La Biblia estaba ausente
Éste, que como secretario general del Concilio Vaticano II había favorecido descaradamente a la minoría conservadora, había sido después nombrado por Pablo VI presidente de la comisión para la recta interpretación de los documentos del mismo Concilio y presidente también de la comisión para la redacción del nuevo Código de Derecho Canónico, que debería traducir a normas jurídicas la doctrina conciliar. Weakland había prestado repetidas veces el juramento antimodernista, que en aquel tiempo se exigía antes de recibir las órdenes sagradas y de asumir cargos pastorales (en la Abadía de Montserrat lo proclamábamos a coro, en la inauguración del curso, todos los profesores, incluido un hermano lego que era profesor de caligrafía en la Escolanía).
Cuenta, pues, Dom Weakland en sus memorias que su juramento tuvo que retrasarse porque en la vasta biblioteca jurídica del cardenal Felici no pudo encontrarse una Biblia, y finalmente tuvo que jurar poniendo la mano sobre un breviario. El texto del juramento estaba redactado en un latín bastante complicado, y tras la ceremonia Felici le dijo que esperaba que hubiera comprendido lo que acababa de jurar (A Pilgrim in a Pilgrim Church. Memoirs of a Catholic Archbishop, E. Eerdmans Publishing Company, Grand Rapids, Michigan / Cambridge, U.K., p. 227.