De una Iglesia de sacramentos a una Iglesia de humanidad
Lo que sucede con la pandemia del virus Civid-19 puede conducir a una transformación radical de la manera de entender la verdadera mission de ella en nuestro mundo. La fe queda siempre un don de Dios y el Espiritu santo distribuye sus dones como bueno lo entiende. La Iglesia no puede entenderse sin tomar en cuenta esos dos elementos esenciales, de gratuidad del don de la fe y la gratuidad de los dones del Espiritu.Si hay discípulos y doctores, hay también profetas y testigos de la fe en el cotidiano de la vida, al cumplir con las Bienaventuranzas en el cotidiano de su vida.
| oscar fortín
El Covid-19 nos revela la fragilidad de una Iglesia que vive y se fundamenta en los cultos sacramentales. A base de ellos, las iglesias del mundo se impusieron como lugares privilegiados del encuentro de Dios y de su celebración, a través, justamente, de los sacramentos que ponen al pueblo en contacto directo con Dios. En tal contexto, los pastores, sacerdotes, obispos, cardenales y hasta el papa, son los funcionarios que actualizan los sacramentos y acompañan al pueblo en sus oraciones y diálogos con Dios. Los creyentes del mundo se conformaron a esa vida de la fe y de los sacramentos , signo de la presencia de Dios que perdona, que alimenta el espíritu y los corazones, que lleva unciones a los a punto de morir etc.
El Covid-19 llega y los gobiernos se impugnan para limitar sus efectos dramáticos sobre las poblaciones. Se ven en la obligación de poner fin a toda forma de asamblea, incluyendo las asambleas en las iglesias. Los creyentes no pueden participar a las misas, dirigirse al confesional para el perdón de sus pecados etc. Los pastores se encuentran solos en sus iglesias, sin saber que hacer.
Con esa pandemia los creyentes se ven desorientados tanto por las misas que por el confesional. Ciertas iniciativas se tomaron como las de la misa por internet y televisión y del confesional por teléfono. En los dos casos, los creyentes se quedan, por una parte sin comunión, por otra parte, sin la seguridad de que sus pecados no serán oídos por otros.
Covid-19 obliga la Iglesia a pensarse de una forma totalmente distinta de la que se imponía por el pasado. La Iglesia de los cultos sacramentales no volverá. Hay una toma de consciencia que ve el culto que agrade a Jesús y a su Padre en el actuar del cotidiano de la vida. Ese culto se revela en todas las acciones que se fundamentan en la “justicia”, en la “verdad”, en la “solidaridad” con los mas necesitados, en la “misericordia” y el “perdón” entre los unos de los otros. Sobre ese ultimo punto, la comunidad de los creyentes tiene todos los poderes para resolver y perdonar los pecados. Jesús, lo que dijo a Pedro, lo dice igual a la comunidad.
Mateo 16:19 ^
Y á ti daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que ligares en la tierra será ligado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos.
Mateo 18:18 ^
De cierto os digo que todo lo que ligareis en la tierra, será ligado en el cielo; y todo lo que desatareis en la tierra, será desatado en el cielo.
La Iglesia de los cultos sacramentales llega a su punto final, al momento que la Iglesia del culto del actuar que enriquece la Humanidad esta ya en marcha. La Iglesia, pueblo” es la Humanidad y sus cultos son los compromisos que actualizan las bienaventuranzas y los cumplimientos de los mandatos de Jesús a sus discípulos que se resumen en el “amarnos los unos y los otros” en eso cumplirán con la Voluntad de su Padre.
La Iglesia tiene el desafío de pasar de una “Iglesia teatral” a una Iglesia humana. Hacerse humana como Jesús se hizo humano. Volver a una vida normal, sin decoro y sin teatro. Vivir en el cotidiano las Bienaventuranzas, acompañar con el ejemplo a los hombres y mujeres que viven sus cotidianos como lo pueden. Predicar por el ejemplo de la vida cotidiana. Hacer descubrir que el Jesús resucitado esta presente en el corazón de cada ser humano, que se puede conversar con Él en la intimidad de nuestra vida. Recordar que lo mas importante nos esta revelado en la intervención de Jesús sobre el Juicio final. Lo bueno o lo malo que hacemos a nuestro prójimo es à él que lo hacemos. Es decir lo que se hace humano en cada persona.
Al terminar esta reflexión, me encontré con un articulo que va directamente en la misma dirección. Me permito, ponerlo junto a mis texto: Nota: Un articulo, recién leído, me confirma en lo correcto de una Iglesia, hecha humanidad, en medio de los pueblos.
Estamos en el principio de una verdadera salida de las iglesias para hacernos todos y todas HUMANIDAD como lo hizo JESÚS al nacer de esa Humanidad.
Concluyo con esas palabras de Juan: "Dios reina si sus hijas e hijos se quieren, se ayudan y se perdonan."
Oscar Fortín
10 de mayo 2020