Los 7 pecados capitales… + 1, de la Historia de la Iglesia (2)


REFLEXIONES (2)

Decíamos ayer que, aparte de la traición, durante siglos, al mensaje del Evangelio, hay otro aspecto del mensaje de la Iglesia a tener en cuenta: sus contradicciones históricas.

La Iglesia, en sus inicios, se extendió por el mundo conocido difundiendo aquel "Gloria a Dios en el cielo y paz a los hombres de buena voluntad".

Como corolario necesario del mensaje de paz que la Iglesia introdujo en el mundo, un mundo pletórico de conquistas a sangre y fuego y dominio de un pueblo sobre otro, estaba la prohibición para cualquier cristiano de empuñar las armas, de alistarse en los ejércitos…

Después de Constantino, la grey contempló con estupor cómo la Iglesia excomulgaba a aquel que no sirviera con las armas al emperador y cómo animaba, cada vez con mayor y creciente empeño, a matar y masacrar a los infieles que no acataban la doctrina “salvadora” de Cristo. Eso sí, al clero le estaba prohibido el servicio de armas: su sangre pura no debía derramarse así como así.

¿Y qué decir de la simonía, del préstamo a interés, de la usura, de la especulación dineraria? De ser un pecado nefando, propio de los pérfidos judíos, pasó a ser práctica habitual y “necesaria” para la mayor gloria de Dios (un dios administrado, por supuesto).

“Peccata minuta”, que dirán los fieles de hoy, mientras sus corazones se abren a las maravillas de la gracia y sus labios entonan el Tantum ergo o la Salve Regina. Dirán que lo que importa es la búsqueda del ideal de salvación, que lo humano se entrevera demasiadas veces en lo divino… ¿Qué decir a esto?

“…cuando siglo tras siglo y milenio tras milenio alguien realiza lo contrario de lo que predica, es cuando se convierte, por acción y efecto de toda su historia, en paradigma, personificación y culminación absoluta de la criminalidad a escala histórica mundial”.

La Historia de al Iglesia –el pilar que le dicen de “la Tradición”— es vida propia de los cristianos de hoy. Debido al arrinconamiento en que la sociedad civil les ha encerrado, hacen de la necesidad virtud y predican hoy, como en los primeros siglos del cristianismo, mensajes edulcorados de salvación, amor a los pobres, regeneración moral…

Pero ya no engañan a un pueblo escarmentado. A la vista de lo que fueron, todo eso suena a huero, vacío, anodino, sin efectividad real alguna. La Historia, “magistra vitae”, dice que volverían a las andadas si cambiaran los vientos de la Historia. Y ya hay por el mundo suficientes talibanes como para generar en nuestro suelo otros de similar catadura.

Hablan de “ideales”…. ¿Ideales? Sí, ideales pisoteados por aquellos mismos que engañaban al pueblo con palabras mendaces mientras llevaban a efecto sus pretensiones de consecución de poder y acopio de riquezas. ¿O es que los cientos de catedrales, los miles de iglesias y ermitas, los monasterios con sus cientos o miles de hectáreas cultivables, los Estados Pontificios con su ejército y su marina, la Basílica de San Pedro y el resto de basílicas de Roma, etc. etc. surgieron de la nada?

La Iglesia, en cualquier país de Europa, dispone de un patrimonio artístico superior en muchos puntos al patrimonio civil: ¿de dónde salió todo eso? Y, puestos a calentarnos más la sesera, ¿por qué esa carrera frenética de la Iglesia, hoy, por inscribir en el Registro de la Propiedad todo ese patrimonio?

Rapiña de ayer y latrocinio de hoy. Iglesia semper et in saecula. Como decimos en otra sección --Proverbios-- "la Iglesia puede prescindir del matrimonio pero jamás del patrimonio".
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