"¿Puede haber algo más esotérico que la resurrección de Jesús o la virginidad de María?" Esoterismo
"Carlos, mi amigo abogado, tras leer mi artículo DRUISMO, califica de esotéricas las ancestrales creencias religiosas de los pueblos ibéricos norteños"
"Su comentario ha provocado mi reflexión. He analizado el catolicismo, sus creencias y las prácticas. El esoterismo está presente en todas ellas"
"De la magia o animismo druídico se pasó al mito. Del mito se pasó al dogma. Dogmas que se exponen y se imponen sólo a los iniciados bautizados"
"Los teólogos cristianos, no sólo católicos, vuelven la vista a la espiritualidad druídica. El posteísmo invoca una espiritualidad de inmanencia. Una identificación con la Naturaleza… Estaríamos ante un panteísmo vivificante y fértil. ¿Es el Druísmo?"
"De la magia o animismo druídico se pasó al mito. Del mito se pasó al dogma. Dogmas que se exponen y se imponen sólo a los iniciados bautizados"
"Los teólogos cristianos, no sólo católicos, vuelven la vista a la espiritualidad druídica. El posteísmo invoca una espiritualidad de inmanencia. Una identificación con la Naturaleza… Estaríamos ante un panteísmo vivificante y fértil. ¿Es el Druísmo?"
Conjunto de conocimientos, doctrinas, prácticas, enseñanzas y ritos de una corriente filosófica o religiosa que son secretos, incomprensibles o de difícil acceso y que se transmiten a los iniciados con exclusión de los profanos.
Carlos, mi amigo abogado,leyó mi artículo DRUISMO publicado en un periódico de Galicia. En él hago recuento de numerosos evidentes vestigios de esa religión precéltica. En su comentario, Carlos califica de esotéricas las ancestrales creencias religiosasde los pueblos ibéricos norteños, y cita a Galicia y Euskadi. Lo dice como si ese esoterismo ya no incumbiera a los cristianos.
Su comentario ha provocado mi reflexión. He analizado, sin pudor, las creencias y prácticas de la religión predominante en Occidente: el Cristianismo. Más concretamente, el Catolicismo. El esoterismo está presente en todas ellas, bien entendido que hay que relativizar la exclusión de los profanos a la institución religiosa.
La Eucaristía
En los inmediatos posteriores años a la traumática muerte de Jesús el Galileo, sus exdiscípulos y admiradores celebraban periódicas reuniones para rememorar al maestro en una cena. Era la Eucaristía (= ación de gracias). Confraternizaban. Se repartían la comida, principalmente el pan. Eso duró apenas un siglo. Luego, a lo largo de dos milenios, paulatinamente y, sobre todo, a partir del siglo IV, la Eucaristía devino en la actual misa, un cúmulo de esoterismo. Me explico.
Desde el momento en que un personaje ataviado con toga grecorromana y tocado con mitra egipcia coloca sus manos sobre la cabeza de un varón (en el Catolicismo es nunca una mujer), este último adquiere poderes esotéricos impensables y fuera de toda racionalidad. Con cuatro palabras convertirá un trozo de pan en el cuerpo vivo de Jesús, quien a partir del Concilio de Nicea dominado por el emperador Constantino, es Dios. Con otras pocas palabras sobre el vino, precisamente vino y no otra bebida, hace presente la sustancia de la sangre viva del mismo hijo de María y José. No exagero. Es dogma. Es lo que se enseña y predica con respecto a millones de misas que diariamente se celebran en los cinco continentes.
Ese varón – sacerdote – también se arroga el poder de perdonar pecadosen nombre de una divinidad personificada. Cual chamán o druísta, es considerado sagrado y sus bendiciones son requeridas y valoradas como curativas y divinas.
De la magia o animismo druídico se pasó al mito. Del mito se pasó al dogma. Dogmas que se exponen y se imponen sólo a los iniciados bautizados.
"¿Puede haber algo más esotérico que la resurrección de Jesús o la virginidad de María?"
No es el caso de proseguir. El esoterismo está presente en el terreno doctrinal y disciplinar del Catolicismo: los diversos dogmas (trinitarios, cristológicos, soteriológicos y marianos), los siete sacramentos, la infalibilidad, las canonizaciones, las imágenes sagradas, las reliquias, las procesiones, las exequias, las peregrinaciones, los jubileos… ¿Puede haber algo más esotérico que la resurrección de Jesús o la virginidad de María? María concibe por obra del Espíritu Santo, permanece virgen, da a luz a un dios quien asciende (?) al cielo a donde luego ella se une sin pasar por la común muerte física.
Todas las religiones, incluidas las monoteístas, rezuman esoterismo. Los fieles, incapaces de comprender, recurren al medium al que ven cercano al Misterio. El pueblo cierra los ojos y otorga su confianza al medium quien participa de los poderes del Misterio y distribuye sus beneficios. Lo ignoto y misterioso, apenas aprehensible por la plebe, se hace presente gracias al poder del medium.
Los teólogos cristianos, no sólo católicos, vuelven la vista a la espiritualidad druídica. El posteísmo renuncia a considerar a Dios como un ser superior, a antropomorfizarlo y analizarlo. Invoca una espiritualidad de inmanencia. Una identificación con la Naturaleza. Nuestras vigentes viejas teologías, sin excluir la visión del maestro judío Jesús, poco tendrían que ver con esa concepción espiritualista naturalista. Estaríamos ante un panteísmo vivificante y fértil. ¿Es el Druísmo? El universo, toda la naturaleza, es aliento sagrado que nos envuelve y sobrepasa.
Una retrospectiva al politeísmo grecorromano y egipcio lleva a la conclusión de una cierta coincidencia con el Druismo y un alejamiento de la concepción monoteísta. El dios AMON-RA era algo o alguien, que vivificaba la Tierra y sus seres. El dios ZEUS era también algo o alguien natural que residía en el Olimpo y operaba mediante sus dioses colaboradores en cada uno de los sectores terrestres, incluido el humano. Ambos, igual que los dioses mesopotámicos, eran fuerzas naturales que nos envolvían, nos protegían y nos hacían soñar.
El homo sapiens del Neolítico habría tenido una concepción y un sentimiento espirituales mucho más auténticos que el sapiens de los últimos seis milenios. El intento y logro de dominar la Naturaleza nos llevó a ilusionarnos con la aprehensión, la domesticación y el manoseo de lo Ignoto. Le dimos nombre, lo construimos y adaptamos, lo humanizamos a nuestro antojo. Una actitud soberbia propia del ser humano que no se detiene ante las dificultades y que no es consciente de su finitud.
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