Munilla y Reig le consagran en el CEU como el 'Papa' de los ultraconservadores Müller: "El Concilio Vaticano II fue la chispa para la ruptura de la Iglesia"
El purpurado arremete contra la "autosecularización" de la Iglesia, que es “católica, indivisible, la única (…). No hay un pluralismo dogmático, esta tesis es anticatólica"
"Los obispos alemanes no tienen el coraje para llevar a cabo un cisma. Hablan mucho pero..." subraya
Reig: "Las leyes tienen que proteger el matrimonio y la familia, cosa que no está pasando en España. No hay ningún respaldo a la familia y al matrimonio, es un síntoma de una sociedad enferma”
“Hoy, la mayoría ya la hemos perdido, lo que nos tiene que preocupar es no dejar de ser significativos”, admitió Munilla, quien denunció cómo “destacados miembros del episcopado europeo, y de otros rincones del mundo, están coqueteando con la agenda LGTB, en una dialéctica difícil de entender”
Reig: "Las leyes tienen que proteger el matrimonio y la familia, cosa que no está pasando en España. No hay ningún respaldo a la familia y al matrimonio, es un síntoma de una sociedad enferma”
“Hoy, la mayoría ya la hemos perdido, lo que nos tiene que preocupar es no dejar de ser significativos”, admitió Munilla, quien denunció cómo “destacados miembros del episcopado europeo, y de otros rincones del mundo, están coqueteando con la agenda LGTB, en una dialéctica difícil de entender”
Es, con permiso de Sarah, el ‘Papa’ de los ultraconservadores. Y, de alguna manera, el cardenal Müller se coronó como líder del sector antiFrancisco, en una de las cunas del catolicismo neoconservadores español: el CEU. Acompañado por Reig y Munilla (en otros momentos de su estancia en España, también por Rouco Varela y Martínez Camino), el ex prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe se configuró como el auténtico sucesor del pontificado de Benedicto XVI. ¿Y lo de Francisco? Un paréntesis que algunos pretenden ignorar.
Eso sucedió esta tarde en la sede de los propagandistas, que idearon una suerte de homenaje a Benedicto XVI en su 95 cumpleaños (que hizo en abril) para arremeter contra el modelo de Iglesia que representa el Papa Francisco.
Durante su intervención, Müller lamentó que “desafortunadamente muchos católicos hoy olvidan que la Iglesia es un instrumento de salvación” y no de lucha política. “La Iglesia no es un programa para establecer una sociedad liberal capitalista o social-comunista”, ni para “crear un nuevo orden mundial en 2030”, defendió, apuntando a la tan criticada Agenda 2030, avalada por Francisco.
Así, comparó el “posthumanismo” con atrocidades como las sucedidas en Auschwitz o los gulag, basadas todas, según Müller, en “el olvido de Cristo” y el “individualismo” del hombre que se siente “mayor que Dios”.
"El pluralismo es anticatólico"
Müller subrayó que el Vaticano tiene que “defender la fe frente a las herejías”, por eso “no depende de si uno se llama amigo o enemigo del Papa, son categorías no cristianas. Nosotros creemos, con la fe, que el Primado de Pedro es dado al Obispo de Roma”, se defendió el purpurado, quien reivindicó la ‘Dominus Iesus’ (documento de Doctrina de la Fe considerado un varapalo al trabajo ecuménico llevado a cabo desde el Vaticano II). “Es la Iglesia católica, indivisible, la única (…). No hay un pluralismo dogmático, esta tesis es anticatólica”, subrayó.
“La Iglesia romana tiene la misión ineludible de preservar la unidad en la fe (…). El obispo de Roma es el principio y fundamento eterno para la unidad de los obispos y todos los creyentes. Ahí está la sede de Pedro”, indicó Müller, quien denunció la “autosecularización” de la Iglesia, planteadas en “ideas de reforma de la Iglesia que quieren acercar a la Iglesia a la gente, pero que evitan conscientemente el nombre de Dios”.
“Estas iglesias secularizadas, ellos se llaman modernos pero son secularizadas, se han transformado en salas de concierto, discotecas, museos… Es el símbolo de que uno ha renunciado a la Iglesia, cuando deja que la estructura se deteriore (…), y se convierte la catequesis en programas de adoctrinamiento con la locura de la ideología de género”.
“Estas iglesias secularizadas, ellos se llaman modernos pero son secularizadas, se han transformado en salas de concierto, discotecas, museos… Es el símbolo de que uno ha renunciado a la Iglesia, cuando deja que la estructura se deteriore (…), y se convierte la catequesis en programas de adoctrinamiento con la locura de la ideología de género”.
En el debate posterior, Müller arremetió contra los obispos alemanes, y apuntó que "el comunismo, el marxismo, vienen de Occidente". "Los obispos alemanes no tienen el coraje para llevar a cabo un cisma. Hablan mucho pero..." subrayó.
En el ‘cónclave’ (algunos hablan de ‘akelarre’) del CEU, Müller tuvo dos teloneros de lujo, dos de los obispos más reaccionarios de cuantos han pastoreado por España en las últimas décadas: el recientemente defenestrado obispo emérito de Alcalá, Juan Antonio Reig; y el obispo de Orihuela-Alicante, José Ignacio Munilla.
Reig y la primacía de la ideología de género
No defraudó Reig en el que suponía su primer gran acto público tras su cese por parte de Francisco. Así, el prelado arrancó señalando que “quisiera tener una conversación con Benedicto XVI para comprender este momento cultural y eclesial que estamos viviendo”, marcado por “los últimos coletazos de la revolución sexual” y la primacía de la “ideología de género, que niega todo lo que signifique la heterosexualidad”.
El prelado lamentó que la ideología de género haya introducido la enseñanza sexual en las escuelas, una de las razones, a su juicio, de “consensos atroces” como los que están surgiendo, en su opinión, en el Parlamento para la aprobación de leyes como la ampliación del Aborto, la eutanasia o la ley Trans. “Hoy nuestras leyes están en lo contrario a Dios”, concluyó Reig, quien insistió en que “las leyes tienen que proteger el matrimonio y la familia, cosa que no está pasando en España. No hay ningún respaldo a la familia y al matrimonio, es un síntoma de una sociedad enferma”.
Tras Reig, el obispo Munilla no se quedó a la zaga, expresando un “deber moral de gratitud” al “tándem indisoluble” formado por Juan Pablo II y Benedicto XVI, los antecesores de Bergoglio. “Hay un gran combate hoy”, recalcó el prelado, quien defendió el trabajo de Ratzinger durante sus 24 años como prefecto de Doctrina de la Fe, seguramente el momento en que más se persiguió a los teólogos progresistas.
Confusionismo y crisis en Alemania
“En este momento de tanto confusionismo en el interior de la Iglesia es providencial el Catecismo promulgado por Benedicto XVI”, añadió Munilla. “¿Qué sería de la Iglesia católica si la crisis del catolicismo alemán nos hubiera cogido sin el catecismo?. Una crisis en la que se ha propuesto que las fuentes de la revelación no son sólo la Sagrada Escritura y la Tradición, sino la ‘sensibilidad’ de la cultura, la opinión mayoritaria”, lamentó.
“Hoy, la mayoría ya la hemos perdido, lo que nos tiene que preocupar es no dejar de ser significativos”, admitió Munilla, quien denunció cómo “destacados miembros del episcopado europeo, y de otros rincones del mundo, están coqueteando con la agenda LGTB, en una dialéctica difícil de entender”.
“El problema del mundo es un problema de fe, el problema que tiene la Iglesia es un problema de falta de fe”, proclamó el antiguo obispo de San Sebastián, volviendo a considerar Mayo del 68 como la causa de todos los males que en el mundo (y en la Iglesia) han sido. “El culto a la libertad nos ha quitado la fe”, recalcó Munilla.
“El Papa emérito sigue rezando, sigue preparando su paso a la casa del Padre, y estoy convencido de que cuando Dios le llame, se sabrá que muere hijo de la Iglesia, con gozo, con paz”, culminó el prelado.
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