"Amenaza con ahogar la humilde labor evangélica de nuestro Patriarcado Apostólico" Venganza y colonialismo del Patriarcado ruso
“Observo últimamente, y compruebo, que algunos «falsos profetas», «lobos salvajes, entran entre vosotros [fieles de la Iglesia greco-ortodoxa de África] y no perdonan al rebaño» (Hch 20: 29)” (Patriarca Teodoro II en alusión al Patriarcado ruso).
“Después de muchos problemas, nuestros hermanos ucranianos ortodoxos pidieron al Patriarcado Ecuménico, que es el único que manda, y en 2019 adquirieron su propia Iglesia independiente, es decir, autocéfala. Nuestro Patriarcado también estuvo de acuerdo con este acto del Patriarcado Ecuménico, ya que se ajusta a los sagrados cánones y a la tradición de nuestra Iglesia” (Patriarca Teodoro II en alusión al Patriarcado ruso).
“Lamentablemente la Iglesia de Rusia, en represalia, violó la tradición de los Concilios Ecuménicos, que habían sido respetados por todos los Patriarcas de Rusia hasta hoy, y se apresuró a establecer aquí, en la bendita África, su propia Iglesia (Exarcado), como un acto y una práctica puramente inspirados por el «Colonialismo» y trata de «robar» sacerdotes y cristianos de nuestro Patriarcado, utilizando medios no permitidos (Patriarca Teodoro II en alusión al Patriarcado ruso).
“Lamentablemente la Iglesia de Rusia, en represalia, violó la tradición de los Concilios Ecuménicos, que habían sido respetados por todos los Patriarcas de Rusia hasta hoy, y se apresuró a establecer aquí, en la bendita África, su propia Iglesia (Exarcado), como un acto y una práctica puramente inspirados por el «Colonialismo» y trata de «robar» sacerdotes y cristianos de nuestro Patriarcado, utilizando medios no permitidos (Patriarca Teodoro II en alusión al Patriarcado ruso).
El 13 de enero de 2022, a las puertas ya de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, el patriarca greco-ortodoxo de Alejandría, Teodoro II, publicaba en la web de su oficina una severa carta encíclica sobre asuntos relativos al proselitismo de la Iglesia ortodoxa rusa en África, territorio que corresponde a su jurisdicción.
Consultados antes sus vecinos y aliados para examinar el problema y no dar un paso en falso, el 14 de diciembre de 2021, en efecto, se entrevistó en Atenas con el arzobispo Jerónimo y el ministro griego de Asuntos Exteriores, Nikos Dendias. El 25 de diciembre de 2021, con su colega local más importante, el patriarca copto Tawadros II (versión copta de Teodoro), presentes los embajadores de Grecia y Chipre en Egipto, unidos en la liturgia de Navidad, que los ortodoxos egipcios celebran ese día, como los cristianos latinos.
Cumplidas ambas formalidades, Teodoro II procedió a publicar el 13 de enero de 2022 su mensaje. Lo hizo, como dicho queda, en la web del Patriarcado, dirigiéndose al clero y fieles de las comunidades greco-ortodoxas de África, y además en inglés, a sabiendas naturalmente de que lo iban a leer ortodoxos de todo el mundo. Como veremos, no se mordió la lengua ni le tembló el pulso manejando la pluma. Tras acusar a los ortodoxos rusos de vengativos y colonialistas, desveló su dispar comportamiento dentro de la Ortodoxia en estos términos:
“Observo últimamente, y compruebo, que algunos «falsos profetas», «lobos salvajes, entran entre vosotros [fieles de la Iglesia greco-ortodoxa de África] y no perdonan al rebaño» (Hch 20: 29). Sin ninguna bendición y permiso del Patriarca, se han acercado a algunos ámbitos espirituales de África sembrando cizaña de división, con acusaciones contra nuestro Patriarcado y con dinero sucio. Esta cizaña ha crecido y se ha enconado, y amenaza con ahogar la humilde labor evangélica de nuestro Patriarcado Apostólico”.
Teodoro II se pregunta luego por la causa de semejante desorden echando mano de la Pentarquía, concepto cuya estructura expone sólo por encima, dado el limitado espacio de su carta, para concluir que el primado en la Cristiandad occidental lo tiene Roma, y en la oriental, Constantinopla (Nueva Roma). La posición especial y única del Patriarcado Ecuménico -insiste- está asegurada por los Santos Cánones, la Tradición y el Acta de la Iglesia. El Patriarcado Ecuménico, al tener la primera palabra, se ocupó siempre del gobierno de la Iglesia Ortodoxa y de la solución de los problemas que iban surgiendo.
Pero esta situación de los viejos tiempos (imperios bizantino y otomano), cambió en los modernos, cuando “algunas naciones que adquirieron sus propios Estados quisieron lograr su propia Iglesia independiente, y de hecho el Patriarcado Ecuménico cercenó territorios que le pertenecían y creó nuevas Iglesias independientes, que pasaron a denominarse Iglesias autocéfalas. Una de ellas es la Iglesia Rusa (Patriarcado de Moscú) que sólo se convirtió en autocéfala en 1589, la cual, debido al Estado en que se encontraba (Imperio Ruso), adquirió gran poder económico y fuerza y esto creó muchos problemas en cuanto a cómo percibir su papel y misión”.
El párrafo relativo a las pretensiones patriarcales de Moscú, es absolutamente demoledor: “Así,la Iglesia Rusa, queriendo aumentar su poder y prestigio en el mundo ortodoxo, utilizando el poder secular y -a veces- la violencia, comenzó a pisotear y «esclavizar» a las Iglesias ortodoxas vecinas, como hizo con la Metrópoli de Kiev en el país de Ucrania, Metrópoli que siempre ha pertenecido al Patriarcado Ecuménico”.
No escribe Teodoro II a humo de pajas cuando se refiere a la Metrópoli de Kiev, porque se da la circunstancia de que, nacido y crecido en Creta, estudió luego humanidades en Odesa (Ucrania), lo cual quiere decir que conoce muy bien el paño. Así se explica que, al respecto, pusiera su Patriarcado desde primera hora junto al Ecuménico de su santidad Bartolomé I.
Más aún: la referencia relativa al contencioso entre el Patriarcado Ecuménico y el Patriarcado ruso a causa de Ucrania tras la caída de la URSS no solo coincide plenamente con lo que dicho y escrito tiene Bartolomé I de Constantinopla en numerosas audiencias y discursos -a los que ya he venido más veces en este mismo portal electrónico-, sino que, según aclara en el siguiente fragmento, cumple tener de igual modo presente la nada irrelevante añadidura de que Teodoro II y su Patriarcado cierran filas tras el Ecuménico:
“Con la disolución de la Unión Soviética, a la que pertenecían tanto Rusia como Ucrania, en 1991 los ucranianos, que son un pueblo diferente al ruso, quisieron tener su propia Iglesia independiente (autocéfala) del Patriarcado de Moscú, algo con lo que la Iglesia rusa estaba en radical desacuerdo. Después de muchos problemas, nuestros hermanos ucranianos ortodoxos pidieron al Patriarcado Ecuménico, que es el único que manda, y en 2019 adquirieron su propia Iglesia independiente, es decir, autocéfala. Nuestro Patriarcado también estuvo de acuerdo con este acto del Patriarcado Ecuménico, ya que se ajusta a los sagrados cánones y a la tradición de nuestra Iglesia”.
Teodoro II, por último, desciende al vivo de la cuestión en lo atingente a su Patriarcado de África precisando el atroz comportamiento de los ortodoxos rusos con palabras que denuncian solas:
“Lamentablemente -afirma-,la Iglesia de Rusia, en represalia, violó la tradición de los Concilios Ecuménicos, que habían sido respetados por todos los Patriarcas de Rusia hasta hoy, y se apresuró a establecer aquí, en la bendita África, su propia Iglesia (Exarcado), como un acto y una práctica puramente inspirados por el «Colonialismo» y trata de «robar» sacerdotes y cristianos de nuestro Patriarcado, utilizando medios no permitidos.Esta acción es totalmente hostil a nuestro Patriarcado ya que es contraria a muchos otros Cánones que prohíben a una Iglesia violar las fronteras de otra”.
Concluye Teodoro II el escrito pidiendo fidelidad al Patriarcado y oídos sordos a las promesas y sucios intercambios – (como «las treinta monedas de plata de Judas»)–, porque el peligro espiritual, según el propio Cristo, es enorme:
¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si pierde su alma? ¿O qué puede dar el hombre a cambio de su alma? (Mt 16:26). Pide, en suma, que valoren “los interminables sacrificios y costes […] para construir la presencia de la Iglesia Ortodoxa en África y que diariamente y con obras de amor den testimonio del Evangelio en todo nuestro querido continente”.
Junto al Patriarcado Ecuménico se posicionó primero la Iglesia autocéfala de Grecia (10 millones de fieles, con el arzobispo Jerónimo al frente, en Atenas). Y luego el Patriarcado ortodoxo de Alejandría y toda África, presidido desde Egipto por Teodoro II.
Cabe suponer que los ortodoxos de Grecia le resulten a Moscú más difíciles: país de la UE, Iglesia grande y hegemónica con el total apoyo del Gobierno de Atenas. Para amedrentar a otras Iglesias greco-ortodoxas del mundo, las más pobres y pequeñas sobre todo (muchas en territorios musulmanes), había que meterse con alguien. Y Kirill parece que hubiera visto en la de Alejandría (o sea Egipto y otros países de África con comunidades greco-ortodoxas), un blanco ideal para el escarmiento.
Moscú cortó de hecho cualquier vínculo canónico con Alejandría el 27 de diciembre de 2019. Luego tomó la provocadora resolución de crear en Egipto y otros países de África su propia estructura ortodoxa "rusa" (Exarcado) obediente a Moscú, atrayendo del modo arriba dicho a unos 100 sacerdotes que hasta ahora dependían de Teodoro II de Alejandría, permitiéndose además anunciar un esfuerzo "misionero" y la creación de nuevas comunidades por cualquier parte de África.
Fiándolo todo a su agresivo poder, sin advertir que no es el número lo que hace a una Iglesia, puesto, en fin, muy fuera de razón, se ha empeñado (él y no precisamente Constantinopla) en el cisma, ese camino que aleja cada día más y más de la caridad. Un cisma dentro de la Ortodoxia mundial se las trae. Porque ahora la Iglesia cismática no es el Patriarcado Ecuménico, claro, sino la Iglesia ortodoxa rusa.
Pero Kirill se acabará, y llegará otro Patriarca que intente enderezar las cosas. Ya veremos entonces dónde quedan en la Historia los Kirill y los Hilarión. Sus tropelías son anti-cristianas, anti-eclesiales y anti-ecuménicas de todo en todo. El suyo, pues, huelga insistir, es un deplorable y censurable comportamiento. ¡Ay si el metropolita Nikodim levantara la cabeza…!
La denuncia de Alejandría es clara como la luz del día: Moscú hace colonialismo y roba fieles y clero en África. Los greco-ortodoxos de Egipto son pocos, sí, pero ahí están desde el siglo I. Se comprende que Teodoro II presente a los rusos en su dura carta como realidad moderna y muy politizada. Según discurra esta "invasión", otras Iglesias ortodoxas del Oriente tendrán que ir posicionándose.
Nada en estos despropósitos pinta bien. Al contrario, se antoja detritus del cisma. San Agustín de Hipona, que hubo de librar larga controversia con el donatismo, dejó esta perla: “Difícilmente se encontrará un pecado más grave que el sacrilegio del cisma. No existe urgencia alguna (iusta necessitas) que pueda justificar la ruptura de la unidad” (Réplica a la carta de Parmeniano 2,11,25: BAC 498, p. 285).
El Octavario 2022 recientemente concluido, basado en la Estrella del Oriente y en los Reyes Magos, nos decía con san Mateo en la clausura que estos “regresaron a su país por otro camino” (2,12):
Siempre es posible un nuevo comienzo cuando estamos abiertos al Espíritu. En las nuevas sendas a las que Dios llama, los cristianos han de confraternizar en la peregrinación. Lo cual exige, sin duda, discernimiento, humildad y coraje. De ahí ahora el momento de la conversión y la reconciliación. Claro que decir esto cuando Putin amenaza a Ucrania produce sonrojo. Pero ya se sabe: “Dios los cría y ellos se juntan”.
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