TRABAJO PARA CURAS Y OBISPOS
Trabajo hay. Pero este está mal repartido. Es información que nos llega con desaforada frecuencia. Mientras que las agendas de unos y unas están pletóricas de actividades, en las de otros -y otras-, estas brillan por su ausencia. Aseverar que parte de la explicación radica en que, más que “buscar trabajo, es el trabajo, el que nos busca”, es aproximadamente cierto y veraz
“En” y “por “la Iglesia, acontece exactamente lo mismo. El término “bancarrota” ronda por las cúpulas de demarcaciones parroquiales y aún diocesanas. Recientes noticias así lo atestiguan. Una de ellas refiere, con “impunidad y alevosía”, que algún reverendísimo prelado ha decidido “embargarles” el sueldo “oficial” a sus curas sugiriéndoles que sea el pueblo-pueblo el que les compense la cantidad de dinero que precisan para su mantenimiento y el de los suyos.
Reflexionar con solvencia sobre tema tan sagrado es -será- de capital importancia y deber de conciencia.
La Iglesia es rica. Inmensamente rica. Enrojece constatar que, revestidos tan de “ricos“ sus máximos representantes, hablen de pobreza y pobrezas. Las riquezas de la Iglesia es posible que estén mal administradas. Ineptos, con traje talar la mayoría, y además “en el nombre de Dios”, y lenguaje y modos semi-dogmáticos, hacen y deshacen sin la mínima idea de capacitación y estudios para tales menesteres, aún experimentando ellos mismos que “en torno al altar poseen un tono especial, y en demasía, los euros”.
El dinero -ofrenda a la Iglesia en actos de participación litúrgica-, es culto de adoración a Dios. Con fórmulas como las de “Cáritas”, es, significa y proclama, la verdad de la religión cristiana, que no es cuestión de mitras e inciensos sino de cuentas corrientes. De esta manera, el dinero es misa. No lo es, convertido en estipendio -venta de servicios sagrados, como las mismas misas y la administración de los sacramentos.
Con déficit tan notorios correspondientes a pueblos y ciudades de la España vacía -vaciada-, también y soberanamente, por lo que respecta a la Iglesia, las agendas “ministeriales”- de curas y obispos se despueblan desoladoramente para actividades de piedad y de culto. Todos podrían y deberían llenar tales agendas con las actividades propias de la atención a otras carreras, tareas y oficios, con cuyos emolumentos legales, al menos equilibrar los gastos de supervivencia personal y parte de los indispensablemente institucionales.
¿Por qué no encontrarse ya con obispos impartiendo clases de filosofía, literatura, física o química, historia, sociología y tantas otras ciencias y asignaturas en institutos, universidades, colegios y otros centros, de los que serían profesores en su diversidad de grados y con las oposiciones requeridas? Además de los “curas obreros” de antaño, de recordación pastoral tan feliz, ¿por qué no más cuas taxistas, bancarios, periodistas, camioneros, camareros (un recuerdo reverencial para la labor de José Luis Lezama), enfermeros, médicos, funcionarios en general o vigilantes, sin que tal actividad les privara de la atención “religiosa” a sus feligreses y diocesanos?.
Obispos y curas insertos en las nóminas de actividades laborales o profesionales “civiles”, están en disponibilidad mayor para saber, conocer y compartir la teología, que si se limitaran a su aprendizaje y actualización en los libros de texto, clásicos en la materia, con sus “Nihil Obstat” e “Imprimatur”.
Sí, trabajos. Otros trabajos para curas y obispos. Este es el futuro. Lo del “báculo y mitra”, y “entronización”, pasan a mejor –“¿mejor”- vida. Así lo salmodia la historia.
Y ahora y ”a quien corresponda”, una pregunta indiscreta – es decir, “discretísima”-, después de contemplar, asombrados, la solemnísima ceremonia de la “santa Misa” en la festividad de la celestial patrona de Madrid, la Santísima Virgen de La Almudena: ¿qué futuro se le presupone y propone a la Iglesia, que se expresa, vive y pretende hacer vivir de manera tan espectacular, con mitras, “Caballeros y Damas de Congregaciones Reales”, con las rituales palabras de saludo y magnificencia dirigidas a ” autoridades militares, civiles, políticas y religiosas”, sin activa presencia femenina, y previamente exiliado el canto oficial del evangelio de la Virgen, que es su “MAGNÍFICAT”?.