El trabajo es salud - Dïa Mundial del trabajo 1-V-2018
“Labor omnia vincit improbus”- Un trabajo constante y solícito todo lo supera. Es máxima de vida humana que patenta el poeta clásico Virgilio en sus Geórgicas –I, 145/146)
La mayor dignidad del hombre está en “ser hombre”. Como la de un insecto estará en ser abejorro y no salamandra o escorpión.
Y -como para “ser hombre”- no basta con nacer, pues es menester de cada cual “hacerse” hombre, y no en serie sino a la medida de “sí mismo”, es decir, trajinando día a día las disponibilidades, potencialidades, capacidades propias, mal se entendería ese necesario “trajinar” estando de brazos cruzados, o “cacareando” tan sólo por calles y plazas, o “sin dar golpe” a la espera de que otro le saque “las castañas del fuego”, o haciendo de parásito “chupasangre”
Y si ese necesario “trajinarse” la propia vida se llama en “román paladino” “trabajar”, el trabajo es a la dignidad del hombre lo que las medicinas son a la enfermedad o el martillo, a clavar una punta: el instrumento necesario, la condición “sine qua non”.
Hablar, por tanto, de la dignidad del hombre es hablar de la dignidad del trabajo, de la honra y el honor que ha de ser para los homnres trabajar; y trabajar, a ser posible, en aquello que se cohonesta con la propia vocación y los propios potenciales humanos.
Y, “a sensu contrario”, salta a la vista el drama que representa, y es realmemnte, no poder trabajar, o porque no se quiere, o porque no se puede. O porque no hay trabajo o porque, habiéndolo, está insuficientemente remunerado. O porque se discrimina al que trabaja. O porque la “justicia social” se predica de boca pero no con otras. O porque trabajar hace callos y esos callos de las manos o los codos no son de los que se comen tan a gusto con garbanzos en uno de los platos tan sabrosos y ricos de ricos de nuestra gastronomía….
El trabajo –digan lo que digan los vagos y los vividores- es una honra humana y un salvoconducto imprescindible para ir por la vida con la cabeza alta y ganando batallas a diario a la colosal empresa humana de ser hombre y no piedra, vegetal o bestia.
El trabajo, a pesar de ser inseparable instrumento de la dignidad y el -desarrollo humanos, siempre ha sido asignatura pendiente en la carrera de la “humanitas”. Se ha puesto mucho más el énfasis en lo negativo del mismo: en el “negrero”, en el “esplotador”, en el “capitalista salvaje”, en los “maulas” que se las apañan tan bien para “no dar golpe” o en los que huyen del trabajo como los gatos del agua fría, que en las virtudes positivas que el trabajo supone sin duda para la salud –incluso física, pero sobre todo psicológica y mental- del trabajador y de los suyos (no se olvide esta proyección del trabajo.
Muchos hay que consideran el trabajo una maldición o cosa de esclavos y gente vil; o sencillamente, al soñar con super-hombres, por una especie de “pedigrí” de clase o casta, se ven exentos o ajenos a esta grandeza del “hombre a secas”, para esos “paria”, que que siente vocacionado a “trabajar”.
Asignatura pendiente lo ha sido siempre el trabajo, o eso me parece a mí. Ypor eso tal vez, siempre ha habido quienes han censurado a los vagos como si de verdaderos “maleantes” sociales se tratara.
Es clásica la dura invectiva de san Pablo –en el cap. 3 de la segunda carta a los cristianos de Tesalónica- contra tanta gente que parece haber nacido cansada y no haber hecho nada nunca por enmendarse. “•Si alguno no quiere trabajar –les dice san Pablo-, que tampooco coma. Porque nos hemos enterado que hay entre vosotros algunos que viven desconcertados, sin trabajar nada, pero metiéndose en todo. A éstos les mandamos y les exhortamos por el Señor Jesús a que trabajen con sosiego para comer su propio pan”
La invectiva, como se aprecia, es directa, rotunda y afilada como un estilete. No mnecesita interpretación. Creo, no obstante, que merece la pena –didácticamente- destacar en ella esa pincelada psicológica con que san Pablo rasguea la personalidad del “cuentista” del trabajo y del esfuerzo. “Viven desconcertados, sin trabajar nada, pero metiéndose en todo”. En nuestra vida de “currelo” ¿no hemos podido ver muchas veces –a nuestro lado- perfiles como el que bosqueja con tanta claridad san Pablo en esa carta? Ese perfil tan viejo como el trabajo y el hombre del que, sin dar golpe o creyendo que lo da sin darlo, se cree con derecho a ser “el gallo del corral”. Creo que ese perfil neurótico debiera ser más estudiando en los manuales de psiquiatría…
Trabajar no es una maldición; al contrario, es el preciado instrumento que pone en la mano del hombre las buenas y más auténticas oportunidades de ser hombre. El trabajo es componente sustancial de la “humanitas”, como digo.
La Iglesia trae del Evangelio-mensaje de Jesús unos sagrados que han hecho de ella –y lo deben seguir haciendo una institución “experta en humanidad”. Desde hace más de un siglo, aparece como abanderada primera de la justicia social. Trabajo. Trabajo digno. Salario justo. Censura de los “negreros” y del “capitalismo salvaje”. Han sido y siguen siendo postulados primarios de esa doctrina, con raíces ineluctables en el Evangelio de Jesús…
Y aunque, a veces, como sucede con las “cosas de Dios” que manejamos los hombres, se llegue tarde o mal, nadie –objetivamente- le podrá negar un serio esfuerzo por reformarse hasta ponerse enteramente “a la hora del hombre de nuestro tiempo”. .
Hoy he presenciado la manifestación del primero de mayo. Los y las he visto pasar gritando “slogans”, con banderas y con arengas sindicales para reivindicar igualdades, mejoras, respeto, dignidad. Bien está. He sido hijo de minero, a mucha honra y no me duelen prendas en esto.
Pero, al verlos y verlas pasar, me hacía una pregunta. ¿No sería bueno también que los Sindicatos impulsaran a reivindicar la dignidad del trabajo y del trabajador exigiendo que el trabajador trabaje y no sea ni un “maulas, ni un “trepa”, ni un “capitán araña”? ¿NO sería esto también un posible campo de las reivindicaciones sindicales del Uno de Mayo?.
Lo de san Pablo es clásico y sigue con vigor: hay quien vive a su aire, sin trabajar nada, pero metiéndose en todo…. Miremos alrededor y las pruebas de ello sobrarán, por ser evidente.
Yo creo –y perdonen los que no piensen como yo- que si está bien la justicia social efectiva, y la lucha de todos por ella, no lo debieran estar menos, la seriedad, la responsabilidad y el respeto del trabajador para con el trabajo y sobre todo para los que de verdad trabajan y quieren trabajar. Un obrero “maulas”, como se dice, es un saboteador de los derechos de los trabajadores, de la dignidad del trabajo y de la misma fiesta del Uno de Mayo. Y, anque sea de los que salen hoy con banderas por las calles de todas las ciudades del mundo, será un farsante.
Cierro ya como comenzaba esta reflexión.
Si la mayor dignidad del hombre está en “ser hombre”; si ese necesario “trajinarse” la propia vida se llama en “román paladino” “trabajar”; y si el trabajo es a la dignidad del hombre lo que la medicina es a la enfermedad o el martillo es a poner un clavo: instrumento imprescindible; si todo eso es así, saca tú, amigo mío, las conclusiones ante este Día Mundial del Trabajo.
El trabajo es –yo lo creo- medicina de muchos males del cuerpo y del alma. El trabajo es salud, aunque haya quien, al oírlo, mire animado a la tuberculosis.
SANTIAGO PANIZO ORALLO
La mayor dignidad del hombre está en “ser hombre”. Como la de un insecto estará en ser abejorro y no salamandra o escorpión.
Y -como para “ser hombre”- no basta con nacer, pues es menester de cada cual “hacerse” hombre, y no en serie sino a la medida de “sí mismo”, es decir, trajinando día a día las disponibilidades, potencialidades, capacidades propias, mal se entendería ese necesario “trajinar” estando de brazos cruzados, o “cacareando” tan sólo por calles y plazas, o “sin dar golpe” a la espera de que otro le saque “las castañas del fuego”, o haciendo de parásito “chupasangre”
Y si ese necesario “trajinarse” la propia vida se llama en “román paladino” “trabajar”, el trabajo es a la dignidad del hombre lo que las medicinas son a la enfermedad o el martillo, a clavar una punta: el instrumento necesario, la condición “sine qua non”.
Hablar, por tanto, de la dignidad del hombre es hablar de la dignidad del trabajo, de la honra y el honor que ha de ser para los homnres trabajar; y trabajar, a ser posible, en aquello que se cohonesta con la propia vocación y los propios potenciales humanos.
Y, “a sensu contrario”, salta a la vista el drama que representa, y es realmemnte, no poder trabajar, o porque no se quiere, o porque no se puede. O porque no hay trabajo o porque, habiéndolo, está insuficientemente remunerado. O porque se discrimina al que trabaja. O porque la “justicia social” se predica de boca pero no con otras. O porque trabajar hace callos y esos callos de las manos o los codos no son de los que se comen tan a gusto con garbanzos en uno de los platos tan sabrosos y ricos de ricos de nuestra gastronomía….
El trabajo –digan lo que digan los vagos y los vividores- es una honra humana y un salvoconducto imprescindible para ir por la vida con la cabeza alta y ganando batallas a diario a la colosal empresa humana de ser hombre y no piedra, vegetal o bestia.
El trabajo, a pesar de ser inseparable instrumento de la dignidad y el -desarrollo humanos, siempre ha sido asignatura pendiente en la carrera de la “humanitas”. Se ha puesto mucho más el énfasis en lo negativo del mismo: en el “negrero”, en el “esplotador”, en el “capitalista salvaje”, en los “maulas” que se las apañan tan bien para “no dar golpe” o en los que huyen del trabajo como los gatos del agua fría, que en las virtudes positivas que el trabajo supone sin duda para la salud –incluso física, pero sobre todo psicológica y mental- del trabajador y de los suyos (no se olvide esta proyección del trabajo.
Muchos hay que consideran el trabajo una maldición o cosa de esclavos y gente vil; o sencillamente, al soñar con super-hombres, por una especie de “pedigrí” de clase o casta, se ven exentos o ajenos a esta grandeza del “hombre a secas”, para esos “paria”, que que siente vocacionado a “trabajar”.
Asignatura pendiente lo ha sido siempre el trabajo, o eso me parece a mí. Ypor eso tal vez, siempre ha habido quienes han censurado a los vagos como si de verdaderos “maleantes” sociales se tratara.
Es clásica la dura invectiva de san Pablo –en el cap. 3 de la segunda carta a los cristianos de Tesalónica- contra tanta gente que parece haber nacido cansada y no haber hecho nada nunca por enmendarse. “•Si alguno no quiere trabajar –les dice san Pablo-, que tampooco coma. Porque nos hemos enterado que hay entre vosotros algunos que viven desconcertados, sin trabajar nada, pero metiéndose en todo. A éstos les mandamos y les exhortamos por el Señor Jesús a que trabajen con sosiego para comer su propio pan”
La invectiva, como se aprecia, es directa, rotunda y afilada como un estilete. No mnecesita interpretación. Creo, no obstante, que merece la pena –didácticamente- destacar en ella esa pincelada psicológica con que san Pablo rasguea la personalidad del “cuentista” del trabajo y del esfuerzo. “Viven desconcertados, sin trabajar nada, pero metiéndose en todo”. En nuestra vida de “currelo” ¿no hemos podido ver muchas veces –a nuestro lado- perfiles como el que bosqueja con tanta claridad san Pablo en esa carta? Ese perfil tan viejo como el trabajo y el hombre del que, sin dar golpe o creyendo que lo da sin darlo, se cree con derecho a ser “el gallo del corral”. Creo que ese perfil neurótico debiera ser más estudiando en los manuales de psiquiatría…
Trabajar no es una maldición; al contrario, es el preciado instrumento que pone en la mano del hombre las buenas y más auténticas oportunidades de ser hombre. El trabajo es componente sustancial de la “humanitas”, como digo.
La Iglesia trae del Evangelio-mensaje de Jesús unos sagrados que han hecho de ella –y lo deben seguir haciendo una institución “experta en humanidad”. Desde hace más de un siglo, aparece como abanderada primera de la justicia social. Trabajo. Trabajo digno. Salario justo. Censura de los “negreros” y del “capitalismo salvaje”. Han sido y siguen siendo postulados primarios de esa doctrina, con raíces ineluctables en el Evangelio de Jesús…
Y aunque, a veces, como sucede con las “cosas de Dios” que manejamos los hombres, se llegue tarde o mal, nadie –objetivamente- le podrá negar un serio esfuerzo por reformarse hasta ponerse enteramente “a la hora del hombre de nuestro tiempo”. .
Hoy he presenciado la manifestación del primero de mayo. Los y las he visto pasar gritando “slogans”, con banderas y con arengas sindicales para reivindicar igualdades, mejoras, respeto, dignidad. Bien está. He sido hijo de minero, a mucha honra y no me duelen prendas en esto.
Pero, al verlos y verlas pasar, me hacía una pregunta. ¿No sería bueno también que los Sindicatos impulsaran a reivindicar la dignidad del trabajo y del trabajador exigiendo que el trabajador trabaje y no sea ni un “maulas, ni un “trepa”, ni un “capitán araña”? ¿NO sería esto también un posible campo de las reivindicaciones sindicales del Uno de Mayo?.
Lo de san Pablo es clásico y sigue con vigor: hay quien vive a su aire, sin trabajar nada, pero metiéndose en todo…. Miremos alrededor y las pruebas de ello sobrarán, por ser evidente.
Yo creo –y perdonen los que no piensen como yo- que si está bien la justicia social efectiva, y la lucha de todos por ella, no lo debieran estar menos, la seriedad, la responsabilidad y el respeto del trabajador para con el trabajo y sobre todo para los que de verdad trabajan y quieren trabajar. Un obrero “maulas”, como se dice, es un saboteador de los derechos de los trabajadores, de la dignidad del trabajo y de la misma fiesta del Uno de Mayo. Y, anque sea de los que salen hoy con banderas por las calles de todas las ciudades del mundo, será un farsante.
Cierro ya como comenzaba esta reflexión.
Si la mayor dignidad del hombre está en “ser hombre”; si ese necesario “trajinarse” la propia vida se llama en “román paladino” “trabajar”; y si el trabajo es a la dignidad del hombre lo que la medicina es a la enfermedad o el martillo es a poner un clavo: instrumento imprescindible; si todo eso es así, saca tú, amigo mío, las conclusiones ante este Día Mundial del Trabajo.
El trabajo es –yo lo creo- medicina de muchos males del cuerpo y del alma. El trabajo es salud, aunque haya quien, al oírlo, mire animado a la tuberculosis.
SANTIAGO PANIZO ORALLO