Omnipresencia de san Juan Pablo II en Polonia, a propósito de su memoria litúrgica del 22 de octubre Barbara Radzimińska Sopot: “Hay que desjuanpablizar la sociedad polaca”
"Gracias a muchos comportamientos de gente de Iglesia, incluida la jerarquía, pero no sólo, así como políticos de derechas relacionados con la Iglesia, a lo largo de los años de culto a Juan Pablo II han llevado a una especie de idealización excesiva de Juan Pablo II, a una especie de mitificación o incluso divinización"
"En aquellas primeras visitas de Juan Pablo II el Espíritu santo movilizó a la sociedad para resistir al poder totalitario"
"Una parte muy grande de la Iglesia polaca está criticando abiertamente tanto las reformas como la conducta o ciertas decisiones del Papa Francisco"
"El sínodo sobre la sinodalidad ha caído en el olvido en Polonia, el católico promedio ni siquiera tiene idea de si este sínodo ha terminado o ya está en marcha"
"Una parte muy grande de la Iglesia polaca está criticando abiertamente tanto las reformas como la conducta o ciertas decisiones del Papa Francisco"
"El sínodo sobre la sinodalidad ha caído en el olvido en Polonia, el católico promedio ni siquiera tiene idea de si este sínodo ha terminado o ya está en marcha"
Bárbara, religiosa polaca, en agosto de 2024 participó en el Primer Congreso latinoamericano y caribeño de “Teología en clave sinodal para una Iglesia sinodal” realizado en Bogotá; desde Polonia y con motivo de la memoria litúrgica de san Juan Pablo II, del 22 de octubre, concedió a Religión digital una entrevista que se reporta a continuación.
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Bárbara, cuéntanos para comenzar, quién eres tú
Me llamo Barbara Radzimińska Sopot. Soy una hermana misionera de una comunidad internacional que se llama Servidores del Evangelio de la Misericordia de Dios. Tenemos una sede principal y formación en Argentina; de modo que, como comunidad hemos bebido mucho de la espiritualidad de América Latina y sobre todo de Argentina y toda la enseñanza de Papa Francisco es muy cercana a nosotros; somos una comunidad no solo de mujeres, sino también de varones y también hay laicos comprometidos, como todas estas comunidades nuevas después del Concilio Vaticano que se van formando, no todas, pero muchas comunidades nuevas; actualmente, estoy viviendo en Polonia, por supuesto, y aquí estoy trabajando.
Además, desde hace cuatro años estoy en un equipo coordinador de una organización que se llama Congreso de mujeres y hombres católicos, que ha nacido espontáneamente desde abajo, como un movimiento de pueblo que ha nacido en momentos difíciles socialmente en Polonia y también como la respuesta a la crisis de la Iglesia en Polonia.
Nuestro objetivo es apoyar las reformas de sinodalidad que lanza el papa Francisco y, buscar las respuestas concretas a los desafíos de la Iglesia, sobre todo en Polonia, pero también en otros países.
A propósito de la memoria litúrgica del 22 de octubre, ¿Cuál es el legado de Juan Pablo II en Polonia?
Sobre todo, y esto es algo que hay que devolverle a Juan Pablo II, algo que nadie puede quitarle, es el hecho de que desempeñó un papel clave en el hundimiento del comunismo en Europa del Este, empezando por Polonia. Es importante recordar que en aquella época no existían las comunicaciones que tenemos hoy. No había internet, la prensa y la televisión estaban censuradas. Viajar no era tan fácil como hoy. La gente no tenía coches, no tenía dinero para viajar entre una parte y otra del país.
Y la oposición, creo que la gente que se oponía al régimen comunista, sintió durante mucho tiempo que era una minoría, que éramos los únicos aquí en esta ciudad que nos oponíamos, que éramos los únicos aquí que pensábamos diferente, y que toda Polonia estaba atenazada por el régimen.
Cuando Karol Wojtyla convertido en Juan Pablo II llegó a Polonia, la gente salió a su encuentro y resultó que éramos millones, que había millones que pensaban de la misma manera, que había millones que querían solidaridad tanto en esta dimensión como valor cristiano como en la dimensión política del movimiento Solidaridad, que exigía el derrocamiento del comunismo.
La gente vio que la unión hace la fuerza, que somos muchos y que quizá seamos más fuertes de lo que pensamos.
Y aquellas primeras visitas de Juan Pablo II fueron una enorme inyección de fuerza, de espíritu, yo no tendría miedo de decir que el Espíritu santo movilizó a la sociedad para resistir al poder totalitario.
Todo esto se apoyó también en la figura del Papa, que es polaco, que es la voz de este pueblo oprimido ante el mundo exterior, que es nuestra voz ante el mundo, que cuenta al mundo lo que está pasando en nuestro país.
Si a esto añadimos un elemento de orgullo por el hecho de que un polaco, de que uno de nosotros se haya convertido en Papa, se haya convertido en alguien tan importante, se haya convertido en un líder espiritual, todo esto ha contribuido a un sentimiento tan grande de dignidad y aprecio de la nación polaca.
Creo que este espíritu desempeñó un papel clave en la oposición al régimen y contribuyó significativamente a su caída.
Es justo decir que a nivel político y social Juan Pablo II dejó un enorme mensaje de libertad, solidaridad, dignidad humana. Sus encíclicas, como Evangelium Vitae y Familiaris Consortio, han marcado realmente la mentalidad, la ética, la moral, el modo en que generaciones enteras en Polonia, multitudes enteras de personas, viven aspectos de la familia o de la vida por nacer.
Al mismo tiempo, creo que ahora podemos preguntarnos qué hacemos hoy, como Iglesia, con esta herencia; y aquí, desgraciadamente, mi respuesta es negativa. En el sentido de que tengo la impresión de que “estamos tirando el bebé con el agua de la bañera”, al no permitir ninguna crítica, ninguna crítica honesta de la figura histórica de Juan Pablo II, sino sólo idealizarlo, estamos haciendo que la gente en este momento rechace toda su figura como irreal y como y como una especie de marcada hipocresía.
En el sentido de que si no explicamos algún aspecto histórico difícil, todo lo que he explicado antes, por ejemplo sobre los abusos sexuales, sobre lo que Juan Pablo II sabía, lo que no sabía, si no lo explicamos, honestamente, entonces la gente como que se forma automáticamente la opinión de que la Iglesia está ocultando algo, que tiene miedo de enfrentarse a la verdad histórica, de enfrentarse a las dificultades, y esto ciertamente significa que Juan Pablo II tiene algo en su conciencia y que es un hipócrita, lo que no tiene por qué ser cierto en absoluto.
Pero al tener miedo de la crítica histórica honesta, estamos precisamente llevando a la situación de que hoy una gran parte de la sociedad rechace completamente a Juan Pablo II y su enseñanza como marcada por la hipocresía, ya sea personal o de la Iglesia. Esto va en gran detrimento de la Iglesia y de la propia figura de Juan Pablo II.
¿Cómo es la presencia de san Juan Pablo II actualmente en Polonia?
Es una presencia muy viva. Por ejemplo en Gdańsk hubo celebraciones del 40º aniversario de la primera peregrinación de Juan Pablo II a Polonia. En la histórica Sala BHP del Astillero de Gdańsk se celebró el lunes una conferencia científica titulada "Despertó en nosotros la Solidaridad”. En el 40º aniversario de la Primera Peregrinación de Juan Pablo II a la Patria", en la que participaron el primer ministro Mateusz Morawiecki, ministros del gobierno, representantes de la Oficina del Presidente, parlamentarios y clérigos. El presidente Andrzej Duda envió una carta a los participantes de la conferencia.
Podemos decir que Juan Pablo II dejó tras de sí un legado espiritual enorme, y sigue siendo una figura importante, si no la más importante, para la Iglesia polaca, precisamente para esta generación mayor.
En las homilías se citan constantemente sus enseñanzas, y se nos recuerdan los valores que promovió, de solidaridad, de misericordia, de libertad.
Son muchas las iniciativas, por ejemplo, pastorales, retiros, o incluso algún tipo de actividades educativas que se promueven bajo su égida, bajo su nombre. Por ejemplo, está la Fundación Milenio, que da becas a estudiantes pobres y superdotados, y esto también está bajo la égida de la obra de Juan Pablo II.
Hay muchas iniciativas menores y mayores que llevan su nombre y sus valores; esto es algo que está muy vivo en mi país natal.
Polonia está llena de lugares conmemorativos. Hay muchos monumentos y museos relacionados con Juan Pablo II, ya sea en Wadowice o en el santuario de Juan Pablo II en Cracovia.
Constantemente hay algún tipo de celebración relacionada con su persona, diversos aniversarios.
Todos los años se celebra en Polonia el Día del Papa, durante el cual tienen lugar diversos actos culturales, religiosos y sociales, con el objetivo tanto de recordar las enseñanzas del Papa como de promover sus valores. También con la intención de transmitir este legado a las generaciones más jóvenes.
Hay que entender que, por ejemplo, para mi generación, yo tengo 50 años, Juan Pablo II fue hasta su muerte el único Papa que conocimos. Así que su influencia, por ejemplo, en mi forma de vivir mi fe, mi comprensión de la Iglesia, una especie de mi viaje espiritual interior, es realmente inestimable.
Creo que no es gratuito que a mi generación se la llame la generación de Juan Pablo II. Quizá la situación fuera incluso similar en otros países, pero el hecho de que el Papa fuera polaco y además fuera elegido Papa en un momento histórico tan difícil e importante para Polonia, relacionado con la presencia del comunismo, entonces, creo que nos marcó fuertemente como nación; y hasta el día de hoy creo que llevamos los frutos de ello dentro de nosotros.
Recuerdo, por ejemplo, el momento de la muerte del Papa. Creo que en otros países también hubo conmoción, pero en Polonia fue un momento de recogimiento nacional espontáneo. Millones de personas salieron a la calle encendiendo velas, fueron a la iglesia. La gente se confesaba, a veces después de 20 años. Hubo reconciliaciones entre comunidades enemistadas, tanto políticas como incluso deportivas. Fue realmente una época, diría yo, de espontaneidad, porque nadie lo organizó, todo fue espontáneo, retiros nacionales espontáneos que tocaron el corazón de la gente en algún lugar profundo.
Luego, por supuesto, para hacerlo sostenible, hubo que trabajar más en ello.
Por supuesto, muchas de estas cosas desaparecieron al poco tiempo.
Pero ese momento también me habló a mí, nos habló a todos precisamente de lo importante que era Juan Pablo II para nosotros.
Lo que he dicho hasta ahora es el lado positivo de la presencia aún viva de la figura de San Juan Pablo II en nuestro país, en nuestra nación.
Pero existe también la otra cara de la moneda.
No sé cómo describirla, pero diría que gracias a muchos comportamientos de gente de Iglesia, incluida la jerarquía, pero no sólo, así como políticos de derechas relacionados con la Iglesia, a lo largo de los años de culto a Juan Pablo II han llevado a una especie de idealización excesiva de Juan Pablo II, a una especie de mitificación o incluso divinización.
Han convertido a Juan Pablo II en una especie de semidiós. Y esto en la sociedad, especialmente en la sociedad que es más crítica con la Iglesia, que también es crítica debido a la difícil situación actual, relacionada con escándalos y demás, tiene un efecto contrario, muy negativo, especialmente entre los jóvenes.
Para los jóvenes, Juan Pablo II parece haberse convertido más en un meme que en una figura histórica verdaderamente influyente, en la figura de un santo.
¿Por qué ocurre esto?
Por ejemplo, si oímos que en Polonia otra calle lleva el nombre de Juan Pablo II, otro puente, otra escuela, si visitas Polonia y ves a cada paso una placa que dice que aquí estuvo Juan Pablo II, aquí se sentó Juan Pablo II, aquí rezó Juan Pablo II, todo esto, cuando se exagera, provoca una especie de exageración y una especie de antipatía, de rechazo. De parte de esos críticos, es fácil encontrar placas conmemorativas “que ¡el santo no estuvo en un lugar determinado!”
La veneración exagerada por el papa Wojtyla está muy presente en la sociedad polaca.
Además, los partidos de derechas han estado en el poder en Polonia durante los últimos ocho años. Ha habido elecciones recientemente y esto ha cambiado un poco, pero durante estos ocho años las autoridades han estado muy conectadas con la Iglesia, tan malsanamente conectadas.
Hemos hablado aquí muy a menudo de la alianza malsana entre el trono y el altar. Y las autoridades políticas también utilizaron a Juan Pablo II para sus fines políticos; lo que por supuesto, tuvo realmente consecuencias muy negativas.
Por ejemplo, en la generación más joven ha surgido una formulación que proviene precisamente de este exceso de llenar el espacio social con Juan Pablo II. Se dice que nuestra generación, nuestra sociedad, necesita ser desidealizada.
Otro elemento de esta idealización de Juan Pablo II es el hecho de que, ante los cada vez más frecuentes escándalos relacionados con los abusos sexuales en la Iglesia, los estudiosos, los historiadores o los medios de comunicación han intentado y siguen intentando averiguar la verdad, y en todo este diálogo, en todo este debate sobre las causas de los abusos sexuales, en todo este debate sobre cómo reacciona o no reacciona la Iglesia, Juan Pablo II era una persona considerada intocable por la Iglesia, por la jerarquía, por mucha gente. Que en cierto modo no se le permitía ser objeto de ninguna crítica.
Y esto también tiene sus consecuencias negativas, porque si nos detuviéramos en su vida, en su historia, y es sabido que toda persona, incluso un santo, tiene sus momentos débiles, tiene sus puntos débiles, que a veces ni siquiera se deben a su mala voluntad, sino al momento histórico, de la falta de una cierta conciencia histórica o social de, por ejemplo, los peligros de los abusos sexuales, pero esto se puede abordar con honestidad, se puede examinar históricamente, qué sabía, qué no sabía, qué pasos dio, qué abandonó, ni siquiera necesariamente por mala voluntad, porque creo que nadie le acusa de eso.
Pero los círculos que idealizan a Juan Pablo II rehúyen mucho la crítica histórica, diciendo que es una especie de arcaísmo y, por supuesto, no se le puede pedir a Juan Pablo II que sea consciente de los problemas de abusos sexuales que podemos tener hoy, pero eso no significa que no podamos abordar y evaluar críticamente ciertas cosas desde el punto de vista actual.
Hay una parte importante de la Iglesia que se defiende enérgicamente contra esto, se niega enérgicamente a hacerlo, y percibe cada intento de criticar a Juan Pablo II como un ataque a la Iglesia, un ataque a la fe, un ataque a Dios, y sí, a los valores de la Polonia, a la nación, a todo lo que es sagrado y digno de honor. Esto causa tal efecto entre los jóvenes en particular, que son muy críticos, y buscan autenticidad.
También provoca tal aversión y rechazo hacia Juan Pablo II como alguien mitificado.
¿Hay grupos que se oponen en Polonia a la influencia de papa Wojtyla?
Sí, creo que, como en el resto del mundo, también en Polonia hay grupos y círculos que se oponen a la influencia de Juan Pablo II o critican su infantilismo. Se trata sobre todo de círculos liberales de izquierda que critican su conservadurismo.
Hay círculos feministas que se oponen a sus enseñanzas sobre el papel de la mujer, tanto en la sociedad como en la Iglesia.
Hay un movimiento considerable en la sociedad que es tan anticlerical que cree que una parte del legado de Juan Pablo II es que la Iglesia influye en la política.
Y así como era bueno durante el comunismo, cuando la Iglesia luchaba por la libertad de la nación, ahora la situación política es diferente y la Iglesia debería preocuparse más por la separación del Estado, y todo el tiempo parece esforzarse por una influencia tan humana, por influir en las decisiones de los políticos, por influir en la elaboración de las leyes, por ejemplo, la ley sobre el aborto y demás.
Hay una parte de nosotros que cree que la Iglesia tiene una posición demasiado fuerte en la vida pública y que éste ya no es el momento histórico. Hay movimientos, círculos que critican a Juan Pablo II, como si estuviera fuera de la Iglesia.
Pero creo que vale la pena mencionar precisamente estos movimientos desde dentro, que hay un tipo de crítica que nace en el seno de la propia Iglesia.
En primer lugar está la crítica que ya he mencionado, en el contexto de la falta de rendición de cuentas sobre la cuestión de los abusos, Se trata de toda la Iglesia polaca, que todavía no ha rendido cuentas históricamente sobre los abusos sexuales y de la que Juan Pablo II es una especie de parte.
También hay fuertes críticas desde dentro de la Iglesia por la centralización del poder, por el hecho de que el Papa ha puesto en cierto modo a sus obispos, a sus amigos, a cargo de los puestos de obispos y se trata de gente en su gran mayoría, por no decir todos, se trata de gente con puntos de vista muy tradicionales, muy conservadores, más conservadores que tradicionales.
Esto de alguna manera establece, perpetúa el clericalismo, perpetúa el statu quo de la Iglesia y dificulta la reforma.
¿Cómo se recibieron en Polonia las elecciones de Ratzinger y de Bergoglio sucesores de Wojtyla?
Recuerdo que la elección de Ratzinger como Papa fue recibida en la Iglesia polaca, en su mayor parte, con gran respeto y reserva.
Con respeto, porque creo que tantos años de Juan Pablo II como papa nos habían enseñado a los polacos una especie de respeto por la institución del papado, que al papa se le quiere, al papa se le recibe, al papa se le escucha. Y esto de alguna manera emanó en un primer momento al Papa Benedicto XVI.
Aunque, por otro lado, se podía sentir una especie de reserva, como si la Iglesia hubiera dado un paso atrás y fuera como bueno, respetamos, pero tomémoslo con calma, veamos cómo va.
En última instancia, creo que, especialmente ahora a la luz del pontificado de Francisco, Ratzinger ha tenido una acogida positiva en la Iglesia polaca porque ha demostrado ser un continuador del legado de Juan Pablo II, en cuanto a los valores tradicionales, en cuanto a los valores conservadores, que en la mayoría de la Iglesia polaca, y ciertamente en su jerarquía, se perciben como los únicos posibles y los únicos verdaderos.
La elección del Papa Francisco, por otra parte, fue recibida por los polacos, creo, en primer lugar con sorpresa, por quién es, de dónde viene.
Creo que probablemente tuvo un efecto similar la elección de un Papa polaco en su día, así que ahora para nosotros un Papa que viene de Sudamérica. Nos parecía exótico. Pero también creó interés en su pontificado.
Recuerdo que al principio todo el mundo seguía muy fielmente todas sus acciones, declaraciones y sobre todo entre la gente y especialmente entre los marginados de la Iglesia, gente a menudo herida por la Iglesia, por sus estructuras clericales, críticos con la Iglesia.
Entre estas personas, el Papa Francisco tuvo un impacto positivo muy fuerte y acercó a muchas de estas personas a la Iglesia, viendo su sencillez, su contacto con la gente, su especie de normalidad entre comillas, su falta de esas actitudes clericales. Fue algo que acercó a la gente a la Iglesia.
Miraban a Francisco y decían, si la Iglesia va a ser así, entonces sí, todavía puedo pertenecer a ella.
Por otro lado, estas mismas actitudes a menudo causaban miedo y resentimiento entre la jerarquía eclesiástica, entre los sacerdotes, y esto era muy evidente.
Recuerdo una situación anecdótica, cuando en una diócesis se celebró una suntuosa fiesta que el obispo organizó para sus amigos. El banquete, que tuvo lugar en el seminario, fue servido allí por seminaristas especialmente vestidos para la ocasión. Y el obispo, que resultó ser uno de esos obispos a los que les gustaban mucho esos comportamientos principescos, elitistas y demás.
Cuando empezó el evento, dijo, bueno aquí, vamos a disfrutar, beber y comer, porque tal vez esta sea la última vez, porque con el Papa Francisco, no sabemos si podemos permitirnos tal comportamiento.
Me parece que la elección de la pobreza supuso un gran contraste para la jerarquía de Polonia, que lo recibió con reticencia y falta de comprensión. A menudo se ha acusado al Papa Francisco, y todavía se le acusa hoy, de destruir de alguna manera la autoridad del papado, de que con su sencillez ha humanizado tanto la figura del Papa que incluso le ha quitado autoridad.
Estas fueron las primeras reacciones.
Ahora, en la era del sínodo, el Papa se enfrenta ya a críticas cada vez más abiertas.
Al principio todavía existía el efecto Juan Pablo II, según el cual no se podía criticar al Papa, se podía pensar mal de él o no estar de acuerdo con él, pero al menos en público, al menos oficialmente, no se podía hablar en contra del Papa o de sus enseñanzas.
Hoy en día, este efecto ya está pasando y una parte muy grande de la Iglesia está criticando abiertamente tanto las reformas como la conducta o ciertas decisiones o comportamientos personales ya del Papa Francisco.
Esto se ha visto muy fuertemente recientemente, por ejemplo, en la delegación que fue elegida para el sínodo, donde los obispos que votaron en el Episcopado de Polonia eligieron a personas, eligieron a obispos que están en contra de las reformas sinodales de una manera muy abierta.
Por ejemplo, uno de los obispos que fue al sínodo, a la primera sesión del sínodo en Roma, fue el único obispo que no publicó la síntesis en la etapa diocesana porque era demasiado crítica para él, así que la mantuvo en secreto, lo que rompe todas las reglas de la sinodalidad en general.
Y este mismo obispo fue elegido por el episcopado para representar a Polonia en el sínodo de Roma.
También se produce aquí una paradoja tan interesante, porque todos los movimientos de la Iglesia polaca que se oponen de alguna manera a la jerarquía, se oponen al clericalismo o a valores tan conservadores que requieren algún tipo de apertura a las enseñanzas del papa Francisco, se encuentran con el rechazo de la jerarquía y, por así decirlo, se les exige obediencia.
Al mismo tiempo, la jerarquía, por supuesto, no lo admite oficialmente, pero por sus acciones se niegan a obedecer al Papa Francisco, por lo que es una especie de fenómeno tan interesante que exigimos obediencia de algunos nosotros mismos sin ser obedientes a los que debemos ser obedientes.
¿Cómo afronta la iglesia polaca el Camino sinodal promovido por el papa Francisco?
Hoy creo que se puede decir que el sínodo sobre la sinodalidad ha caído en el olvido, que el católico medio en Polonia ni siquiera tiene idea de si este sínodo ha terminado o ya está en marcha.
Suponiendo en absoluto que en la fase diocesana le llegara la información de que el sínodo había comenzado, de la consulta, porque por supuesto no fue en todas partes, como he dicho antes, sólo en algunas diócesis se tomó muy en serio. Otras diócesis a menudo sólo cumplían una formalidad, redactaban algún tipo de síntesis, a menudo completamente sin consultar a la gente.
La jerarquía actual también está, como he dicho antes, en contra de la reforma, en contra del sínodo y está esperando a que termine.
De hecho, espera que después de Francisco esta reforma se apague, desaparezca y vuelva a ser como siempre ha sido.
Sin embargo, en otros ambientes, el Sínodo sobre la sinodalidad proclamado por el Papa Francisco fue recibido muy positivamente, con gran entusiasmo, sobre todo en los círculos polacos que ya habían pedido la reforma de la Iglesia, que acababan de ser críticos con el clericalismo, que habían exigido responsabilidades por los abusos sexuales.
Todos estos círculos al pensar en el sínodo como si se despertara en ellos una esperanza de cambio, y esto hizo que lo abordaran con entusiasmo y se implicaran muy fuertemente.
La jerarquía se acercó con mucha reserva, con mucha desconfianza y un poco de incomprensión.
Hablando con los obispos, muchos de ellos tenían dudas, pero ¿qué es esto de la sinodalidad? ¿Pero qué significa escuchar a todos? ¿Pero cómo es posible escuchar a todo el mundo? Es imposible, es poco realista, decían. ¿Y ahora qué? Los laicos decidirán sobre la Iglesia. Pero, ¿qué quiere decir? Nunca ha sido así. Siempre ha sido diferente. En la Iglesia tiene que haber orden, tiene que haber obediencia.
Al principio había una gran desconfianza y una gran falta de comprensión entre la jerarquía que creo que a veces era más profunda que esta desconfianza.
Hoy, mirando hacia atrás, creo que el sínodo de Polonia, el sínodo sobre la sinodalidad terminó con la fase diocesana, si es que empezó, porque creo que hubo diócesis que intentaron llevar a cabo este sínodo de forma fiable, hacer consultas con la gente a nivel diocesano. Esas diócesis no fueron muchas, pero, al menos unas pocas realmente abordaron el sínodo con integridad; de modo que, en esas situaciones algo en las diócesis se movió.
Un gran número de personas tuvieron esta experiencia típica de que se les pidiera su opinión por primera vez, de poder expresarse, de poder expresar sus emociones, también sus emociones críticas hacia la Iglesia; y fue una experiencia muy buena, porque antes la gente no tenía esa oportunidad. Les habían enseñado que en la Iglesia sólo se escucha y se asiente, pero lo que piensan, lo que sienten, no tiene importancia, es irrelevante.
El Sínodo también hizo que apareciera un fenómeno tan difícil para la Iglesia polaca, que resultó que hay una enorme crítica dentro de la Iglesia a la jerarquía y a cómo actúa la Iglesia. Hasta ahora, la Iglesia siempre ha dicho que es criticada por los medios de comunicación, por el mundo del mal; que esta crítica siempre viene de fuera.
Mientras tanto, lo que surgió fue que a la consulta asistieron personas muy comprometidas, personas de comunidades, diaconías, jóvenes de parroquias, personas del corazón mismo de la Iglesia, y fueron estas personas las que confirmaron esta crítica de que la Iglesia está llena de hipocresía, que no quiere dar cuenta de los abusos sexuales, que se esconde, que está perdiendo autoridad, que está vinculada a la política, que hay una falta de espiritualidad en la Iglesia, que no responde a las preguntas del hombre moderno. Que sigue viviendo la gloria del pasado, que impone por la fuerza ciertos elementos de la fe, en lugar de atraer a la gente hacia el Señor Dios, en lugar de inspirar las conciencias, quiere sustituirlas.
Como si todo esto hubiera aflorado en el transcurso del sínodo, hubo algo en la jerarquía eclesiástica mayoritaria que no pudo tomar con calma esta crítica y comenzó a cerrarse al fenómeno del sínodo.
¿Los nombramientos de obispos realizados por el papa Francisco en Polonia, muestran un cambio de ruta, también en la iglesia polaca?
¿Qué si veo un cambio en los nombramientos papales para cargos episcopales en Polonia? Creo que sí.
Se puede ver que los recientes nombramientos están tratando de llegar a personas que están más abiertas al diálogo, a la escucha, que son quizás más pastorales que curiales, que tienen esta actitud de estar más abiertos a la gente, al cambio.
Creo que se puede ver en la intención del Papa que estas elecciones son diferentes, aunque también hay que reconocer que el Papa está eligiendo obispos de un cierto grupo de personas que ya está ahí. En el sentido de que los elige de un cierto grupo de personas que ya está marcado por una cierta mentalidad, una cierta forma de ser, un cierto bagaje de tradición, de clericalismo; y no es tan fácil para las personas que tienen una mentalidad diferente entrar en este sistema.
En este sentido se puede decir que en Polonia hay muchas cosas que no cambian, porque el cambio de mentalidad en estas personas es pequeño.
¿Podrías comentarnos sobre la participación de la mujer en la Iglesia polaca?
Es difícil hablar del papel de la mujer en la Iglesia en Polonia; aún nos queda mucho, mucho camino por recorrer.
Los únicos lugares donde las mujeres son visibles son en las funciones litúrgicas, en el sentido de leer las lecturas durante la Eucaristía y cantar el salmo. Después de eso, las mujeres son como de costumbre mayoría en las comunidades o en cuestiones de organización, iglesia, sacristía, etc.; aunque muy raramente ocupan lugares y puestos de decisión. Posiblemente en las comunidades, en algunos nuevos movimientos, sí, pero cuando se trata de estructuras eclesiales jerárquicas, curiales, es raro encontrar a una mujer.
Aunque lo que hay que reconocer es que al menos a veces, raramente, pero sucede que alguna mujer es empleada en la curia generalmente en el cargo de vice a cargo de la pastoral catequética, vice a cargo de algún departamento allí. Nunca es un puesto de toma de decisiones en última instancia. Siempre hay un sacerdote por encima.
También se puede ver esto con mucha fuerza cuando se miran las fotos de las diversas comisiones que trabajan con el Episcopado. Incluso una comisión como la de evangelización, donde podría haber muchas mujeres… No falta quien se ocupe de la evangelización en Polonia, se puede ver en la foto a la mayoría de los hombres y a veces hay una, dos mujeres, una hermana. Sin embargo, es una gran rareza y el papel de la mujer sigue sin penetrar en la conciencia de las estructuras eclesiásticas.
Lo que también se puede ver, por ejemplo, muy fuertemente en la delegación al sínodo, donde no apareció ni una sola mujer, y hubo bromas por ahí de que porque va un laico, está casado, así que es uno con su esposa, así que “en él estará esta mujer en el sínodo”. Este es el tipo de bromas que creo que una parte importante de la sociedad, al menos la parte femenina de la sociedad en general, ya no encuentra graciosa.
Y de nuevo, en la enseñanza o en los momentos en que alguien cuestiona el papel de la mujer en la Iglesia, se suele sacar la enseñanza de Juan Pablo II, que habla de la genialidad de la mujer como madre llamada precisamente a proteger la vida y a la maternidad.
La reducción del papel de la mujer a este aspecto vuelve a causar el mismo efecto que antes, que las mujeres suelen rechazar también toda la enseñanza de la Iglesia, porque no quieren ser reducidas sólo al papel de madres y a la maternidad, al menos las jóvenes.
Creo que esta aversión a la sinodalidad también se debe un poco al hecho de que la Iglesia polaca, educada en valores conservadores, tiene una visión del mundo y de la moral en blanco y negro. Algo es bueno o malo. Algo es pecado o no lo es. Mientras tanto, la vida es más complicada, las situaciones humanas son más complejas y el mundo tiene muchos matices de gris.
Lo que propone el Papa Francisco son caminos de escucha y caminos de discernimiento, caminos de misericordia, es decir, un acercamiento tan individual a la situación de esa persona concreta.
No todos los divorcios son iguales, no todas las circunstancias son iguales, no todas las culpas son iguales en la ruptura de un matrimonio.
A la hora de acompañar a una persona, hay que tener en cuenta cómo es capaz de vivir hoy el Evangelio y sus valores. Lo que puede vivir, y lo que tal vez no pueda vivir hoy, pero yo puedo ofrecerle el camino, puedo darle las herramientas para crecer.
Mientras tanto, en Polonia, en esta visión de un mundo en blanco y negro, todos estos aspectos que no están claramente definidos nos dan miedo.
Porque, ¿cómo tratamos a las personas LGBT? Deben ser buenas o malas. No existe un término medio, como un acompañamiento individual para esa persona. Esto está muy ausente de la conciencia de la Iglesia Católica en Polonia, tanto entre el clero como entre los laicos; y por eso la sinodalidad o las encíclicas del Papa Francisco, incluso Amoris Leticia, este octavo capítulo suscita una enorme confusión entre la gente de Iglesia en Polonia.
No saben cómo abordarlo porque no se les enseña el proceso de escucha y discernimiento. Exigen que la Iglesia dé interpretaciones de lo que está permitido y lo que no; y éste no es el enfoque de un cristianismo maduro.
Por supuesto, lo que estoy diciendo son grandes generalizaciones, sin embargo, hay ciertos mecanismos que creo que de muchas maneras, en muchos ambientes, en muchas personas, funcionan exactamente de esta manera.
Nosotras, como hermanas misioneras, por ejemplo nos enfrentamos constantemente a situaciones en las que queremos dirigir un curso de evangelización en una parroquia; queremos dirigir un curso de evangelización o de formación, por ejemplo, para matrimonios.
Hace poco tuvimos una situación así y el sacerdote no nos dejó, porque no hay sacerdote entre nosotras, porque el sacerdote no estará presente en las reuniones; y no importa que haya hermanas que tengan 30 años de experiencia en evangelización, vida de formación, que hayan completado estudios teológicos.
Todo esto no importa porque tiene que haber un sacerdote. Puede ser un sacerdote de 25 años, joven e inexperto, pero tiene que ser un sacerdote que vele por la ortodoxia de las reuniones. Porque una mujer culta, incluso religiosa, no es suficiente.
¿Cómo será la Iglesia polaca en el futuro?
Cuando veo el futuro de la Iglesia, la perspectiva de la Iglesia en Polonia, pienso que el Señor Dios es más grande que nuestras debilidades, nuestros pecados, nuestras caídas. Pienso que el Espíritu Santo actúa y encontrará siempre el modo de renovar la Iglesia, de fortalecerla y de transmitir esta experiencia de salvación a las generaciones venideras. Por eso tengo la seguridad de que la Iglesia perdurará, porque Dios está en ella.
Pero desde una perspectiva humana soy muy crítica. Me parece que la Iglesia en Polonia hasta que no rinda cuentas de la pederastia, cosa que está haciendo muy a regañadientes, en este momento hay más de 10 obispos de diferentes maneras, condenados por sentencias del Vaticano por obstruir, si no por la propia pederastia, sí por obstruir su rendición de cuentas, por ocultar a los pederastas.
Así pues, hasta que la Iglesia no rinda cuentas, no recuperará su autoridad.
Hasta que no recupere su autoridad, cualquier acción evangelizadora estará quemada, porque la gente no escuchará a alguien que lleva la marca de la hipocresía, y esa es una impresión social muy fuerte en estos momentos. La iglesia estructural en Polonia, esta iglesia clerical que hemos conocido hasta ahora, esta iglesia conservadora morirá y declinará.
Disminuirá, se encogerá en un proceso natural, y que al final sólo sobrevivirán aquellos grupos en los que haya una experiencia viva de fe, en los que haya una experiencia de hermandad, en los que haya apertura a la otra persona que es diferente, en los que no sólo haya estigmatización y condena, sino que hay un enfoque que inspira a vivir la fe, un enfoque para conocer a Dios, para dejar que otros le conozcan, para enamorarse de Él, para sentirse atraído por Él, para que Él transforme tu corazón desde dentro, y la moralidad vendrá de esta transformación, y no la moralidad para ser el punto de partida del acercamiento a Dios, como a menudo lo es en este momento.
Además, veo a la Iglesia en Polonia dentro de 10 años muy mermada numéricamente, pero quizá la Iglesia necesita este proceso, necesita tocar fondo de alguna manera, volver y redescubrir lo esencial; y creo que no hay otro camino; o al menos estamos muy a la defensiva para detener este proceso.
Estamos haciendo todo lo posible para que este proceso de tocar fondo llegue lo antes posible. La Iglesia en Polonia es ya la sociedad que más rápido se está secularizando en Europa. La juventud se está alejando muy fuertemente en términos porcentuales. No recuerdo los porcentajes en este momento, pero son cifras enormes.
Y vivimos un poco en la Iglesia. La jerarquía, la generación mayor, es como si no pasara nada, porque todavía hay ciudades donde la gente va a la iglesia, todavía hay algunas zonas más tradicionales, pueblos, donde hay esta asistencia, así que todo el tiempo cerramos los ojos y hacemos como si no pasara nada, y tengo la impresión de que no reaccionamos adecuadamente ante la situación, intentamos no ver el problema, y desgraciadamente esto no ayuda.
Hay encuestas oficiales, que también son realizadas por personas de fe, por lo que no se les puede acusar de no ser fiables. Confirman de forma contundente que existe una brecha generacional, que la generación mayor, la llamada «roca de roca», que hasta ahora ha sostenido a la Iglesia y ha sido el cimiento, ya no tiene ninguna influencia en las generaciones futuras.
Así que, de hecho, hoy, cuando estamos en la iglesia y vemos las cabezas más viejas, podemos estar seguros, científicamente confirmado, de que dentro de 10 años, dentro de 15 como mucho, estas iglesias estarán vacías y los jóvenes no ocuparán el lugar de las personas que hoy están en la iglesia. Y esta es una realidad a la que la Iglesia en Polonia tiene que enfrentarse tarde o temprano, de la que parece que no escapará.
También está relacionada con la disminución del número de vocaciones, con el enorme número de vocaciones que abandonan tanto la vida religiosa como el sacerdocio. Creo que la Iglesia necesita, lo que decía antes, tocar fondo para despertar y ver que no es porque el mundo esté mal, no es porque los medios de comunicación critiquen a la Iglesia, es porque la propia Iglesia tiene problemas sistémicos, tiene problemas para hacer frente a la verdad, tiene enormes problemas con la formación, con una espiritualidad que dé respuestas a las preguntas existenciales humanas contemporáneas.
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