Ante el encuentro de los obispos españoles con el Papa Abusos espirituales de poder y abusos sexuales
El número 402 de la prestigiosa Revista Internacional de Teología Concilium está dedicado a los abusos en la Iglesia y se centra en los abusos espirituales y su relación con los abusos sexuales y estos con el silencio y el encubrimiento
Creo que hay que diferenciar entre la violencia ejercida en los abusos sexuales cometidos por clérigos y otros actos de violencia sexual, así como subrayar la especificidad y la gravedad de la primera en función de la identidad de los pederastas
Con estas reflexiones espero contribuir a que los obispos españoles tomen conciencia de la gravedad de los abusos sexuales en la Iglesia católica y, junto con el Papa, adopten medidas drásticas sobre el futuro de los seminarios, donde tristemente se han producido muchos de los casos de abusos espirituales y sexuales continuados, ambos en relación
Con estas reflexiones espero contribuir a que los obispos españoles tomen conciencia de la gravedad de los abusos sexuales en la Iglesia católica y, junto con el Papa, adopten medidas drásticas sobre el futuro de los seminarios, donde tristemente se han producido muchos de los casos de abusos espirituales y sexuales continuados, ambos en relación
El número 402 de septiembre de 2023 de la prestigiosa Revista Internacional de Teología Concilium, que comenzó a editarse en 1965 bajo la dirección de teólogos como Karl Rahner, Edward Schillebeeckx, han Küng, Johann Baptist Metz, Yves María Congar, está dedicado a los abusos en la Iglesia y se centra en los abusos espirituales y su relación con los abusos sexuales, en los que a veces desembocan los primeros con el silencio y el encubrimiento de no pocos obispos y colegas de los sacerdotes pederastas.
El último caso de encubrimiento episcopal constante y continuado conocido en España es el que afecta a cuatro obispos y que la víctima del llamado “Karadima de Toledo” ha denunciado ante el Papa tras la sentencia civil condenatoria del sacerdote abusador y el silencio del dicasterio romano de la Doctrina de la Fe (acabo de leer la noticia en la excelente crónica de José Manuel Vidal en RD).
Me inspiro en el citado texto de la revista Concilium para hacer estas reflexiones, que considero oportunas tras el Informe del Defensor del Pueblo sobre los abusos sexuales en la Iglesia católica, uno de los temas tratados en la 121ª Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española, y ante la llamada del Papa al episcopado español a Roma para abordar la situación crítica en la que se encuentran los seminarios españoles.
Con estas reflexiones espero contribuir a que los obispos españoles tomen conciencia de la gravedad de los abusos sexuales en la Iglesia católica, la aborden en toda su profundad, vayan a sus raíces, asuman su responsabilidad, reparen los daños causados, hagan propósito de no volverlos a encubrir y, junto con el Papa, adopten medidas drásticas sobre el futuro de los seminarios, donde tristemente se han producido muchos de los casos de abusos espirituales y sexuales continuados, ambos en relación.
En los noviciados y seminarios e incluso en no pocos colegios de Congregaciones Religiosas los aspirantes al sacerdocio y a la vida religiosa y el alumnado escolar estaban obligados -no sé si todavía existe esa práctica- a ponerse en manos de los llamados “padres espirituales”. Considerando que el alumnado carecía de guía moral en sus comportamientos, los padres espirituales se encargaban de dirigir su conciencia, su vida espiritual, sus actitudes, su orientación sexual, así como de controlar sus pasiones enderezándolas por la vía de la represión.
Estudios actuales sobre la práctica de la 'dirección espiritual' en seminarios consideran que más que de dirección espiritual habría que hablar de abusos espirituales, de violencia de la intimidad espiritual y de violación de la autodeterminación de la persona
No pocos de los estudios actuales sobre aquellas prácticas consideran que más que de dirección espiritual habría que hablar de abusos espirituales, de violencia de la intimidad espiritual y de violación de la autodeterminación de la persona. Era un abuso de poder espiritual sobre las conciencias, las mentes, las opciones personales, el estilo de vida, la sexualidad, en fin, un abuso contra las personas, que con frecuencia no eran tratadas como tales, sino como marionetas a las que manipular. Tal modo de proceder constituye el mejor contraejemplo del imperativo kantiano categórico que pide actuar “en la manera de tratar a la humanidad, tanto en tu persona, como en la ajena, siempre como un fin, y jamás como un medio”. Entrar en la vida espiritual de una persona es convertirla en un objeto manipulable y cosificarla.
La teóloga alemana Doris Resinger, asistente de investigación de la Universidad Goethe de Fráncfort del Meno, define el abuso espiritual como “una violación de la determinación espiritual o una intrusión forzosa en la intimidad espiritual de una persona”. Por tanto, lo mismo que obligar a una persona a practicar un acto sexual no deseado es una agresión sexual, obligar a una persona a realizar un acto espiritual que no desea debe denominarse agresión espiritual, lo mismo que resulta agresión hacer a una persona preguntas o comentarios no deseados.
Estamos ante un claro ejemplo de manipulación espiritual que a veces desemboca en violencia sexual “espiritualizada”, lo que es más grave todavía. Entrometerse en la vida interior de una persona y controlarla es como violar el alma, afirma Hille Haker, catedrática de Teología Moral de la Universidad Loyola de Chicago, con quien coincido en que no es casual que se utilicen juntos los conceptos de abuso espiritual, abuso estructural de poder y el lenguaje de la injusticia sistémica.
"Entrometerse en la vida interior de una persona y controlarla es como violar el alma, afirma Hille Haker, catedrática de Teología Moral de la Universidad Loyola de Chicago"
Creo que hay que diferenciar entre la violencia ejercida en los abusos sexuales cometidos por clérigos y otros actos de violencia sexual, así como subrayar la especificidad y la gravedad de la primera en función de la identidad de los pederastas. En el caso de la violencia sexual clerical, el agresor se siente revestido de un estatus sagrado y eso genera una relación de intimidad espiritual entre la persona agresora y la agredida. Se produce así un entrelazamiento entre violencia sexual y espiritual.
Otra diferencia agravante es que los abusos sexuales suelen producirse en espacios sagrados o vinculados con lo sagrado: confesionarios, sacristías, campamentos de colegios religiosos, monasterios, casas de ejercicios espirituales, seminarios, noviciados, orfanatos, internados, etc. A esto hay que sumar la negativa del agresor a pedir perdón y a su falta de arrepentimiento, cuando es él quien predica la petición del perdón y llama a sus feligreses a arrepentirse del mal causado a otra persona.
Hay todavía un cuarto agravante en el caso de la pederastia clerical: el pacto institucional de silencio, que se traduce en encubrimiento y complicidad de tamaños crímenes y la imposición de silencio a la víctima o, peor aún, su culpabilización. Más allá de la responsabilidad individual de los clérigos pederastas, yo califico el pacto institucional de silencio de “pecado estructural” en el que incurren sobre todo las autoridades eclesiásticas.
Cuando se trata de agresiones sexuales contra niñas y mujeres se plantea otro problema: el del embarazo tras una violación, que a veces termina en aborto exigido por el propio abusador que en sus prédicas y confesiones condena, o en adopciones forzadas para encubrir al clérigo violador.
La estructura jerárquica, clerical y patriarcal de la Iglesia excluye al pueblo de Dios del poder, niega relaciones de reciprocidad entre los cristianos y las cristianas y la jerarquía, y tiende a fomentar las diferentes formas de abuso: desde el espiritual al sexual, pasando por el psicológico. Coincido con la teóloga keniana Mumbi Kighuta en que “mientras la Iglesia institucional se apoye en la jerarquía, el patriarcado y el clericalismo como su forma y estilo de ser, estará aceptando que la violencia es una parte aceptable de lo que significa formar parte de esa Iglesia”.
"Mumbi Kighuta: mientras la Iglesia institucional se apoye en la jerarquía, el patriarcado y el clericalismo como su forma y estilo de ser, estará aceptando que la violencia es una parte aceptable de lo que significa formar parte de esa Iglesia"
Me parece que esto es aplicable de manera especial a los seminarios, paradigma del patriarcado, del clericalismo y de la estructura jerárquico-piramidal, y que debe llevar no a un simple revoque de tales instituciones, sino a plantearse la pregunta radical sobre el sentido o sin sentido de los seminarios hoy. Yo me inclino por el sin sentido, al menos conforme a la estructura y la orientación que tienen actualmente y atendiendo a los desafíos a los que tienen que responder los futuros sacerdotes.