De dónde la experiencia religiosa tan sentida.

Las fuentes que generan o sustentan el creer son muchas, pero la más recurrente y para el "afectado", convincente, es la "experiencia religiosa". Un determinado sentimiento difícilmente verbalizable. Un éxtasis de la inteligencia que prescinde de explicaciones.

A determinada edad adulta, el creyente obvia un hecho cierto en la génesis de su creer: la infancia. La infancia que perdura, la infancia mantenida con refuerzos de conducta. El creyente, para explicar “a fondo” su creer, prefiere prescindir del pasado y se refiere a hechos puntuales y actuales de que su creer es una experiencia inefable.

Quizá pudiéramos transigir en que la creencia se funda, mantiene, se robustece... por la misma experiencia del creer que embarga el ánimo de quien la experimenta.

El hombre, para entender, necesita verbalizaciones de la idea, concreciones del pensamiento, en definitiva, conceptos y expresión de los mismos. Nada se conoce si no es a través del verbo ni, sobre todo, nadie puede transmitir experiencias sino a través de la palabra.

¿Alguien podría explicar, cuando tal experiencia “le embarga”, "padece", "sufre" o fruye, en qué consiste? ¿Por qué se da? ¿De dónde nace?  Y, sobre todo, ¿en qué es distinta de otras similares? Cuando digo "alguien", la referencia obligada es persona con suficientes conocimientos de Psicología, Teología, Filosofía, Historia... para aportar verdades que se sustenten en sí mismas.

Sí, hay un vasto legado literario referido a tal experiencia. Pero esta experiencia, que según dicen se torna "vivencia", nada aporta ni ha aportado al conocimiento sustancial de la misma, en nada diferente a cualquier experiencia estética, por ejemplo.

¿Por qué decimos esto? Porque todo se reduce a sentimiento, emoción, afecto, ternura, sensiblería, lenguaje simbólico, un hablar humano en el fondo y en la forma... Cuando no se produce la afasia total ("ni ojo vio ni oído oyó"), que oímos de vez en cuando en participaciones multitudinarias sumamente emotivas, que efectos lacrimógenos: “Esto no se puede explicar con palabras, esto hay que sentirlo”.

De la verdadera entidad sobre cómo Dios "asienta sus reales en la mente", nada. Dan por supuesto que tal sentimiento o emoción viene de Dios y en esto acaba su investigación.

De ahí que, entre las muchas explicaciones, algunos nos quedemos con elucidaciones de "andar por casa" y con otra visión de este hecho sobrenatural incrustado en el hombre. Visión quizá más rastrera pero más psicológica, y por lo tanto quizá más cierta, no tanto del hecho cuanto del origen:

a) insatisfacción vital: este mundo, el mundo pequeño en el que vivo, no me satisface;

b) revolver palabras pías: a fuerza de "profundizar" en lecturas y rezos, se siente el regusto de encontrar nuevos "sentidos";

c) malestar familiar o incluso ruptura: manera fácil de encontrar asideros impalpables que "pueden" servir;

d) frustración en otros campos de la vida, generalmente laborales;

e) deseos de salir de un marasmo mental provocado por la misma situación vital en que se han encerrado, querer imitar, hacerse valer...

3 mayo 2023

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