"¿Se hará cargo de esta problemática el Sínodo de la Sinodalidad?" Comenzando por Italia: "Un cristianismo en minoría social"
"En materia de religiosidad, Italia parecía estar más allá del bien y del mal, inalcanzable a la pérdida masiva de la fe cristiana"
"En Roma están las llaves de Pedro, las columnas de la fe, que no pueden fallar, que sostienen a todo el 'orbe católico'"
"Nos cuesta darnos cuenta de que YA estamos de lleno en un declive de la Iglesia, que no tiene precedentes, y cuyo decrecimiento sombrío sugiere los peores pronósticos"
"Nos cuesta darnos cuenta de que YA estamos de lleno en un declive de la Iglesia, que no tiene precedentes, y cuyo decrecimiento sombrío sugiere los peores pronósticos"
Hace apenas una semana ha sido Italia la que ha dado con sus estadísticas socio-religiosas el aldabonazo de atención. Decíamos que queríamos «partir de la realidad», y ésta es una buena oportunidad para ello. El titular de la noticia rezaba: «Italia ya es poscristiana».
Confieso que en estas últimas décadas casi no había escuchado noticias ni comentarios sobre el estado de la religiosidad en la sociedad italiana. Sí sobre Francia, Alemania, España… Pero, Italia, parecía estar vacunada contra la pandemia de «la secularización» -digámoslo así-. En materia de religiosidad, Italia parecía estar más allá del bien y del mal, inalcanzable a la pérdida masiva de la fe cristiana: tal vez «las puertas del infierno no prevalecerían contra ella» tampoco.
Siendo el gran centro de autoridad del catolicismo mundial, Roma, a la que van todos los caminos –y las miradas de muchos de los creyentes–, no podría, en esta materia, ni siquiera quedar despeinada. En Roma están las llaves de Pedro, las columnas de la fe, que no pueden fallar, que sostienen a todo el «orbe católico».
La noticia estadística ha tenido una cierta dosis de sorpresa. Parecía que eso no iba a poder suceder a un país como Italia. Pero sí, más allá -o más abajo- de la superficie de esa sociedad tan llamativamente marcada por el cristianismo, han aparecido unos datos estadísticos socio-religiosos asustadores.
No, Italia ya no es una sociedad cristiana. El 37% de su población se confiesa «no creyente», frente a un 13’8% que se confiesa creyente -menudo problema el definir el significado de esa palabra-; y, en medio, pues, casi la mitad de la población (49'2%), entre ateísmo práctico o teórico, otras religiones, indiferencia, posteísmo… Ante esos datos, cabe aceptar el titular con que el periódico Il Giornale titula la noticia: «Italia es poscristiana».
Se queda uno como sin capacidad de reacción. ¿Es posible lo que oigo, lo que leo? Pero no parece una fake news, son datos.
La noticia y sus datos los presentó este mismo medio, Religión Digital, hace una semana, y más abajo transcribo la versión original completa de Il Giornale. Ahí están los datos, casi desnudos. Añadamos una pequeña interpretación a esta fotografía actualizada de la realidad religiosa de la sociedad italiana.
El cristianismo, en su mismo centro (geográfico, simbólico, histórico, jerárquico…), no sólo no es un país cristiano, sino un cristianismo en minoría social.
- No es una foto fija, sino en continuo movimiento de decrecimiento, con un ritmo registrado como uno de los más acelerados que se han dado en momentos álgidos de la historia (uno de ellos fue el posterior a la Revolución Francesa).
- Es masivo el abandono del cristianismo -no más, ni menos, que en los países vecinos europeos-. Se incrementa en el caso de los jóvenes, que, mayoritariamente no logran sintonizar con el cristianismo eclesiástico. Muchos templos ya se vaciaron, se reconvirtieron para otros fines, y los que resisten, se ven llenos de cabezas blancas o calvas y vacíos de jóvenes. Los seminaristas y las religiosas estudiantes con que uno puede cruzarse en las calles de Roma, son mayoritariamente extranjeros; ese futuro no es italiano.
Igual que nos cuesta darnos cuenta de que YA estamos en el cambio climático, que éste no es algo que vendrá, como veníamos diciendo en las tres décadas pasadas, sino que YA está aquí, de igual manera nos cuesta darnos cuenta de que YA estamos de lleno en un declive de la Iglesia, que no tiene precedentes, y cuyo decrecimiento sombrío sugiere los peores pronósticos.
Tampoco Italia se hurta a este declive, a esta disminución general del cristianismo, especialmente en Europa, pero sentida por todas las latitudes del mundo cristiano.
Habría mucho que matizar, porque, a lo mejor, tal vez no es el cristianismo mismo lo que está desapareciendo, sino alguna otra dimensión o variable sutil, que pasa desapercibida y que no vemos, porque está fuera de la caja, fuera de nuestra caja mental…
¿Se hará cargo de esta problemática el Sínodo de la Sinodalidad, o se quedará encerrado en la caja de la vida doméstica de la Iglesia, bien delimitada canónicamente por los anteriores concilios, de Trento, Vaticano I, y Vaticano II…?
En todo caso, el aldabonazo de Italia llama a la reflexión. Algo está pasando. Algo grave, muy grave. ¿Tiene remedio, o es algo «terminal»? ¿Podrá la Iglesia recuperar su papel, o vamos camino de que se pierda todo en unos pocos años? Habrá que salir de la caja y mirar desde fuera, con más apertura de visión.
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Si lo desea, vea a continuación la versión completa original de ilgiornale.it
19 de julio de 2023 - 12:59
"L'Italia è post-cristiana", estudio de impacto sobre la religión.
Roberto VIVALDELLI
«La presencia del Vaticano y el hecho de que nuestro país sea considerado universalmente la cuna del cristianismo no bastan. Italia es ahora poscristiana. Los datos hablan por sí solos: según una nueva maxi-encuesta demográfica que la revista mensual "il Timone" ha realizado en colaboración con Euromedia Research por la doctora Alessandra Ghisleri, más de un tercio de la población italiana -un buen 37%- se declara "no creyente", mientras que los que se declaran "creyentes" y católicos y acuden a misa a la iglesia son sólo el 13,8% de la población total. Se trata, según el estudio, de una ínfima minoría, formada por algunos jóvenes y fieles de edad avanzada. Entre los que se declaran "creyentes" y dicen ir a misa al menos una vez al mes, sólo el 33% de los fieles se confiesa al menos una vez al año, mientras que el 32% desconoce el significado de la Eucaristía. Algo bastante grave, dado que estamos hablando del sacramento instituido por Jesús durante la Última Cena.
Pocos creyentes conocen "La Última Cena
Los otros datos contenidos en el estudio publicado por la revista "Il Timone" son igualmente desalentadores para el futuro de la Iglesia. Menos de 6 de cada 10 creyentes practicantes, de hecho, saben lo que es la confesión, mientras que el 66% de los creyentes practicantes se equivoca o ignora la definición de "resurrección de la carne"; y la cosa no acaba ahí, porque el 20% piensa que el pecado es un "simple mal hecho a los demás". Además, en cuestiones éticas, desde el aborto al matrimonio homosexual, los practicantes tienen una visión "secularizada" de facto, mientras que surge, de nuevo entre los creyentes, una clara oposición al útero de alquiler y a la legalización de las drogas. La oración sigue siendo una práctica muy extendida: uno de cada cinco creyentes afirma rezar todos los días -y el 96% lo hace al menos de vez en cuando-, mientras que 7 de cada 10 de los que van a misa creen en la existencia del Diablo.
Números parecidos a los de la encuesta sociológica publicada, en 2021, por la Conferencia Episcopal Italiana 25 años después de "Religiosidad en Italia", en 1995, que también en ese caso informaba de un descenso de la asistencia semanal a Misa, del 31,1% al 22%: la religiosidad, por tanto, sigue perdiendo el elemento de la participación en la Misa dominical (-9% de 1995 a 2020, prepandemia) y se hace "más reflexiva, meditada y, por tanto, más problemática". Incluso en esa encuesta, de hecho, la oración sigue manteniendo un aspecto relevante.
Retos para el futuro
¿Cómo afrontar esta Italia poscristiana? 'Il Timone' entrevistó a varias personalidades, desde Kiko Argüello (Iniciador del Camino Neocatecumenal) a Davide Prosperi (Presidente de la Fraternidad de Comunión y Liberación), pasando por Don Giulio Maspero (Prelatura del Opus Dei). Como escribió en tiempos insospechados el historiador británico Christopher Dawson sobre el proceso de secularización -era 1956-, es "tarea de la educación cristiana recuperar los contactos perdidos y restablecer el contacto entre la religión y la sociedad moderna, entre el mundo de la realidad espiritual y el mundo de la experiencia social". Por supuesto, esto no es lo que normalmente se entiende por educación, que suele limitarse a los estrechos confines de las escuelas y los exámenes. Pero la educación no puede hacer mucho si no tiene detrás una cultura, y la cultura católica es esencialmente humanista, en la medida en que no hay nada humano que no entre en su ámbito y que de alguna manera no le pertenezca".
El Papa Francisco ha recordado, incluso recientemente, que la secularización "hace tiempo que ha transformado el estilo de vida de las mujeres y de los hombres de hoy, dejando a Dios casi en un segundo plano", hasta el punto de que "su Palabra ya no parece ser una brújula de orientación para la vida, para las opciones fundamentales, para las relaciones humanas y sociales". ¿Logrará, pues, la Iglesia recuperar su papel o está todo perdido?».
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