En la cuerda floja
Yo sí necesito tratamiento psiquiátrico. Me lo he recomendado a mí mismo más de una vez. No estoy convencido de que fuera eficaz. Además, a mi edad, pienso que de algo hay que morir. Vitahominis septuaginta anni, et si validi sumus octoginta. Los facultativos dicen que mi organismo, el físico, está perfecto. Obvian el psíquico. Formación médica deficiente.
Mi penúltima locura fue el envío al papa Francisco de uno de mis posts: "Desconcertante Francisco". Lo hice un mes antes de que canonizara en Portugal los dos videntes de Fátima. Insisto en las incongruencias de toda canonización y en la inconsistencia de los milagros. Canonizaciones populistas y oportunistas, algunas también endogámicos.
No me intimida la Curia. Es mi antigua empresa, mi viejo sindicato. En mis tiempos de asalariado y siervo fiel, me tuteaba y chismorreaba con quienes luego vistieron de rojo, de púrpura o de blanco. Ratzinger era miembro de la Comisión Teológica dependiente de mi dicasterio y con él departí y discutí. Semanalmente, hablaba con el pre-santo Del Portillo, causante de muchos desvaríos en el Santo Oficio.
Sé que misivas como la mía no llegan a manos del Papa. Pero quedan. Se archivan en la sección "locos y desesperados". Allí, y no sólo en la sección de personal, me descubrirá otro loco, futuro sagaz historiador, rata de bibliotecas.
Las supuestas aviesas intenciones de Mons. Viganò o sus supuestas mentiras o exageraciones no diluyen aquellos hechos denunciados comprobados o verificables. Las respuestas del Papa y de la Curia son insuficientes. Tampoco basta un simple "mea culpa". Las adhesiones de los obispos americanos son prematuras e interesadas. El encubrimiento de los delitos de los clérigos es atávico, estructural y "legal". Además de mi citado artículo, albergo en mi blog (y en este medio) otros en que explicito mi decepción por la tibieza del actual Papa. Lo peor es que llueve sobre mojado.
"Nuevo Juan XXIII". Así llamaron a Bergoglio algunos periodistas cuando fue elegido en marzo de 2013. Sin embargo, las diferencias son evidentes. Papa Roncalli se impuso a la Curia, siempre denostada y no fiable. Lo hizo a los pocos meses de sentarse en la sede de Pedro. Por cuenta propia, Roncalli anunció un nuevo Concilio, entre otras medidas. Sorprendió y disgustó a los curiales acostumbrados a controlar y ser el Papado. Nada pudieron hacer para frenarlo.
Por el contrario, Francisco, con prolijas peroratas diarias y exhortaciones cansinas a la oración, nada sustancial ha cambiado en la Curia, nada en la estructura jerárquica, nada en la disciplina eclesiástica, nada en el mecanismo de elección papal, nada en la proclamación abusiva de santos, nada en la regulación de conventos y seminarios. El Consejo Consultor se limita a 9 cardenales. Pero ¿qué puede esperarse de 9 cardenales, formados en idénticas aulas, elegidos a dedo por su mismo jefe compañero? Por supuesto, no hay mujeres, ya que ellas son inferiores, son el enemigo de la santidad y sacralidad masculina. La perpetuación de la misoginia judía y musulmana.
Se esperaría una cierta racionalidad tendente a la desaparicion del Colegio Cardenalicio, a la elección descentralizada de los obispos, a la desaparición de títulos absurdos e inútiles (p.e. obispos sin sede, tales como nuncios o curiales), a la desaparición de la Congregación de las Causas de los Santos., a la equiparación de sexos en todos los órdenes y niveles, etc. Después de la laudable mitigación de la persecución a los teólogos progresistas, esperábamos alguna medida tendente a aclarar el fundamento y la obligatoriedad de dogmas indigestos u obsoletos.
Ya que canónicamente y socialmente el Papa tiene sumos poderes, debería ejercitarlos. El Codex le atribuye en excluva una serie de facultades. Al menos esas, las que dependen de él, sin necesidad de soporte curial. Francisco ha sido atrapado en la red tejida por él y por sus antecesores. Si cree que no puede desenmarañarse de dicha red, debería dejar paso. Comprendo que no es el preciso momento para ello. Y lo peor es que tal como está constituida la actual Iglesia jerárquica, particularmente el Senado electoral, los pronósticos distan mucho de ser alagüeños.
Mi penúltima locura fue el envío al papa Francisco de uno de mis posts: "Desconcertante Francisco". Lo hice un mes antes de que canonizara en Portugal los dos videntes de Fátima. Insisto en las incongruencias de toda canonización y en la inconsistencia de los milagros. Canonizaciones populistas y oportunistas, algunas también endogámicos.
No me intimida la Curia. Es mi antigua empresa, mi viejo sindicato. En mis tiempos de asalariado y siervo fiel, me tuteaba y chismorreaba con quienes luego vistieron de rojo, de púrpura o de blanco. Ratzinger era miembro de la Comisión Teológica dependiente de mi dicasterio y con él departí y discutí. Semanalmente, hablaba con el pre-santo Del Portillo, causante de muchos desvaríos en el Santo Oficio.
Sé que misivas como la mía no llegan a manos del Papa. Pero quedan. Se archivan en la sección "locos y desesperados". Allí, y no sólo en la sección de personal, me descubrirá otro loco, futuro sagaz historiador, rata de bibliotecas.
Las supuestas aviesas intenciones de Mons. Viganò o sus supuestas mentiras o exageraciones no diluyen aquellos hechos denunciados comprobados o verificables. Las respuestas del Papa y de la Curia son insuficientes. Tampoco basta un simple "mea culpa". Las adhesiones de los obispos americanos son prematuras e interesadas. El encubrimiento de los delitos de los clérigos es atávico, estructural y "legal". Además de mi citado artículo, albergo en mi blog (y en este medio) otros en que explicito mi decepción por la tibieza del actual Papa. Lo peor es que llueve sobre mojado.
"Nuevo Juan XXIII". Así llamaron a Bergoglio algunos periodistas cuando fue elegido en marzo de 2013. Sin embargo, las diferencias son evidentes. Papa Roncalli se impuso a la Curia, siempre denostada y no fiable. Lo hizo a los pocos meses de sentarse en la sede de Pedro. Por cuenta propia, Roncalli anunció un nuevo Concilio, entre otras medidas. Sorprendió y disgustó a los curiales acostumbrados a controlar y ser el Papado. Nada pudieron hacer para frenarlo.
Por el contrario, Francisco, con prolijas peroratas diarias y exhortaciones cansinas a la oración, nada sustancial ha cambiado en la Curia, nada en la estructura jerárquica, nada en la disciplina eclesiástica, nada en el mecanismo de elección papal, nada en la proclamación abusiva de santos, nada en la regulación de conventos y seminarios. El Consejo Consultor se limita a 9 cardenales. Pero ¿qué puede esperarse de 9 cardenales, formados en idénticas aulas, elegidos a dedo por su mismo jefe compañero? Por supuesto, no hay mujeres, ya que ellas son inferiores, son el enemigo de la santidad y sacralidad masculina. La perpetuación de la misoginia judía y musulmana.
Se esperaría una cierta racionalidad tendente a la desaparicion del Colegio Cardenalicio, a la elección descentralizada de los obispos, a la desaparición de títulos absurdos e inútiles (p.e. obispos sin sede, tales como nuncios o curiales), a la desaparición de la Congregación de las Causas de los Santos., a la equiparación de sexos en todos los órdenes y niveles, etc. Después de la laudable mitigación de la persecución a los teólogos progresistas, esperábamos alguna medida tendente a aclarar el fundamento y la obligatoriedad de dogmas indigestos u obsoletos.
Ya que canónicamente y socialmente el Papa tiene sumos poderes, debería ejercitarlos. El Codex le atribuye en excluva una serie de facultades. Al menos esas, las que dependen de él, sin necesidad de soporte curial. Francisco ha sido atrapado en la red tejida por él y por sus antecesores. Si cree que no puede desenmarañarse de dicha red, debería dejar paso. Comprendo que no es el preciso momento para ello. Y lo peor es que tal como está constituida la actual Iglesia jerárquica, particularmente el Senado electoral, los pronósticos distan mucho de ser alagüeños.