Con este título el Obispo de Astorga, Jesús Fernández publica en el semanario "Día 7", la última carta que dirige a todos los conciudadanos, en la que reflexiona sobre la "...irresponsabilidad con que grupos numerosos de personas, especialmente jóvenes, saltándose a la torera las medidas sanitarias preventivas, se han dedicado al botellón, a las fiestas incontroladas y a otras actividades de riesgo para la salud personal y colectiva. En vez de confinarse ellos, han confinado algunos de los valores más elevados.

Las normas que se están aplicando para el distanciamiento social y la disminución de contactos son ciertamente duras y difíciles de cumplir, pero tienen un motivo fundamental: la protección de la salud personal y comunitaria, un bien común de primer orden. Sin embargo su efectividad, en muchos casos, está siendo escasa, ¿a qué se debe?. Podría aludirse a la necesidad del trato social propia de nuestra naturaleza, pero me temo que la razón de estos comportamientos está sobre todo en la búsqueda de la evasión y la diversión..."

Las situaciones de una dificultad especial como la que estamos atravesando suelen ser propicias para medir el nivel moral de las personas y de la sociedad, -expone Jesús Fernández-.

"...Definitivamente, algo importante está fallando en nuestro sistema educativo que hace necesaria una reforma seria, valiente y dialogada. En este sentido, debería tomarse muy en serio la apuesta del Papa Francisco a favor de un pacto global por la educación.

Lo curioso es que nuestros dirigentes políticos, después de dar la bienvenida a la iniciativa, están a punto de consumar una reforma educativa -la Lomloe- ideológica e impuesta.

Ideológica porque está repleta de prejuicios contra la iniciativa privada, contra la libertad de los padres a la hora de elegir la educación que desean para sus hijos, contra el valor de la clase de religión... Impuesta, porque se está tramitando sin dialogar con todos los agentes protagonistas del proceso educativo. Pero no solo eso, al ignorar la propuesta de los obispos españoles de una educación en valores comunes, abordados desde la perspectiva filosófica, ética y religiosa, nuestros gobernantes están obviando la perentoria necesidad de fortalecer el músculo moral que nuestra sociedad tiene. Y a menospreciar la asignatura de religión quitándole valor académico, dejándola sin alternativa y relegándola a horarios intempestivos, están tapando con piedras la principal fuente del sentido de la vida que ha regado las raíces de nuestro pueblo y de nuestra cultura..."