En 2018, una organización pagó a exgentes del FBI para elaborar dosieres sobre los electores ¿Vuelven los informes con trapos sucios de cardenales para influir en el cónclave?

La tentación es tan antigua como la historia de la Iglesia. Situarse a la derecha de quien ostenta el carisma, la influencia o el poder, o maniobrar para poder conseguir ese lugar privilegiado. No todos hacen caso a la máxima que resfrescó Francisco nada más ser elegido Papa: el poder es el servicio
En vísperas de cónclave, y con indisimuladas ganas por parte de los sectores más conservadores de tratar de revertir el signo de este pontificado, ¿cómo se trata hoy de influir en la voluntad de ese selecto grupo de 134 cardenales que elegirán a quien guiará ahora la nave de la Iglesia universal?
La tentación es tan antigua como la historia de la Iglesia. Situarse a la derecha de quien ostenta el carisma, la influencia o el poder, o maniobrar para poder conseguir ese lugar privilegiado. No todos hacen caso a la máxima que resfrescó Francisco nada más ser elegido Papa: el poder es el servicio. Por eso, en vísperas de cónclave, y con indisimuladas ganas por parte de los sectores más conservadores de tratar de revertir el signo de este pontificado, ¿cómo se trata hoy de influir en la voluntad de ese selecto grupo de 134 cardenales que elegirán a quien guiará ahora la nave de la Iglesia universal?
Desde hace meses, las especulaciones sobre la salud de Francisco han hecho surgir listas con los nombre de los papables para sustituir al primer Papa “llegado del fin del mundo”. Francisco las conocía. E incluso coincidía con esos papabili en ceremonias. Siempre eran los mismos nombres. Las mismas caras. Lógico: era una única lista la que circulaba, luego repicada hasta el hartazgo, en primer lugar, en los portales, cadenas y blogs más ultras de los Estados Unidos, de donde partía precisamente ese listado.
El país con uno de los episcopados más refractarios al pontificado de Jorge Mario Bergoglio, donde su apuesta por una Iglesia más social chocaba con una visión más tradicionalista, acoge también entre sus fieles a dueños y donantes de esos medios que hacían circular la lista de papables, dominada mayoritariamente por los cardenales más conservadores y abiertamente contrarios a Francisco.
El tridente más crítico con Francisco
Algunos de ellos estaban también en primera fila durante el rezo diario del rosario en la plaza de San Pedro durante los 38 días que Francisco estuvo ingresado en el Policlínico Gemelli. Entre ellos, el tridente más crítico con el Papa, el cardenal guineano Robert Sarah (79 años), el cardenal alemán Gerhard Ludwig Müller y el cardenal estadounidense Raymond Leo Burke (76 años).

Realmente resultaría muy sorprendente que la venidera fumata blanca fuese por la elección de algunos de estos purpurados, pero de entrada consigue el efecto deseado por los promotores de esa lista: martillear con las opciones más conservadoras, aunque en principio no sean las más factibles. Se aduce que, ante el Colegio Cardenalicio más global y disperso en dos mil años de historia (hay un cardenal en Mongolia, donde no llegan a 2.000 los católicos), lo conveniente era que los purpurados entrasen a la Capilla Sixtina para el cónclave con la lista ya hecha, dado que muchos de ellos no han cruzado ni una palabra entre sí.
Como si no tuviesen grupos de WhastApp. Como si no brujuleasen con seudónimos en las redes sociales. Como si ignorasen que Elon Musk les puede ayudar a ganar la partida desde su plataforma X, como intentó en las recientes elecciones alemanas. No es una mera sospecha. Es un temor fundado que recorre los pasillos del Vaticano.
Inclinar la balanza
“La tradición de los vaticanistas es poner en marcha cavilaciones y quinielas con diversas intenciones para mantener vivo el interés de la gente y mandar un mensaje indirecto a los posibles votantes. Lamentablemente, hay grupos ultras que cuentan con muchos medios y artimañas que buscan inclinar la balanza a su favor”, dice uno de los miembros del Colegio Cardenalicio en información recogida por El Confidencial.

Pero el intento que pretende esta lista que se ofrece en esta web, que ya conocen todos los cardenales electores, y que ha sido rebotada incluso por los más prestigiosos medios de comunicación del mundo, no es nuevo, y siempre viene del mismo lado: los medios más conservadores de los Estados Unidos, epicentro más económico que intelectual de la resistencia organizada contra Francisco.
El peligro de cisma que ha vuelto a sacar estos días el cardenal Gerhard Müller a la palestra fue alentado desde aquellas latitudes. Reconstruyó su entramado el periodista Nicolas Senèze en el libro Cómo América quiere cambiar al Papa, donde se desmenuzaba la galaxia de la extrema derecha estadounidense para influir en la celebración de un eventual cónclave.
¿Qué es el Red Hat Report?
Allí se habla del denominado Red Hat Report (que podríamos traducir por Informe Birrete), que pretendía elaborar informes comprometedores sobre cada cardenal elector e incluso -como recogía estos días la prensa italiana- modificar los perfiles de los cardenales en Wikipedia, la fuente en la que iban a buscar información los secretarios de los purpurados para ofrecérsela en bandeja ya casi deglutida.

De aquel intento dio cuenta en 2018 el National Catholic Reporter (NCR). “Durante el Cóctel Red Hat del 30 de septiembre 2018, celebrado en el campus de la Universidad Católica de América para el lanzamiento del proyecto, el director de operaciones y el director de desarrollo del grupo realizaron una presentación en la que se preguntaba si Francisco habría sido elegido papa en 2013 si los electores reunidos hubieran tenido acceso a la investigación de la oposición en ese momento. El grupo, en su material impreso, expuso su ambición de expandir su investigación a todo el episcopado, no solo a los cardenales, y de convertirse en una comisión permanente”, informaba entonces Tom Roberts.
Según el plan, de ocho puntos, el equipo -formado por un centenar de personas, entre investigadores, académicos, periodistas y hasta 10 exagentes del FBI- “auditará a los cardenales para identificar a aquellos con acusaciones creíbles de escándalos, abusos o encubrimientos, e investigar quiénes han respondido con firmeza contra la corrupción”.
Seis 'detectives' por cardenal
“El grupo pretende utilizar esta información para elaborar un dossier, realizado a la manera de una investigación de oposición política, sobre cada cardenal elector, así como sobre los cardenales influyentes o de mayor edad vinculados con abusos o corrupción”, señala Roberts desde el NCR, quien había tenido acceso a dos cartas en las que se daba cuenta del proyecto.
El presupuesto que manejaba este grupo -auspiciado por la organización Better Church Governance, es decir, Grupo para una Mejor Gobernanza de la Iglesia- era de un millón de dólares para elaborar, en un plazo de dos años, informes sobre cada cardenal elector. Seis personas investigaban a cada purpurado.

En aquella presentación del proyecto durante el citado Cóctel, un asistente al mismo informó al NCR que “una diapositiva de la presentación contenía la siguiente declaración: ‘Si hubiéramos tenido el Informe Red Hat, quizá no habríamos tenido al papa Francisco”.
"Si hay un rumor de que es homosexual..."
“Cuando un asistente preguntó si el informe indicaría si los cardenales son homosexuales, respondió que el informe seguiría la ley civil según fuera necesario, pero también seguiría la ley moral de la Iglesia, y agregó: ‘Si hay un rumor de que es homosexual, se anotará con mucho cuidado... pero debemos estar seguros’”, informó por su parte en aquel entonces el portal de información religiosa Crux.
En la actualidad, no hay indicios claros de que el proyecto esté activamente en marcha, aunque quién sabe, quizás aquella inversión millonaria de la que se informó entonces esté ya dando algún fruto. Y también es cierto que, en los últimos tiempos, el propio Vaticano ha reforzado sus sistemas de información, empezando por la potenciación de sus servicios de noticias a través de Vatican News, con lo que los cardenales y sus secretarios tienen más opciones que las de Wikipedia... o informes secretos con sesgo previo.
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