¿Los seminarios, una especie de apartheid? El silencio sobre las víctimas de la pederastia en el Vaticano

Pederastia eclesial
Pederastia eclesial

"¿Es posible que en la reunión del Papa con los obispos españoles el 28 de noviembre no se hablara del demoledor Informe del Defensor del Pueblo sobre la pederastia en la Iglesia católica? me planteó el periodista Xabier Fortes en el programa 24Horas de RVE el mismo día de la reunión"

"La verdad es que me ha sorprendido el contenido tan simple y puramente anecdótico de la rueda de prensa sobre las cinco horas de reunión con el Papa y con el Dicasterio del Clero… Si no se habló de ello en tan trascendental reunión, fue una falta de respeto a las víctimas"

"Me preguntó por la situación actual de los seminarios. Estos, contesté, son el más fiel reflejo de la estructura jerárquica, patriarcal, clerical y represiva de la Iglesia católica, tanto en la formación de los seminaristas como en su estilo de vida"

"Comparto este artículo desde la preocupación por la ocasión perdida en el Vaticano y la falta de perspectivas sobre los cambios profundos que requieren los seminarios"

¿Es posible que en la reunión del Papa con los obispos españoles el 28 de noviembre no se hablara del demoledor Informe del Defensor del Pueblo sobre la pederastia en la Iglesia católica? Esa fue la pregunta que me planteó el periodista Xabier Fortes en el programa 24Horas de RVE el mismo día de la reunión.

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La verdad, respondí, es que me ha sorprendido el contenido tan simple y puramente anecdótico de la rueda de prensa del presidente de la CEE, cardenal Omella, y del secretario general, García Magán, sobre las cinco horas de reunión con el Papa y con el Dicasterio del Clero. La única información que dieron fue que el Papa gozaba de buena salud, que no había tosido ni una sola vez como sí lo hicieron algunos de los presentes, que no les había tirado de las orejas y que los problemas eran los mismos que los de Europa. Sobre la reunión con el Dicasterio del Clero dijeron que se había hablado de la formación en los seminarios y de la crisis de vocaciones que se estaba viviendo en España, similar a la de Europa. 

Por mucho que insistieron los periodistas en preguntar si habían hablado sobre las agresiones a menores en la Iglesia, católica, el Informe del Defensor del Pueblo, los abusos sexuales en los seminarios y el Informe de los obispos uruguayos tras su inspección, su respuesta fue que ninguno de esos temas se había tratado

La opinión que expresé a Xabier Fortes es que no me parecía creíble, ni consideraba verosímil que no hubieran abordado estos temas, dada la trascendencia y la excepcionalidad de la llamada de todos los obispos españoles a Roma, incluidos los eméritos, y teniendo en cuenta la gravedad del problema de la pederastia en la Iglesia católica española y el fuerte impacto que ha producido el duro Informe del Defensor en la sociedad española y en la propia Iglesia católica. ¿Para qué fueron llamados a Roma, entonces? Pareciere que se hubiera practicado en la rueda de prensa el secreto de confesión, que solo obliga a los sacerdotes en lo oído en los confesionarios. 

Comentando la afirmación del cardenal Omella de que el Papa no les había tirado de las orejas, dije que eso era lo que esperaban que hiciera, tirarles de las orejas. y con razón, por su permanente incumplimiento de las orientaciones de Francisco ante tamaños crímenes y por su falta de firmeza en la gestión de las agresiones sexuales en el ámbito eclesiástico. Isaías Lafuente, periodista de la Cadena Ser, participante en la entrevista de 24Horas, hizo una observación que me pareció muy pertinente: si era cierto que no habían tratado el tema, le parecía una irresponsabilidad, dada la gravedad del caso. A lo que yo añado que, si no se habló de ello en tan trascendental reunión, fue una falta de respeto a las víctimas, que merecían un acto de reconocimiento y de rehabilitación, y un olvido de sus sufrimientos, así como una ocasión perdida para condenar la acción criminal de los victimarios.

"Si no se habló de ello en tan trascendental reunión, fue una falta de respeto a las víctimas"

Choca todavía más el silencio sobre las víctimas de abusos sexuales en la infancia producidos en la Iglesia católica española, que, según la extrapolación del Informe del Defensor del Pueblo, asciende a más de 440.000, cuando ese mismo día por la tarde el Papa recibió a las víctimas agredidas sexualmente por miembros del clero de la diócesis de Nantes. Tal modo de proceder demuestra que hay víctimas de primera, a las que se recibe y escucha, y víctimas sobre las que se guarda silencio y por tanto son inexistentes. Nueva bofetada a las victimas españolas.    

"Hay víctimas de primera, a las que se recibe y escucha, y víctimas sobre las que se guarda silencio y por tanto son inexistentes. Nueva bofetada a las victimas españolas"

La segunda pregunta de Fortes fue cómo había reaccionado la CEE ante el Informe del Defensor del Pueblo. Le respondí con dos gerundios: persistiendo en el negacionismo y criticando el Informe, la encuesta de CAD3, a los medios de comunicación y a la extrapolación de los datos con descalificaciones gruesas. Así lo hizo el cardenal Omella el 20 de noviembre en el discurso inaugural de la 121ª Asamblea Plenaria de la CEE, hablando en nombre de todos los obispos.

"Persistiendo en el negacionismo y criticando el Informe"

Puso en cuestión la fiabilidad y la veracidad de las encuestas en general y de la encuesta de GAD3 en particular por la desproporción descomunal entre las llamadas hechas y las entrevistas realizadas, sembrando incluso dudas sobre quienes contestaron a las entrevistas diciendo que habían respondido por interés. Calificó la extrapolación de los datos de infundada, errónea, intencionada y de disparate. Manifestó su compromiso de luchar contra toda clase de abusos y de no buscar excusas ni justificaciones para eludir cualquier responsabilidad, al tiempo que afirmó que permanecían intactas su estima y consideración hacia los sacerdotes y religiosos. 

Hubo, con todo, obispos que, a nivel personal, hicieron una valoración positiva del Informe. Es el caso del obispo de Teruel-Albarracín. José Antonio Satué, para quien el Informe, aun con sus límites,  tiene no pocos aspectos positivos, entre los que destacó la luz que arroja sobre los efectos devastadores de los abusos sexuales, cuyo origen son los procesos de conciencia, el proceso de escucha a 487 víctimas, la denuncia de algunas prácticas inaceptables dentro de la Iglesia católica, el reconocimiento de avances en la legislación canónica y la propuesta de iniciativas a la Iglesia y a las administraciones públicas para prevenir y reparar los daños causados.  

Seminarios

Mi opinión es que se trata de un Informe riguroso y creíble. La encuesta se realizó a una muestra de 8.013 personas, suficientemente amplia en comparación con otras encuestas. A las personas encuestadas se le preguntó por sus creencias religiosas, y una mayoría se confesó cristiana. Se hicieron 34 preguntas, 24 de las cuales se dirigieron a quienes declararon haber sido objeto de agresiones sexuales siendo menores de edad.

Me parece certerala valoración del Informe sobre la actitud de la jerarquía católica española ante los abusos: las reticencias y cautelas de algunas diócesis a la colaboración con el Defensor del Pueblo; la negación o minimización del problema o su relegación a un aspecto marginal; el mantenimiento de la mayoría de los sacerdotes pederastas en sus puestos o el traslado a otros destinos; la consideración de que los abusos sexuales en la Iglesia católica constituyen un grave problema social y de salud pública.

A esto cabe añadir la referencia del Informe al impacto devastador de los abusos en la vida de las víctimas: problemas emocionales y de conducta, estrés postraumáticos, síntomas depresivos, sentimientos de estigmatización, vergüenza e incluso acciones suicidas. Yo añadiría que faltó compasión con las víctimas, virtud que está en la base de la ética, de todas las éticas, las laicas y las religiosas.  

Me preguntó finalmente por la situación actual de los seminarios. Estos, contesté, son el más fiel reflejo de la estructura jerárquica, patriarcal, clerical y represiva de la Iglesia católica, tanto en la formación de los seminaristas como en su estilo de vida. Al recibir esta formación y tener ese estilo de vida, cuando terminan la carrera eclesiástica -nunca mejor dicho lo de “eclesiástica”- y asumen las responsabilidades pastorales que les encomiende el obispo, los nuevos sacerdotes reproducirán inevitablemente el modelo de Iglesia en el que han sido educados, salvo que el pueblo los abra los ojos a la realidad y se comprometan con los problemas reales de la sociedad. Ese fue el caso de no pocos sacerdotes y obispos, sobre todo en América Latina. 

"Seminarios, el más fiel reflejo de la estructura jerárquica, patriarcal, clerical y represiva de la Iglesia católica, tanto en la formación de los seminaristas como en su estilo de vida"

Hay seminarios que son preconciliares, que ni siquiera se han adaptado a las reformas del Concilio Vaticano II, forman en una doctrina teológica dogmática, en una posición política ultraconservadora, en un terreno ideológico con tendencias integristas, en ausencia de interdisciplinaridad y alejados de la realidad. Así las cosas, creo que hay que plantearse la pregunta radical por el sentido o sinsentido de los seminarios hoy. Yo me inclino claramente por su sinsentido, ya que no pocos de ellos constituyen una especie de apartheid y no responden a los nuevos desafíos que plantea el cambio de era que estamos viviendo.  

Subirá

Comparto a continuación las lúcidas reflexiones del doctor Enric Subirá, mosén de la parroquia de Sant Medir (Barcelona), uno de los mejores conocedores del mundo de los seminarios, sobre el que hizo su tesis doctoral.

1. El seminario es fuente de clericalismo: Una institución encerrada sobre si misma, que poco introduce renovaciones ni evoluciones. Si se añade a estas circunstancias, la diversidad de modelos de seminarios, de tendencias básicamente conservadoras, se hace difícil implementar un cambio. La institución del seminario no es un problema religioso sino una cuestión laica.

2. Los seminarios pueden ser fuente de un conflicto personal de los seminaristas por el nivel de “represión simbólica” que actúa a través de una estructura religiosa que no convive con el modelo actual de referentes humanos y laicos.

3. Los estudios, principalmente los filosóficos y teológicos, priorizan el pensamiento especulativo. El predominio de una teología dogmática y moral sobre una teología positiva constituyen una enseñanza decantada exclusivamente a las exigencias del ministerio sacerdotal.

4. Habría que preguntarse por el espacio que tienen los estudios bíblicos en la formación actual de los seminaristas. La preparación bíblica para los futuros pastores/as es fundamental, pues su estudio debería ser el puntal sobre el cual ha de vertebrar su formación humana y cristiana al servicio del Pueblo de Dios. De hecho, la poca preparación bíblica en los seminarios difícilmente puede sustituirse. Pero resultaría útil un esfuerzo para llenar este gran vacío. Los métodos histórico-críticos se ha venido desarrollando por exégetas de diversas confesiones cristianas con resultados de importancia poco conocidos. Por otra parte, ninguna interpretación puede sustituir el esfuerzo de entender la palabra de Dios vinculada al tiempo y al espacio, a los acontecimientos históricos y a las personas concretas, sus mensajeros (Cf. Pius Tragan).

5. Hay una priorización excesiva de la liturgia, y muchas veces dentro un marco poco austero y unas celebraciones excesivamente pomposas, que no reflejan el mensaje de sobriedad del Evangelio. Una liturgia clerical y patriarcal sin participación de los miembros de la comunidad cristiana y con expresa exclusión de las mujeres. 

6. El espíritu de cuerpo que genera la vida cotidiana en común, marcada por unos reglamentos o constituciones de una parte, y de otra, el “carrerismo” futuro, que ya se ve llegar en la medida en que el seminarista va terminando sus estudios, son el fruto de algunos determinados ideales del seminarista. No olvidemos que antes del Concilio de Trento la clerecía gozaba de un sistema beneficial. A partir del siglo XVII, el discurso normativo y doctrinal de los obispos sobre los seminarios es una llamada a superar un combate frente al modelo civil. La visión que se da de la sociedad es muy negativa. A mediados del siglo XIX, escribía el obispo J. D. Costa y Borràs en una carta pastoral del 24-10-1857 hablando de los seminarios: “la Iglesia quedaría defraudada si llegara a penetrar en sus sagrados recintos (…) el espíritu del siglo. Y como este se infiltra en todas partes, preciso es que se cierren herméticamente todas las puertas”. Pensaba todo lo contrario Juan XXIII, que pedía abrir las puertas y las ventanas para que entrara en la Iglesia el aire fresco de la cultura moderna.

Seminarios

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