8.8.2022. Domingo de Guzman, Orden de Predicadores (OP). Francisco y Domingo: Volver a la raíz del evangelio
Celebramos hoy la memoria de Domingo de Guzmán (1170-1221), maestro popular y fundador de la Orden de los Predicadores (OP, Dominicos).
Domingo de Guzman forma con Francisco de Asís la pareja clave de recreadores cristianos de la Edad Media, a comienzos del siglo XIII. Hoy como entonces necesitamos un nuevo Domingo, un nuevo Francisco, para dar vida al evangelio en este tiempo convulso de comienzos del siglo XXI.
Así lo indicaré, presentando primero una breve semblanza de Domingo, para vincular después a Domingo con Francisco, como testigos y promotores de un retorno necesario a la raíz del evangelio, si no queremos que se hunda y destruya totalmente, sin dejar ni rastro, nuestro cristianismo triunfal de cruzada heredado del siglo XX. En esa línea se sitúa la experiencia y tarea actual de un nuevo Pentecostés
Así lo indicaré, presentando primero una breve semblanza de Domingo, para vincular después a Domingo con Francisco, como testigos y promotores de un retorno necesario a la raíz del evangelio, si no queremos que se hunda y destruya totalmente, sin dejar ni rastro, nuestro cristianismo triunfal de cruzada heredado del siglo XX. En esa línea se sitúa la experiencia y tarea actual de un nuevo Pentecostés
| X. Pikaza
DOMINGO DE GUZMAN, SEMBLANZA(1170-1221).
Religioso, predicador popular y fundador de la Orden de los Predicadores, OP (llamada también de los dominicos).
Nació en Caleruega de Burgos, en Castilla, y fue canónigo de Burgo de Osma. Estudió y enseñó en el Estudio General de Palencia (que se convertiría después en la Universidad de Salamanca).
Siendo canónigo, acompañó a su obispo como embajador de Castilla ante el Rey de Dinamarca y después se estableció en el sur de Francia como predicador, para la instrucción y “conversión” de los cátaros.
Fundó para ello una Orden de Hermanos Predicadores, mendicantes (sin abadías ni propiedades), escribiendo las normas básicas de la Orden y organizando la vida de los religiosos, con un régimen democrático de fraternidad, que ha influido después en la vida social y religiosa de la cristiandad.
La vida y obra de Domingo de Guzmán sigue siendo uno de los testimonios más intensos de búsqueda de verdad y de fraternidad en la iglesia.
Él y sus primeros compañeros descubrieron que las diferencias entre católicos y cátaros no podrían resolverse por la fuerza: no hay cruzada que convenza, ni ejército que pueda conquistar la paz por medio de la guerra.
Ellos supieron también que resultaba contraproducente (y contraria al evangelio) una misión cristiana que se apoye en el poder y la riqueza. Por eso se establecieron como mendicantes, sin más autoridad que la palabra y el ejemplo de su vida de pobreza.
En esa línea, los Hermanos de la Orden de los Predicadores (OP, dominicos) de Domingo estudian y predican en libertad, sin vivir vinculados a grandes monasterios. Viven en pobreza, rezan juntos y caminan por los pueblos: son mensajeros ambulantes de Jesús y de su vida.
De esta forma redescubren y explicitan la verdad central del evangelio, quedando en manos de los hombres y mujeres que acogen (o rechazan) su mensaje (cf. Liber Consuetudinum, prólogo, en M. Gelabert y J. M. de Garganta, Santo Domingo de Guzmán, Madrid 1947, 864).
Los predicadores de Domingo de Guzmán no llevan espada, ni alforja (dinero), ni van provistos de grandes medios de tipo cultural o social (vestidos especiales, libros propios de los grandes monasterios...).
Son testigos mendicantes de Jesús, portadores de su Palabra.Pasando el tiempo, algunos Hermanos Predicadores de Domingo se harán Padres Maestros y Doctores, buscando una manera coherente y más "científica" de anuncio cristiano, en la línea de las Summas de Tomás de Aquino. Posiblemente ganan en lógica pero pierden en radicalidad cristiana. Más aún, en cierto momento, algunos tenderán a imponer su verdad por algún tipo de fuerza, con inquisiciones e imposiciones socio-religiosas
Pero el testimonio de Domingo y de sus primeros compañeros sigue siendo una de las fuentes que inspirado y sigue el pensamiento católico, que sería impensable sin ellos (como muestra el índice de autores dominicos que citamos al final de este libro) (cf. Pikaza, Diccionario de Pensadores cristianos).
II. DOMINGO Y FRANCISCO.VOLVER A LA RAÍZ DEL EVANGELIO
Fue en el comienzo de un siglo XIII traumático, tan traumático como nuestro siglo XXI. Habían fracasado las cruzadas, el camino anterior de la iglesia parecía inviable.
Superando esta visión del fracaso de las cruzadas, recreando el evangelio, surgieron, a comienzos del siglo XIII los caminos de Francisco y domingo. Así los describe en el siglo XVI Fancisco Zúmel (imagen, cuadro de Zurbarán), teólogo Y Maesto General de la Merced. Desde ese fondo presentaré en RD y FB, en los próximos días, un breve modelo prospectivo de recreación del cristianismo.
Necesitamos un nuevo Domingo, un nuevoy Francisco, como descubrió en su momento Ignacio de Loyola, como dijo en su "Historia de la Merced" F. Zúmel. Pero tenemos que recrear, desde nuestro tiempo, su figura y movimiento, a no ser que queramos que se hunda nuestra iglesia siglo XXI, nuestro cristianismo de la mentira organizada y del capital que a todos esclaviza.
1.- Introducción: los dos problemas.
El tiempo del cristianismo militante de las cruzadas había terminado sin que los cristianos conservaran Jerusalén o recrearan allí su experiencia religiosa. Los problemas de la fe no estaban a ultramar (ni se resolvían alistándose en la guerra), sino dentro de la misma cristiandad amenazada por sus contradicciones. Para resolverlos era necesaria una nueva pasión por la pobreza (desprendimiento evangélico) y la verdad (conocimiento liberador), en visión más honda y radical del evangelio.
– Cuando la mayor parte de España estaba oprimida... y el estandarte de la cruz era tratado sin honor alguno..., surgió la orden de predicadores para iluminar la fe de Cristo y para que pudieran enseñarse los caminos verdaderos de la salvación, de tal manera que los hombres no se terminaran arruinando en forma miserable en razón de su ignorancia.
– Cuando el mundo se encontraba lleno del deseo de riquezas, cuando ardía y casi se encontraba poseído ya por el furor de la soberbia, surgió la orden más humilde del seráfico Francisco, para abajar la soberbia, templar el ansia de riquezas y dar ejemplo de humildad y de paciencia [Zúme].
Certeramente diagnostica Zúmel: había división entre pueblos; musulmanes y cristianos se enfrentaban en batalla. Pero el auténtico problema era la falta de conocimiento y la ansiedad de las riquezas, como vieron Domingo y Francisco.
– El ser humano vive y se despliega en clave de verdad. Por eso, la fe no se puede imponer a los contrarios: no se gana la verdad con guerras. En la línea de Jesús, los hermanos de Domingo han de ser predicadores de la palabra, hermanos pobres que extienden evangelio sin imposiciones. Avanzando en esa línea, ellos serán pedagogos, sabios en filosofía y teología, para iluminar (transformar) a los infieles a nivel de conocimiento.
– El segundo problema es la práctica de vida los creyentes, vinculada a la pobreza y comunicación de bienes. No basta la palabra, es necesario el compromiso en favor del evangelio. Infieles y cristianos viven igualmente dominados por la sed de la riqueza: luchan por tener y controlar los bienes de la tierra. Sobre ese fondo ha de surgir un testimonio diferente, un nuevo ejemplo de acción (de vida activa), en seguimiento de Jesús, en humildad y cercanía con los pobres. Aquí se han situado Francisco y sus hermanos menores, testigos de solidaridad.
Ciertamente, había otros problemas, estos eran los mayores: el deseo de un saber impositivo, el ansia de riquezas. De ellos hablaremos brevemente.
Más allá de la violencia, la palabra: Domingo de Guzmán
En el plano del saber se han situado los Hermanos Predicadores de Domingo que defienden y propagan la verdad por el anuncio (predicación). Han descubierto que las diferencias no se pueden resolver por fuerza: no hay cruzada que convenza, ni ejército que pueda conquistar la paz por guerra. El camino de Jesús se expresa a través de la palabra, como sabe la parábola del sembrador (cf. Mc 4). Por eso, los amigos de Domingo estudian y predican para expandir el evangelio a través de la palabra. Viven en pobreza, rezan juntos y caminan por los pueblos: son mensajeros andantes de Jesús y de su vida. De esta forma redescubren y explicitan la verdad central del cristianismo, tal como se expresa en el mandato misionero (cf. Mc 6, 6--13; Mt 10, 5-15): ofrecen con su vida el testimonio de Jesús, sin más riqueza que su palabra, sin más poder que la ayuda humana (curaciones) que expanden sobre el mundo. Así quedan en manos de los hombres y mujeres que acogen (o rechazan) su mensaje [11]:
En la raíz del gesto de Domingo y sus Hermanos Predicadores está la experiencia de un anuncio no violento de Jesús. Los misioneros no llevan espada, ni alforja (dinero), ni repuestos de tipo cultural o social (vestidos, libros...). Son mendicantes, dan de balde lo que tienen (su palabra) y reciben aquello que les pueden ofrecer (comida, casa), quedando indefensos en manos de los hombres y mujeres a quienes se dirigen.
Son mendicantes como el Cristo, por gracia y no por miseria, pues quieren compartir bienes y vida con la gente del entorno. Saben que toda imposición es mala y que el triunfo que se logra por medios militares constituye en el fondo una derrota. Por eso ofrecen gozosamente lo que tienen y quedan a merced de aquellos que escuchan o no escuchan su palabra, como quiere Mc 6, 6-12 par.
Pasando el tiempo, los Hermanos Predicadores de Domingo se harán Padres Maestros y Doctores, buscando una manera coherente y más "científica" de anuncio cristiano, en la línea de las Summas de Tomás de Aquino. Posiblemente ganan en lógica, pero pierden en radicalidad cristiana. Más aún, en cierto momento, algunos Hermanos Predicadores tenderán a imponer lo que creen verdad con razones de fuerza, inquisiciones y exigencias vinculadas a un tipo de espada. Por bien de la iglesia es preciso que vuelvan a sus raíces dominicanas: al servicio encarnado y pobre de la Palabra que se ofrece sin violencia sobre el mundo.
Pobreza y solidaridad. Francisco de Asís.
En perspectiva convergente, Francisco de Asís con sus Hermanos Menores ha ofrecido testimonio de vida cristiana allí donde amenaza el poder de las riquezas. Sabe que en el base de toda la injusticia y lucha de la tierra hay un ingente anhelo posesivo: el enemigo de la fe no es la presencia musulmana, es la avaricia de los creyentes, la espiral de riquezas y poderes que amenazan la vida de los fieles. La guerra, igual que la mentira y opresión intelectual, nace de la codicia. En contra de eso, la verdad es gracia y sobrepasa el nivel de los deseos: sólo conoce de verdad y encuentra al Cristo, transcendiendo la violencia de la tierra, quien rechaza la opresión de las riquezas. Desde este fondo, condenando el ideal de conversión por la violencia que late en las cruzadas, Francisco ha formulado nuevamente los principios de la paz cristiana:
Los hermanos, dondequiera que se encuentren sirviendo o trabajando en casa de otros, no sean mayordomos ni cancilleres, ni estén al frente de la casa en que sirven... Y por el trabajo pueden recibir todas las cosas que son necesarias, menos dinero. Y cuando sea menester, vayan por limosna, como los otros pobres. Y pueden tener las herramientas e instrumentos convenientes para sus oficios... Guárdense los hermanos, dondequiera que estén, en eremitorios o en otros lugares, de apropiarse para sí ningún lugar, ni de vedárselo a nadie. Y todo aquel que venga a ellos, amigo o adversario, ladrón o bandido, sea acogido benignamente (Francisco de Asís, Regula, I, 7).
Por eso, ninguno de los hermanos... tome ni reciba ni haga recibir en modo alguno moneda o dinero ni por razón de vestidos ni de libros ni en concepto de salario por cualquier trabajo... Empéñense todos los hermanos en seguir la humildad y pobreza de Nuestro Señor Jesucristo y recuerden que nada hemos de tener en este mundo, sino que, como dice el apóstol, estamos contentos teniendo qué comer y con qué vestirnos (1 Tim 6,8). Y deben gozarse cuando conviven con gente de baja condición y despreciada, con los pobres y los débiles, y con los enfermos y leprosos y con los mendigos de los caminos (Ibid I, 8. 9)[13].
A partir de Cristo-pobre, Francisco no compite contra nadie: vive en actitud de entrega confiada con (entre) los pobres. De esa forma redescubre y explicita desde el evangelio una serie de valores que pueden ayudarnos a seguir al Cristo, dentro de la nueva situación que nace entre los pueblos europeos con la burguesía. Más que una Orden religiosa, ha suscitado un movimiento de evangelio. Estos son sus corolarios principales:
– Ley del trabajo. Como los pobres del mundo, los Menores de Francisco deben trabajar: llevan su herramienta y la utilizan allí donde alguien pide o necesita su servicio, como verdaderos proletarios; pero ellos no venden su trabajo, como harán más tarde los obreros explotados, sino que lo regalan, dándolo de balde, allí donde alguien pide o necesita su servicio.
– Superación del sistema salarial.Los Hermanos no rechazan el salario por sentirse superiores, ni tampoco por principios teóricos, sino porque se ponen muy abajo, en la más honda pobreza de la tierra: ofrecen lo que tienen y después no exigen nada, nunca obligan, no se imponen. Regalan su riqueza y confían recibir la de los otros. De pronto, sobre el viejo mundo roto por la lucha del dinero ellos suscitan un camino de esperanza.
– Rechazo del capital. Conforme a lo anterior, los Hermanos no se apropian cosa alguna como propietarios, ni siquiera se hacen dueños de la tierra donde duermen (cf. Mt 8, 10): quieren compartir trabajo y bienes, caminos y pobreza, con los habitantes de su entorno. De esa forma los descubren como hermanos, en fraternidad que abarca a bandidos o ladrones, herejes, musulmanes o paganos...
Según eso, no es precisa la cruzada. El evangelio no se puede vincular a las batallas. Los Menores de Francisco extienden Reino con su propia pobreza y su experiencia de encuentro fraterno con los pobres.