"Jesús no ha puesto las perlas en lo alto de las montañas" Alfonso J. Olaz: "Quien no sirve para servir, no sirve para vivir"
"Pasan y pasan, la muchedumbre cansada, la gente somnolienta y despistada delante del Evangelio"
"Mientras no vayamos a nuestro interior, será absurdo y una pérdida de tiempo leer los evangelios"
El Evangelio guarda muchas perlas preciosas, que siguen todavía sin descubrir, esto es una maravilla: que estén ahí, a la vista de todos y todavía son muy pocos los que se han parado por un momento y lo hayan visto con la claridad del Alma.
Pasan y pasan, la muchedumbre cansada, la gente somnolienta y despistada delante del Evangelio y pisando sin vista no se han tropezado con Él.
Imagínate que paseando por la calle principal de tu ciudad te encuentras con un tesoro,
y pasan cientos y cientos de personas y nadie se lleva ese tesoro, todos pisan más suave, más fuerte, avanzan más despacio, más rápido, nadie se ha tropezado con Él, algunos casi lo han tocado, entre la muchedumbre nadie lo ve y así durante años y años.
¡Esto es cierto! Desgraciadamente pasa todos los días, son muy pocos los que lo ven, se paran, escogen la perla que necesitan y dan las gracias a su alma. ¡Queda tanto por descubrir! Mientras no vayamos a nuestro interior, será absurdo y una pérdida de tiempo leer los evangelios.
Si no los haces vida, serás como los cientos de personas que 'pasan' por la calle, pisando las baldosas y los adoquines, aplastando charcos, con la amargura de buscar el amor debajo de sus zapatos, y no sentir su alma que está vibrando como el pájaro alrededor de su cuerpo, ya que el cuerpo, el alma y el pájaro, también son iluminación.
Jesús no ha puesto las perlas para que se las coman los cerdos.
No las ha puesto en lo alto de las montañas.
Ni en las simas más profundas
Ni en las mayores profundidades de los Océanos.
Ni en lo más alto de los Cielos.
Ni en los Altares de nuestras Catedrales, ni en las Iglesias de nuestros pueblos y Ciudades.
Las Perlas no están escondidas, están a la vista.
Las ha puesto,
A la luz del día
En el niño desprotegido
En el anciano desamparado
En el pobre malherido
¡Ahí están las perlas de Jesús!
Que con una desnudez desvergonzante
Se deja mirar, tocar y comer.
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