"Cuando salgamos de esto, no va a haber familia que no haya vivido de cerca una muerte" Ginés García Beltrán, obispo de Getafe: "¿Vamos a aprender algo de esto? Seríamos torpes si esto acabara y volviéramos a vivir como si nada hubiera pasado"
"No puedo dejar de reconocer, y agradecer, la labor de nuestros sacerdotes y de nuestros voluntarios, en residencias y hospitales"
"Paso el confinamiento con muchos momentos de oración, delante de Señor, recordando Getsemaní"
"Nosotros celebraremos la Semana Santa como nos está diciendo la Santa Sede, y como hemos decidido en la Conferencia Episcopal, y de lo otro es mejor esperar, no tomar una decisión que posiblemente el mes que viene vamos a cambiar"
"Esto nos tiene que ayudar a replantearnos nuestra vida y replantear el mundo"
"Nosotros celebraremos la Semana Santa como nos está diciendo la Santa Sede, y como hemos decidido en la Conferencia Episcopal, y de lo otro es mejor esperar, no tomar una decisión que posiblemente el mes que viene vamos a cambiar"
"Esto nos tiene que ayudar a replantearnos nuestra vida y replantear el mundo"
El obispo de Getafe acaba de enterrar a dos de sus sacerdotes, fallecidos por coronavirus. No son los únicos que han fallecido en este tiempo. Y es que la pandemia se ha cebado especialmente en la diócesis del sur de Madrid, la más joven de Europa, y en la que menos se siente el confinamiento decretado por el Gobierno.
Son muchos los trabajadores del sur de Madrid que se ven obligados a seguir saliendo a la calle, cada día, con el riesgo de contagiarse, por no hablar de la situación del hospital de Valdemoro, donde varios curas siguen ingresados, y otros no dejan de acudir, las veinticuatro horas del día, para acompañar al que sufre y, en muchos casos, muere solo.
En esta entrevista, Ginés García Beltrán se muestra convencido de que la función de la Iglesia, además de arrimar el hombro y ceder instalaciones y personas para ayudar, está en “consolar a la gente, acompañándola, que sepan que estamos ahí, que no están huérfanos de sus iglesias ni de sus sacerdotes”.
“Cuando salgamos de todo esto, tendremos que sentarnos y ver lo que Dios le pide a la Iglesia, porque tendremos que dar respuesta al drama que va a quedar. Al drama económico, al laboral, al profesional, pero también al humano, porque no va a haber familia que no haya vivido de cerca una muerte. Vamos a salir muy purificados, muy apaleados, y de nosotros depende que salgamos renovados”, asegura el obispo de Getafe, mirando al futuro.
¿Cómo se está viviendo la pandemia en la diócesis?
Pues como todo el mundo, con mucho dolor y también con mucha preocupación por la extensión que está teniendo en la población. Se hace todavía más duro, porque ponemos rostros a los enfermos y a los muertos. Muchos de ellos son de nuestras parroquias, los conocemos personalmente, sabemos de su familia, de su vocación, de su forma de entender la vida.
Pero, además, lo estamos viviendo como una llamada a rezar, pero también a consolar. Todas las iniciativas de creatividad pastoral que se están dando son una llamada a consolar a nuestra gente. Es importante que un párroco la ponga por streaming o youtube, porque el fiel no solo ve una misa bien preparada, como en la televisión o radio, sino que ve a su cura, que ve a su gente.
¿Qué se está haciendo desde la Iglesia de Getafe?
No puedo dejar de reconocer, y agradecer, la labor de nuestros sacerdotes, y de nuestros voluntarios, en residencias y hospitales, como en una residencia de Ciempozuelos, que está viviendo una situación muy delicada, y todos están ayudando.
También, a través de las redes sociales y el móvil, estamos intentando atender a mucha gente, trabajadores y sanitarios, para alentarlos. A todo el que lo necesita. Algunas personas nos decían que llamaban a los hospitales y las líneas estaban colapsadas. Por eso hemos abierto unos teléfonos de escucha, para que la gente pudiera llamar.
¿Cuál es el papel de la institución en mitad de esta sociedad en confinamiento?
Lo que más me pide el corazón es consolar al pueblo. Nuestro pueblo está sufriendo y nosotros con ellos. Creo que es verdad que podemos prestar ayuda física, material, y tenemos que hacerlo. Hay iniciativas que están ayudando: podemos y debemos dar un paso adelante y ser voluntarios en las residencias que se están quedando sin gente, y están muriendo muchos ancianos. Pero, junto a eso, también es muy importante estar con la gente, acompañándola, que sepan que estamos ahí, que no están huérfanos de sus iglesias ni de sus sacerdotes.
¿Qué siente un obispo cuando contempla, tan de cerca, el dolor y la muerte?
En primer lugar, se vive con gran dolor, muchas veces hasta con cierta zozobra, con incertidumbre cuando te llama algún sacerdote y te cuenta que le van a ingresar. También otros, como Jon, que ya están en casa después de pasar un tiempo en la UCI. El dolor de la pérdida de los sacerdotes es grande, pero también el de mucha gente. En la parroquia de la Asunción de Valdemoro han muerto muchísimos, es tremendo.
¿Cómo está viviendo el confinamiento?
Paso muchos momentos de oración, delante de Señor, recordando Getsemaní (Aparta de mí este cáliz, pero que se cumpla tu voluntad). Y desde la mañana hasta la tarde, intento llamar, contestar al que me escribe. No puedo quedarme quieto.
A mí no me preocupa estar encerrado. Es una obligación moral en este momento. Me preocupa lo que está pasando ahí fuera, nos sentimos un poco impotentes ante lo que está pasando. No nos queda más que confiar y poner esperanza en medio de esta situación de desesperanza.
¿Se ha tomado alguna decisión sobre las próximas celebraciones: Semana Santa, comuniones, confirmaciones...?
Nosotros celebraremos la Semana Santa como nos está diciendo la Santa Sede, y como hemos decidido en la Conferencia Episcopal, y de lo otro es mejor esperar, no tomar una decisión que posiblemente el mes que viene vamos a cambiar. Lo prudente es esperar. Y cuando veamos la luz al final de túnel, entonces haremos lo que haya que hacer. El tema de sacramentos es lo que menos me preocupa ahora mismo, porque los vamos a acabar haciendo antes o después.
¿Qué pasará cuando salgamos de esta?
Dos cuestiones fundamentales. Cuando salgamos de todo esto, tendremos que sentarnos y ver lo que Dios le pide a la Iglesia, porque tendremos que dar respuesta al drama que va a quedar. Al drama económico, al laboral, al profesional, pero también al humano, porque no va a haber familia que no haya vivido de cerca una muerte. Vamos a salir muy purificados, muy apaleados, y de nosotros depende que salgamos renovados.
"El tema de sacramentos es lo que menos me preocupa ahora mismo, porque los vamos a acabar haciendo antes o después"
Y después, algo a lo que le estoy dando muchas vueltas. ¿Vamos a aprender algo de esto? Tiene que salir una sociedad nueva, un hombre nuevo. Lo que el Papa decía el otro día: Dios perdona siempre, los hombres algunas veces, la naturaleza nunca. ¿Vamos a volver al desatino con el que estamos viviendo, por encima de nuestras posibilidades naturales? Esto nos tiene que ayudar a replantearnos nuestra vida y replantear el mundo. Seríamos torpes si esto acabara y volviéramos a vivir como si nada hubiera pasado.