2ª Bestia: Parecía Cordero, era Dragón: ideología, religión,propaganda del Sistema) (Ap 13, 11-18).

Pues bien, la novedad del Apocalipsis está en el descubrimiento de la 2ª Bestia, que es la Mentira de la Ideología, es decir, la “propaganda” religiosa y social (filosófica y cultural) puesta al servicio del poder establecico. Parece corderito tierno (que tenero/tierno, como en la imagen), pero es dragón.
Aquí están las conexiones y la diferencias, en la línea de una certeza que atraviesta todo el NT: El Dragón quiere engañar y engaña tomando las formas de un ángel de luz, de un cordero. La 1ª Bestia se expresaba a través de las armas (el Imperio de la muerte externa). La 2ª Bestia utiliza la mentira, para engañar a todos. Es el engaño hecho sistema (al servicio del Sistema), una especie de inmenso Ministerio de Propaganda, para cautivar la mente de los hombres. Pero un Ministerio de Propaganda que parece una oficina de iluminación social, con caramelitos y peliculas light, nada del circo de fieras del Ministerio de Propaganda de Roma (panem et circenses), nada de las simplezas eficaces de Goebbels (al servicio de la SS y GESTAPO de Himmler).

Nunca que yo sepa se había dicho nada semejante, nada más profundo. Juan profeta sabe que el poder miente, y que el poder absoluto miente siempre "divinizando" su mentira para mantenerse. Ésta 2ª Bestia es la filosofía al servicio del Imperio, la religión y los medios de comunicación al servicio de lo mismo. Éste es el Segundo Poder, la mentira que mata, los medios de comunicación que envenenan la vida de millones de personas.
Así lo mostrarás estas reflexiones que escribí para mi comentario del Apocalipsis y, sobre todo, para un texto homenaje que los profesores de la Facultad de Información de la Universidad de la Iglesia católica de España ofrecimos a nuestra primera Decana,la profesora M. Teresa Aubach, a quien quiero recodar con inmenso cariño. Buen día a todos, con lobitos y corderos.Para mañana o pasado mañana dejo el final más excitante, el 666 con el que termina el texto
Texto, la Segunda Bestia
Ap 13, 11Vi otra Bestia que surgía de la tierra: tenía dos cuernos como de Cordero pero hablaba como Dragón. 12Ejercía todo el poder de la primera Bestia en favor de ella, haciendo que la tierra y todos sus habitantes adorasen a la primera Bestia, aquella cuya herida mortal había sido curada. 13Hacía grandes prodigios, hasta el punto de hacer bajar fuego del cielo sobre la tierra a la vista de los hombres. 14Seducía también a los habitantes de la tierra con los prodigios que se le había otorgado realizar en favor de la primera Bestia, y los incitaba a levantar una estatua en honor de la Bestia que fue herida de espada y revivió.
15Se le concedió dar vida a la estatua de la bestia, de modo que incluso pudiese hablar, y se le dio poder para hacer morir a cuantos no adorasen la estatua de la bestia. 16Hizo también que todos, grande y pequeños s, ricos y pobres, libres y esclavos llevasen grabada una marca en la mano derecha o en la frente. 17Y sólo quien llevaba grabado el nombre de la bestia o la cifra de su nombre podía comprar o vender.
18Aquí se debe aplicar la sabiduría. El que presuma de inteligente pruebe a descifrar el número de la bestia, que es número humano: seis, seis, seis.
Bestia de la tierra
La Bestia anterior (que surgía del mar occidental y era expresión del poder político de Roma, que viene de Occidente) culmina y realiza su función a través de esta Bestia de la tierra (religión de oriente, pensamiento filosófico, propaganda política), que en el resto del Ap aparece como Ministerio de Falsa Propaganda, información perversa o Pseudo-profeta (16, 16, 13; 19, 20; 20, 10). Ella se convierte así en figura central del anti-apocalipsis, el signo final de la perversión humana. Ella es un tipo de Bestia Helena (pensamiento del sistema divinizado), la Bestia de un pensamiento/religión vendido al poder.
El verdadero Dios, Señor de la vida, se manifiesta por Jesús a los profetas (cf. 1, 1-3), entre los cuales se encuentra Juan, autor de nuestro libro de protesta creadora (cf. 10, 7; 22, 6-19). Estos profetas de la verdad aparecen ahora como mártires de la comunicación: proclaman la verdad y se dejan matar porque se oponen a la perversión suprema de la segunda Bestia (cf. 11, 1-13) que es la perversión de la inteligencia, la religión y propaganda que se pone al servicio del poder y la mentira.
Esta Segunda Bestia, propia de la tierra del oriente, la forman los sacerdotes y/o filósofos de la Bestia Primera. Ellos son los funcionarios y fieles servidores de un estado de violencia, los propagandistas de eso que pudiéramos llamar la "verdad secuestrada" de la burocracia romana. En un texto anterior de este mismo libro (Ap en 6, 15) aparecían los enemigos del Cordero, los violentos de la historia: reyes, nobles, comandantes militares, ricos y poderosos de la tierra. Todos ellos se mostraban como siervos del poder perverso. Pues bien, ahora se unifican y condensan en esta única bestia, que es la falsa cultura al servicio del imperio. Más adelante (Ap 17) aparecerá una tercera figura perversa donde viene a culminar eso que pudiéramos llamar el triángulo satánico, la perversión suprema de los poderes de la tierra:
Las dos bestias se necesitan, como dos “personas de una misma maldad”:
– La 1ª Bestia es el Poder puro con rasgos coactivos y militares; lo podemos identificar con el Poder militar (el imperio está regido por el Comandante supremo, el generalísmo del ejército); a su servicio se encuentra la administración, aquello que actualmente llamaríamos el ejecutivo.
– La 2ª Bestia que ahora presentamos es el poder con rasgos ideológicos, como seguiremos mostrando en lo que sigue. Ella está cerca de lo que hoy podríamos llamar el poder legislativo e informativo (ambos unidos); es la "verdad que se autoproclama" e imponr al servicio de la bestia, la cultura, la religión vendida al poder perverso, la ideología que trabaja para la mentira organizada, poniéndose al servicio del puro poder militar. Nadie había logrado desenmascarar así esta segunda Bestia, nadie la había descrito con tanta hondura. Por primer vez, Juan nos ofrece una radiografía descarnada y demoledora de esa "inteligencia sacral" puesta (vendida) al servicio de la Bestia.
– La 3ª Bestia aparecerá más tarde en forma de prostituta, en Ap 17. Ella es signo de la economía pervertida, es lo que hoy llamaríamos el poder económico, el mercado y capital como principio rector de la vida. Aquí no podemos describirla con mayor detalle.
Dejemos a un lado ese tercer poder, simbolizado por la economía (la prostituta de Ap 17). Evocaremos los rasgos principales del segundo poder, encarnado en la ideología falsa. Esta es, a mi juicio, la aportación fundamental del Ap a la historia de la cultura de occidente.
Recordemos que Juan, autor del Ap, es un profeta, hombre de la palabra, un verdadero comunicador. Está enraizado en la tradición de la profecía y apocalíptica israelita y no tiene más fuerza que esa palabra. No dispone del poder militar, político, ni económico; no es sacerdote al servicio de un sistema sacral. Su único potencial de influjo es la palabra, una "pobre" palabra escondida, que no logra publicar en los medios oficiales del imperio. Pero esa palabra de nuestro profeta, su antiideología liberadora, se dice y expande boca a boca, panfleto a panfleto, con las técnicas siempre repetidas del "periodismo underground", de tal manera que ella se escucha pronto en todos los rincones del imperio.
Como he indicado ya, nos encontramos en el centro de la más moderna de todas las batallas, la batalla de la comunicación. Conforme a nuestro texto, se están enfrentando los dos grandes principios de la historia: por una parte se alza la información mentirosa, el falso profeta al servicio de la Bestia; en contra de él se eleva la comunicación gratuita, creadora, que se apoya en el Cordero (Jesús) y se encarna en el autor del Ap y en su escuela.
Un ejemplo de la mentira ideológica
Culto imperial, sacerdotes del imperio. A la cabeza del culto al emperador se encontraba en Éfeso el Sumo Sacerdote de Asia que cambiaba anualmente y era, al mismo tiempo, presidente del Congreso asiático. Por esta cualidad ostentaba el nombre de Asiarca. Era el dignatario de mayor categoría de la provincia y a la vez uno de los hombres más ricos e importantes, perteneciente siempre e a las familiar más acomodadas de los lugares comerciales de Aria Menor, y por ello procuraba eternizar el recuerdo de su año en este templo, mediante representaciones, construcciones y fundaciones...
En Éfeso el culto a Domiciano podía y debía desarrollarse no sólo respecto al servicio divino, sino también en los aspectos político y psicológico de las masas. El Sumo Sacerdote de Domiciano era, no sólo la superior autoridad eclesiástica del sacerdocio de Asia Menor, sino, además, el hombre político de confianza y el portador de las normas de la idea imperial en la provincia. El nuevo templo a Domiciano, en el que ejercía su cargo, fue el lugar apropiado para celebrar las sesiones del Congreso Asiático...
Inauguraba las fiestas un grandioso sacrificio al emperador... Este era el momento favorable para la realización de toda clase de farsas en torno a la imagen imperial. Podían oírse voces y reconocerse movimientos cuya explicación pertenecía al sentido profético del Sumo sacerdote... La nueva efigie imperial era como una imagen milagrosa, como la imagen legítima del Dios, pues justamente es en Asia Menos donde habían arraigado tales dogmas... (E. Stauffer, Cristo y los Césares,, Madrid 1956, 246-249).
Dinero y culto. El dogma imperial de Domiciano poseía en Éfeso toda clase de posibilidades para hacerse popular. A quienes nunca entraban en el templo se les apartaba de las espontáneas manifestaciones de las masas o se les echaba del ciclo... Aún disponía el emperador de otro camino: era el de las finanzas, concentradas en aquel entonces en Éfeso en las manos del Sumo Sacerdote y Asiarca.
El templo de Artemisa en Éfeso venía sosteniendo desde hacía siglos un banco... En él se acuñaron primeramente las monedas imperiales... sobre todo los denarios con la efigie de la Madre del Dios o de su Hijo que asciende al cielo; además, las acuñaciones del Senado en agradecimiento a la afortunada salvación de Domiciano... Por especial encargo de la central romana se acuñaron también en Éfeso algunas monedas imperiales... Todas estas monedas muestran en el anverso una efigie de Domiciano, la mayor parte de las veces con los rasgos de Zeus y la leyenda al Augusto Emperador Domiciano... No hay que extenderse mucho sobre el efecto de esta propaganda de culto político-monetario. Llegaba incluso hasta el último hombre... El rechazar el dinero con el dogma imperial implicaba separarse automáticamente de la vida económica y prácticamente quedar condenado a morir de hambre (E. Stauffer, O. c., 254-255).
Profundiza en el tema D. Cuss, Imperial Culto and Honorary Terms in the NT, Paradosis23, Fribourg Sw. 1974, 50-112, estudiando las medallas imperiales con el " signo" de la Bestia y destacando las conexiones entre economía e ideología en el imperio romano en tiempo del Ap. .
Una descripción de la Segunda Bestia
Allí donde nos dejó Juan seguimos estando nosotros. La información (los medios de comunicación) pueden convertirse en Segunda Bestia de mentira al servicio del puro poder... o pueden transformarse en principio de libertad, al servicio del ser humano, especialmente de los últimos y perseguidos de la tierra. Así ha evocado Ap 13 estos dos poderes supremos, el político-militar (Bestia 1ª) y el informativo-religioso (Bestia 2ª). Estos son los rasgos principales de esta Segunda Bestia, que es la antítesis de la profecía, de la información auténtica:
– Tiene dos cuernos semejantes a un Cordero... pero habla como Dragón (13, 11-12). Parece cordero bueno, en el sentido del Cristo: débil, veraz, sacrificado... Pero todo el texto que sigue mostrará su mentira y mostrará que es cordero perverso, que se opone a los buenos profetas (cf. Ap 11, 1-13); es engaño organizado al servicio del poder y del dinero. Por eso se dice que habla al servicio del Dragón, pregonando su poder, para que todos queden admirados de su fuerza y le rindan reverencia. Es inteligencia y palabra al servicio de esa Bestia, es la "palabra" de los poderesos, destructores, de la tierra. Para Juan, autor del Ap, el peligro supremo del mundo no está en los poderes de la armas, ni siquiera a las penurias y estrecheces económicas. A su juicio, el peligro que puede destruirnos es la inteligencia mentirosa, es la corrupción de la mente al servicio de la adoración perversa.
– Y hace grandes señales... (13, 13-15). Este mal cordero se sitúa en la línea de los profetas falsos a los que aludía en otros lugar el evangelio, aquellos que realizan señales y prodigios, capaces de engañar, si fuera posible, a los mismos elegidos (cf. Mc 13, 22 par). Estamos en un mundo hecho feria de ilusiones y mercado de múltiples engaños. Entre ellos resalta nuestro texto dos signos que se oponen, en contraste intencionado, a los signos que siguen ofreciendo los auténticos profetas de Ap 11, 5.11.
Este Falso Profeta hará que baje fuego... ¿Cómo? Posiblemente a través de trucos técnicos: encendiendo a distancia una llama, en acto de culto oficial. En segundo lugar, este mal profeta hará que levanten una estatua de la Bestia, que fue herida de espada y revivió... y dará aliento a la estatua de la Bestia, de modo que incluso pueda habla: alude al culto de Roma y su César, a cuyo servicio se crearon en la zona de Asia Menor las estatuas parlantes, capaces de emitir sonido al ser atravesadas por el aire..., en festival de engaños y cultos pseudo-religiosos, de curiosidad sacral, de credulidad supersticiosa. Juan ha destacado de esa forma el gran engaño: el culto imperial hecho principio de conocimiento invertido para el imperio. El servicio del estado es aquí el único principio de moral, la razón originaria, el más hondo interés del Falso Profeta. Las restantes razones resultan secundarias: este es el fuego del poder, la palabra de la autoridad perversa.
– Ya hace que todos, grandes y pequeños, lleven la señal (de la Bestia) en su mano o en su frente, de manera que no pueden comprar ni vender si no la llevan... (13, 16-17). Pasamos del plano sacral/intelectual al económico donde se expresa el último sentido del saber y de la ciencia, la más honda religión imperial.
Quien no lleve el signo de la Bestia, quien no adore su poder, no puede comprar ni vender: queda expulsado del mundo comercial del imperio. Esta es la última verdad hecha mentira: quien no acepte la ideología de la Bestia, quien no defienda sus estructuras sacrales, no puede comer (ni comprar ni vender, ni alcanzar puestos oficiales de trabajoe en la administración).
El comercio de Roma aparece estructurado de forma sacral: sólo puede disfrutar la economía y cultura de las ricas provincias romanas de Asia Menor, lugar donde viven las comunidades cristianas de Juan, quien asuma los principios de sacralidad del imperio que defienden, como profetas de opresión organizada, los filósofos y sacerdotes, los propagandistas y periodistas, de la 2ª Bestia.
Apocalipsis, enmienda a la totalidad
Se vinculan de esa forma cultura y religión, economía y política. Este es para Juan el reto supremo para las comunidades cristianas (y humanas) de Asia Menor. El Imperio romano se absolutiza a sí mismo, no sólo en plano militar (de administración política del poder) sino también en el ideológico y económico. Si quieren participar de la vida del Imperio, los cristianos tienen que aceptar la política de Roma, no sólo en sentido externo (orden cívico, intercambios económicos neutrales) sino en sentido religoso-cultural más hondo.
Pues bien, a los ojos del autor del Ap, ser cristiano significa elevar una especie de enmienda a la totalidad. Otros grupos pasan de largo, algunos cristianos de tipo más intimistas, a los que el mismo libro ha llamado nicolaítas y jezabelianos (Ap 2-3), han visto las cosas de otra forma, defendiendo a fin de cuentas la doble verdad: podemos ser interiormente cristianos; en el plano externo (de la economía y los gestos civiles) tenemos que portarnos como fieles ciudadanos del imperio; ser cristiano es sólo un gesto interior, una verdad privada.
En contra de eso, el profeta Juan ha pensado que la ideología y vida económica que promueve la 2ª Bestia de Roma significa una idolatría: dejar a Dios, pervertirse en la mentira y en la utilización de tipo comercial. Para Juan, la verdad del Cristo (del cordero) obliga a los creyentes a oponerse a la mentira organizada de la Segunda Bestia. Por eso ha dicho antes que los creyentes han de estar dispuestos a sufrir las consecuencias de su fidelidad (quien al exilio al exilio, quien deba morir muera: 13, 10). Así lo repita ahora.
Como estamos diciendo, esta Segunda Bestia o Pseudoprofeta es la mentira al servicio de la pura violencia (del imperio), es la ideología de la opresión, que regula las leyes del mercado (de manera que sólo los fieles a la Primera Bestia puedan comprar y vender). Evidentemente, este "profeta" es la racionalidad de Roma, es la "verdad" que se propaga por todos los medios oficiales de comunicación de un imperio que quiere justificarse a sí mismo.
Los signos supremos de esta Segunda Bestia son los edictos imperiales y las monedas con la efigie de los dioses de Roma; signos de la Bestia son las grandes fiestas, las celebraciones imperiales, el orden que Roma ha establecido sobre el mundo. En contra de ella, Juan puede parecer un profeta reaccionario; pero es el profeta de la libertad y de la verdad, es eso que pudiéramos llamar el principio ético de la comunicación al servicio del ser humano, especialmente del más oprimido.
Conclusiòn. ¿Cualquier parecido con la realidad actual, con los edictos FMI, con el pensamiento único, con... ?