MALOS COMUNICADORES

MALOS COMUNICADORES

Opinión generalizada dentro y fuera de la Iglesia en la actualidad, es la de que uno de los males más graves que padece la institución es precisamente la falta de calidad de sus comunicadores. ¿Más que la carencia de vocaciones cuya actividad y ministerio identifican al ejercicio de la proclamación de la “palabra de Dios”-, avalado por datos y estadísticas tan sociológicamente significativas y evidentes? ¿Más grave aún después de puntualizar que tal falta de calidad “evangelizadora” habrá de repercutir necesariamente en su condición ético-moral de “buenos o malos, curas y obispos”, en la consideración de los miembros de la Asamblea Cristiana, necesitada de los salvadores mensajes?. Cualquier reflexión acerca de tema tan apasionante será bienvenida, dando por supuesto siempre que, tanto su elaboración como su proclamación hayan sido, y sean, efectuadas al servicio de la propia Iglesia y del bien común.

. Casi ya superados los tiempos románticos de la oratoria sagrada con sus púlpitos, ceremonias, ritos y atuendos sacros, aunque perdurando no pocas excepciones clásicas propias de las solemnidades de rigor, sobre todo las “pontificales”, poco a poco catequistas y predicadores se esfuerzan en acondicionar a la sensibilidad y cultura –incultura- religiosa de oyentes y asistentes a los actos litúrgicos, las enseñanzas contenidas en los Libros Sagrados, con mayor dificultad para los textos del Antiguo Testamento, necesitados de revisión, por elemental exigencia de los deseos “franciscanos” de la profunda y urgente reforma que demanda la liturgia.

. El lenguaje oficial a cargo de los miembros de la jerarquía resulta ininteligible como instrumento de comunicación de Dios con devotos/as, que conocen además que cuentan con la gracia de Dios, desde el reconocimiento humilde, y base carismática veraz de la necesidad que padecen de ser educados y reeducados en su fe y en la puesta al día de la misma.

. Las mitras, el tono de voz, el solio, la sede, el báculo, los títulos empleados, los temas seleccionados, la hermenéutica con la que se pretende su ilustración, y parábolas y ejemplos de vida, como otras tantas ayudas y recursos, resultan inoperantes por naturaleza para allanar los caminos de salvación, de libertad, de esperanza y de amor.

. Los medios de comunicación, en la diversidad de versiones con su capacidad multiplicadora del eco del que son fieles generadores, apenas si contribuyen a alcanzar los objetivos previstos en tantos otros sectores, por falta de uso y de profesionalidad, o por exceso de temores y tener que seguir rindiéndole culto a medios y sistemas tradicionales coincidentes, en exclusiva, o fundamentalmente, con las “Cartas Pastorales”, “exhortaciones”, “comunicados”, “mónitums”, “boletines oficiales”, “hojas parroquiales”y Santorales y calendarios populares de toda la vida.

. Hoy por hoy, y sintiendo mucho tener que reconocerlo y reseñarlo, las posibilidades de contar en la Iglesia española con profesionales de la comunicación “religiosa” están de por sí recortadas. Cualquier otra actividad, sector o área de la información cuenta con profesionales conocidos, reconocidos, valorados, “buscados” y “fichados” en mayor proporción que los que trabajan en el organigrama religioso. Aunque sus temas sigan siendo todavía para muchos potenciales oyentes o televidentes, ciertamente interesantes, “periodísticos” y atractivos, la presentación y administración de los mismos los tornan aburridos, infumables e indigestibles.

. “Aburrimiento”, “palabra de Dios” y actos y celebraciones “religiosas”, configuran una oferta de evangelización frecuente –habitual- desdichadamente en la Iglesia, diferente a la que jóvenes y mayores aspiran y logran en tantas otras actividades y participaciones de cultura y de ocio.

. Publicaciones y empresas de las que su responsable es la Iglesia, o de las que de alguna manera la misma Conferencia Episcopal es su titular, no se eximen de su catalogación de “aburridas”, ni de anti- religiosas y poco, o nada, evangélicas, por lo que la justificación de sus pingües gastos de mantenimiento y de difusión es cuestionada aún por católicos comprometidos en tarea tan sagrada y edificante, comenzando por los llamados “Gabinetes de prensa”, con prevalente, desdichada y reciente mención para algunos de ellos, cuya sola cita y recuerdo con rango episcopal fueron lamentables.

. El Papa Francisco es prototipo de “evangelista- comunicador”, comprometido además, y en permanente y activa noticia al servicio del pueblo.

. Por lo que respecta a los sermones –“palabra de Dios”, encargados y vividos por los miembros de la Iglesia, aún entre los más empingorotados de las Signaturas Apostólicas y a ellas adjuntos, deberían ser “por los siglos de los siglos, Amén, otros tantos “Fray Ejemplos de vida”, al margen, o sobre, cualquier pieza canónica de oratoria o “lectio sacra, es preferible aquí y ahora correr velos de vergüenza y de arrepentimiento.
Volver arriba