Una fiesta única y espectacular en la ciudad del norte de Tenerife Corazones de frutas, flores y tortas de pan para San Bartolomé en Tejina
"Una explosión tricolor en la plaza de Tejina: Los tres enormes corazones izados y fijados en cruces de madera, para ofrecerlos a San Bartolomé, rodeados de la fe y el cariño de sus respectivas cohortes de partidarios, todos vestidos de verde, amarillo y naranja"
"Tejina es laical y sinodal antes de que concluya el Sínodo del Papa Francisco, que integrará la sinodalidad en el corazón de la Iglesia universal"
"Tejina declina la palabra corazón todo el mes de agosto, en una fiesta única, que hunde sus raíces en la segunda mitad del siglo XIX y que cada vez cobra más resonancia y esplendor, porque se trata de una fiesta muy especial"
Guadalberto Hernández: “se trata de una muestra de arte efímero y de cultura popular, que mezcla el fervor religioso y el afán por celebrar, lo que la convierte en una fiesta exclusiva en el mundo”
"Tejina declina la palabra corazón todo el mes de agosto, en una fiesta única, que hunde sus raíces en la segunda mitad del siglo XIX y que cada vez cobra más resonancia y esplendor, porque se trata de una fiesta muy especial"
Guadalberto Hernández: “se trata de una muestra de arte efímero y de cultura popular, que mezcla el fervor religioso y el afán por celebrar, lo que la convierte en una fiesta exclusiva en el mundo”
“Que a estos, tus hijos de Tejina, jamás les falte el trabajo, la alegría y el amor. ¡Viva San Bartolomé! ¡Vivan los tres corazones!”, proclamó, con potencia, la chica encargada de leer el pregón de la ofrenda al santo. Y las miles de personas congregadas en la plaza de la iglesia parroquial estallaron en aplausos y vivas al santo y a los tres corazones.
Una explosión tricolor en la plaza de Tejina: Los tres enormes corazones izados y fijados en cruces de madera, para ofrecerlos a San Bartolomé, rodeados de la fe y el cariño de sus respectivas cohortes de partidarios, todos vestidos de verde, amarillo y naranja. En cumplimiento, como decía la pregonera, “del deseo de nuestros mayores, que un ignoto y lejano día del tiempo, después de la dura labor que imperaba entonces en estas tierras yermas y estériles, supieron darte gracias con este símbolo, hecho de pan y de fruta, ya que nunca les negaste su sustento”.
Y lo que, hasta entonces, habían sido ‘piques’ entre las tres ‘cofradías’ se convirtieron en abrazos y oraciones de un pueblo unido en torno a tres corazones latiendo al unísono, en una ceremonia más laica que religiosa. Tejina es laical y sinodal antes de que concluya el Sínodo del Papa Francisco, que integrará la sinodalidad en el corazón de la Iglesia universal.
En la ceremonia, luce el pueblo, que grita, ríe y canta en torno a los tres corazones. Las autoridades, presididas por el alcalde de La Laguna, en un lateral, sin apenas protagonismo. Los curas, revestidos de alba y estola, al otro lado del estrado, donde cuatro hombres han colocado una estatua de San Bartolomé, tampoco hacen nada. Sólo una chica (con camiseta verde) sube al estrado y lee, emocionada, el pregón-ofrenda al santo. Aquí se ve claramente que manda el pueblo. Con curas y políticos en medio (y al servicio) del pueblo, como quiere el Papa Francisco.
Orgullo de Tejina, como clamaba la pregonera ante el santo: “Estos corazones que se levantan en tu honor, a la vez que oración, son el orgullo de todo un pueblo que plasma su trabajo en tan bello símbolo”. Desde el principio, en sus tres asociaciones y hasta el final, pasando por una especie de procesión laica desde las respectivas sedes hasta la plaza de la iglesia.
Acompañé al corazón de El Pico, desde su emplazamiento. Unos 20 porteadores cargan a hombros con los casi mil kilos del corazón, que procesiona en medio de la gente del barrio, que porta banderas españolas, mientras canta y baila al son de la música canaria: "Esta noche no alumbra la farola del mar". Y una ‘voceadora’ va gritando a intervalos y por tres veces: ‘El Pico, El Pico, El Pico’.
A lo largo del recorrido, los porteadores van bebiendo un brebaje extraído de una carrito-cubeta marcado con estas letras: “Primeros auxilios”. Alguien me confiesa, casi susurrando que lo que beben es ron con refresco, mientras los más jóvenes cantan el clásico: “El Pico, El Pico, El Pico es cojonudo, como El Pico no hay ninguno”.
Y, cuando la laica procesión verde de El Pico, llega a territorio naranja de Calle Arriba, el canto se vuelve más picante y provocativo: “Somos de El Pico y siempre lo seremos. Y a los de Arriba por saco le daremos”. Versículo que se adecúa a los amarillos de Calle Abajo, cambiando simplemente el nombre de los destinatarios.
Un pique sano y festivo, mientras los vecinos de las tres cofradías se saludan y se abrazan. Y es que Tejina declina la palabra corazón todo el mes de agosto, en una fiesta única, que hunde sus raíces en la segunda mitad del siglo XIX y que cada vez cobra más resonancia y esplendor, porque se trata de una fiesta muy especial.
Como dice Guadalberto Hernández de la Asociación Corazones de Tejina, “se trata de una muestra de arte efímero y de cultura popular, que mezcla el fervor religioso y el afán por celebrar, lo que la convierte en una fiesta exclusiva en el mundo”.
“De hecho -añade Guadalberto-, por ser signo de identidad del pueblo y por su contribución a la cultura popular, la celebración está considerada Bien de Interés Cultural desde 2004”.
La ciudad se viste para la ocasión de tres colores: verde, amarillo y naranja. Los colores distintivos de las frutas de los corazones de cada uno de los tres barrios: El Pico, Calle Arriba y Calle Abajo. El verde de la pera identifica a El Pico; el amarillo de los limones, a Calle Abajo y el naranja de la piña, a Calle Arriba.
La obra de arte de cada uno de los corazones tejineros se consigue gracias a la dedicación, al esfuerzo y a la entrega de decenas de vecinos de cada uno de los tres barrios. Porque, la elaboración es compleja.
El primer paso es la rama, lo que conforma el fondo del corazón, sobre el que se irán colocando todos los demás elementos. Se trata de ramas de haya (de la familia del laurel) que los vecinos van a buscar a un municipio cercano, como explica Pablo Molina, presidente del Corazón de El Pico este año: “Hemos ido a buscar la rama al municipio de La Guancha, la hemos ‘deshijado’ (cortar las ramitas pequeñas de las ramas más grandes), para formar ramos, que se van amarrando con hilo alrededor de las cañas”.
Una decena de vecinos se esmera con el enramado. Todos son miembros de la Asociación Corazón El Pico, una ong sin ánimo de lucro, con una directiva, que se renueva cada tres años, y representa a la mayoría de la gente del barrio Pico Bermejo: unas 1.300 personas.
Sobre ese tapiz verde se van incorporando las frutas y las tortas. En este caso, mandan las peras, que rodean el perímetro de los dos corazones, con dos líneas en forma de cruz de manzanas y, en el centro, racimos de uvas blancas y tintas y las tortas de harina y pan con todo tipo de motivos esculpidos: desde un molino de viento, a una máscara, pasando por un lagarto o unos modernos walkman.
La fiesta de los corazones se concentra en tres días grandes. El domingo, con el izado de los corazones; el lunes, el descuelgue, y el martes, la retirada.
Después de la fiesta, el lunes por la tarde se descuelgan los corazones, se sortean los distintos componentes de cada corazón y se lanza la fruta a la gente que compite por cogerla.
Por último, el martes se escenifica el ‘pique’, en el que las tres asociaciones se lanzan coplas inventadas y críticas, en una especie de duelo literario al sol. Y, tras los corazones grandes, al siguiente fin de semana, se celebran los corazones chicos, con la misma dinámica, pero adaptada a los más pequeños del pueblo, que también viven y festejan los corazones. No en vano, Tejina vive de corazón todo el mes de agosto.
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