MENTIRAS “PIADOSAS”

Cortejan, definen y explican el término “mentira” –“expresión contraria a la verdad”-, otros como “engañar, falsificar, inducir a error, embuste, argucia, impostura, falacia, infundio e invención”. La aplicación de “piadosa” a las mentiras en cualquiera de las acepciones citadas es tarea que exige imaginación e inventivas imposibles, se viva o no conscientes de hacerlo en el “franciscano” Año Santo de la misericordia y del perdón.

. Mentira y persona son conceptos que se rechazan entre sí, contrapuestos y contradictorios. Enfrentados por naturaleza. La sola pretensión de emparentar “mentira” con “cristiano” e Iglesia, constituye un absurdo dislate y agravio gramatical y, por supuesto, ético-moral, en frontal desacuerdo con los fundamentos del evangelio y el espíritu que justifica el sentido y la permanencia de la institución eclesial “por los siglos de los siglos”,

. Pero el hecho es que, presente la fervorosa, y tantas veces farisaica e hipócrita, advocación de “piadosa”, la mentira encontró multitud de seguidores entre los cristianos y adjuntos, sin excepción para su jerarquía, y con infinita capacidad de comprensión y de perdonanzas para la inmensa mayoría de los fieles, crédulos, profesos y confiados en la doctrina impartida por los oficialmente intitulados “ministros de Dios”.

. Son muchos los que viven de la mentira, también en la Iglesia. Ella –la mentira- es fuente de rentabilidades religiosas, además de sociales. Conformarse con que también en los ámbitos políticos, y en tantos otros, la mentira es sobre todo el argumento, la fuerza y el oficio de los representantes, administradores y evangelizadores de la palabra de Dios, no aporta consolación alguna, sino todo lo contrario.

. Aunque la justificación próxima y real de estas reflexiones no sea en exclusiva una noticia concreta, es posible que ayude al esclarecimiento del tema, la siguiente: “ La policía italiana ha confiscado 3,500 “bendiciones papales” falsas, que por valor de 70,000 euros se vendían en una tienda cercana a la basílica de San Pedro en Roma, con el correspondiente sello pontificio, la foto del papa y su redacción en diversos idiomas. (Muchos los que apuestan que, ante hechos similares a este, cuando se efectúen las diligencias requeridas en los ordenamientos y leyes, en el proceso “monseñorearán los intermediarios, siempre necesarios, apuestos y dispuestos a facilitar y darle curso a las “mentiras piadosas” al servicio espiritual – compraventa-, de incautos devotos y devotas a favor de la salvación de sus almas)

. Si además de las “mentiras piadosas” que llevan consigo la administración de las religiones en general , es obligado añadir las inventadas en beneficio propio y directo de sus responsables, allegados o afines, la sola presunción de que “mentira y piedad” se asienten en la liturgia y en los cánones, escandaliza, y más en unos tiempos como los actuales en los que el “Amén” dejó, por la gracia de Dios, algunas de sus “infalibles” y misteriosas plumas, a consecuencia de la reflexión y de la formación religiosas.

. La Iglesia de Jesús es la Verdad, por lo que toda mentirá, y más la piadosa, la profana y pervierte. La cruzada contra la mentira y los mentirosos, es –será- la única merecedora de ser considerada y venerada como santa. Picaresca, mentira, religión e Iglesia son conceptos esencialmente irreconciliables.
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