EL PROCESO DE DIVINIZACIÓN DE JESÚS / 3

Algunos hombres se convierten en dioses por su extraordinaria virtud (Aristóteles) 

La pregunta fundamental para un historiador es, pues, ¿de qué forma el galileo Jesús, siendo totalmente humano, llegó a convertirse en divino?  A esta pregunta trata de responder, entre otros muchos, el investigador norteamericano Bart D. Ehrman en su libro How Jesus Became God  (Cómo llegó Jesús a ser Dios). En la antigüedad grecorromana, afirma este autor,  hay numerosos casos de seres humanos divinizados, exaltados a los cielos por un proceso de apoteosis

Así, César Augusto en Roma, siendo un hijo adoptado, fue elevado a la categoría de numen divino al que se le rendía culto. Rómulo, fundador mítico de Roma, se le creía ascendido a los cielos y  también se le dio culto como a un dios.

En el contexto del mundo judío Moisés, entre otros, también fue elevado a los cielos y convertido en un ser divino. Igualmente, las figuras judías de Henoc y Elías fueron exaltadas al cielo sin pasar por la muerte. A imitación de ellos y 20 siglos más tarde, el papa Pío XII en 1950 proclamó que María, la madre de Jesús (y madre de Dios desde el concilio de Éfeso), fue asunta en cuerpo y alma al cielo sin pasar por la muerte natural.

Se define así el último dogma mariano, la Asunción, que pasará al catecismo pese a carecer de todo fundamento bíblico, lo mismo que el anterior dogma de la Inmaculada Concepción, proclamado por el papa Pío IX en 1854.

Entre los griegos, encontramos también casos de seres humanos que por sus elevadas acciones benefactoras, sus gestas heroicas, extraordinarias o prodigiosas, adquieren la inmortalidad por apoteosis. Es el caso de Heracles después de sus duros y fatigosos  trabajos, Dioniso, Perseo o Asclepio, el sanador de Epidauro.

Aristóteles en su Ética a Nicómaco (libro VII) hace referencia a aquellos humanos que “se convierten en dioses (gígnontai theoí) por su extraordinaria virtud”.  El filósofo siciliano Empédocles es un ejemplo notorio de tal divinización, como lo había sido Pitágoras de Samos, elevado a categoría divina por sus discípulos.

Esta misma teoría de la conversión de hombres notables  en dioses mediante  apoteosis es defendida por Evémero de Mesene (s. IV a.e.c.) y el evemerismo tuvo una gran influencia en la época helenística  y romana e incluso en la moderna, por ejemplo en la filosofía de la religión de Hume o de Voltaire.

De hecho, una idea semejante había sido defendida antes por el sofista Pródico de Ceos, contemporáneo de Sócrates.  Curiosamente, algunos Padres de la Iglesia de los primeros siglos usaron el evemerismo para explicar la divinización de dioses paganos, pero no lo aplicaron a la figura del Cristo en el que creían firmemente.

Así pues, los modelos helénicos y romanos fueron verosímilmente aplicados a Jesús por un proceso normal de ósmosis cultural. Heracles fue benefactor o salvador de los mortales por vencer fuerzas malignas y Jesús, de forma paralela, fue proclamado salvador universal por haber vencido al Maligno de la tradición apocalíptica judía, a la que él pertenecía.  Jesús, en la visión de los relatos evangélicos del Nuevo Testamento, superará a Asclepio por sus curaciones, exorcismos y acciones portentosas, denominadas milagros.

Pero la facultad de hacer milagros se atribuía igualmente en el mundo antiguo a otras figuras, como Apuleyo o Apolonio de Tiana, dado que las creencias en acciones mágicas y portentosas estaban muy extendidas.

Tradicionalmente, sin embargo, los milagros del Nuevo Testamento y las profecías del Antiguo fueron presentados por la apologética cristiana como argumentos (falaces) a favor de la divinidad de Jesús.

Las acciones benefactoras y salutíferas del Nazareno otorgan primero la salud física, corporal y luego la salvación espiritual, a partir de la teología paulina.

La palabra griega sotería, lo mismo que la latina salus, significan salud y salvación. Marcos, el primer evangelista  histórico, enfatiza la figura de Jesús como sanador de enfermos y curador mediante exorcismos de presuntos endemoniados, mientras que Pablo lo convierte en salvador espiritual, redentor universal por su muerte vicaria en pro de toda la humanidad.

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