tengan proyectos y sueños para para el futuro de un país y de la Iglesia misma.
Por eso, donde hay tanta emigración, quizás el primer reto de la Iglesia en Cuba es permanecer. Yo se lo digo a los misioneros que vienen de otros países, religiosos, religiosas, sacerdotes, que vienen a compartir nuestra suerte. Les digo siempre como cubano, les agradezco enormemente vuestra presencia entre nosotros.
Y creo que la primera profecía de ustedes en este país es querer estar en este país. Cuando tantos deciden irse a otros lugares, si ustedes quieren estar aquí con nosotros, quieren compartir nuestra suerte y quieren amar a este pueblo y esta iglesia, y hacerlo con alegría, con desinterés, con generosidad, en la ofrenda de sus propias vidas al Señor en este tiempo entre nosotros, yo creo que eso son unos profetas enormes, porque son los profetas de la permanencia.
Tiene este reto de permanecer en Cuba, ¿se vislumbra esperanza?
Hay que permanecer con esperanza, hay que permanecer con alegría, hay que permanecer sirviendo, hay que permanecer tratando de anunciar a Cristo, hay que permanecer buscando caminos nuevos que el Espíritu prepara y nos hará ver para que el mensaje y la persona de Cristo puedan impregnar la vida de ese pueblo y transformar nuestros corazones. ¿Yo creo que por ahí viene, no?
Acompañar, consolar, crear comunidades, acompañar. Hay procesos muy lindos en Cuba de la iglesia.
Hay muchas personas que nunca conocieron la fe o que la conocieron sin una formación adecuada, y hoy vienen y nos piden el bautismo hay catecumenado de adultos, hay un trabajo muy hermoso con matrimonios, participan en grupos de talleres de vida exitosa en pareja, de grupos de compromiso matrimonial, muchas personas que también están hoy integrándose en los retiros estos de Emaús o los retiros del movimiento Juan XXIII. Hay una sed de Dios y de la oración y de crecer espiritualmente y de crecer en el servicio.
En muchas de nuestras parroquias hay un ambiente verdaderamente familiar, porque al ser pequeñas comunidades, todos nos conocemos por el nombre, nos visitamos, celebramos juntos la fe y celebramos juntos la vida.
Palencia y Cuba siempre han mantenido lazos estrechos y de hecho son varios los sacerdotes palentinos que han desarrollado parte de su labor en Cuba. Nos viene a la memoria el padre Teodoro Becerril y don Ángel Aguado. Ambos ya descansan en paz. ¿Llegó a conocerlos?
A los dos que has mencionado los conocí bien. El padre Teodoro Becerril incluso fue profesor mío en el seminario y una persona muy cercana. Yo creo que el padre Teodoro llegó a hacerse cubano de corazón. Él era carmelita descalzo y en la parroquia del Carmen en la Habana, era toda una institución. Era un hombre de un corazón grande que supo adaptarse a la realidad nueva de la Iglesia de Cuba en un sistema social y político distinto del que se podría encontrar en la mayoría de los lugares del mundo, y que él supo amar a nuestro pueblo, amar a nuestra iglesia y hacerse uno de nosotros.
El padre Ángel Aguado, tuve relación menos con él, vamos a decir menos intensa que la que pude tener con el padre Teodoro, pero coincidíamos como profesores en el seminario San Carlos y San Ambrosio de la Habana y en reuniones del clero allí en la Habana, y siempre con una simpatía también; vivimos yo creo que una comunión buena entre los dos.
Recientemente celebrábamos en la diócesis el encuentro con nuestros misioneros palentinos. ¿Como cubano y como secretario de la conferencia episcopal de su país, qué les diría a los hombres y mujeres que optan por compartir su vida con la población cubana?
Reconocer el testimonio de esos padres palentinos. Estuvieron allá y quiero ahora renovar mi gratitud como sacerdote y como cristiano en Cuba a tantos misioneros y misioneras españoles que llegaron a nuestro país, se hicieron uno con el pueblo cubano y han entregado allí lo mejor de sus vidas.
Pues le agradecemos al padre Ariel que nos haya acercado la realidad de lo que es la Iglesia en Cuba.
[1] https://www.youtube.com/watch?v=ZlOCu8pkT2g