"Peregrinos y sembradores de esperanza" Jornada de Vida Consagrada
"En el contexto del año Jubilar, la Iglesia celebra el 2 de febrero la fiesta de la Presentación del Señor, la Jornada de la Vida Consagrada, con el lema 'Peregrinos y sembradores de esperanza'"
"Con todo el Pueblo de Dios, los religiosos y religiosas celebran y se comprometen a trabajar por la esperanza activa, liberando y rompiendo las trabas que atan a los bienes materiales y atosigan el corazón del hombre"
"La vida fraterna ayuda a los consagrados y consagradas a sentir al prójimo como un hermano, generando la cultura del acompañamiento"
"Es un gran motivo de esperanza ver consagrados y consagradas totalmente entregados al cuidado de sus hermanos"
"La vida fraterna ayuda a los consagrados y consagradas a sentir al prójimo como un hermano, generando la cultura del acompañamiento"
"Es un gran motivo de esperanza ver consagrados y consagradas totalmente entregados al cuidado de sus hermanos"
Estimadas y estimados, en el contexto del año Jubilar, la Iglesia celebra el 2 de febrero la fiesta de la Presentación del Señor, la Jornada de la Vida Consagrada, con el lema «Peregrinos y sembradores de esperanza». Con todo el Pueblo de Dios, los religiosos y religiosas celebran y se comprometen a trabajar por la esperanza activa, que los convierte en testigos humildes de Dios que hace camino junto a quienes más lo necesitan, liberando y rompiendo las trabas que atan a los bienes materiales y atosigan el corazón del hombre.
El bautismo, como primer sacramento de la iniciación cristiana, los pone en movimiento; y los consagrados viven su especial consagración dentro de la consagración bautismal que comparten con todos los cristianos. El camino al cual les abre el bautismo es un camino de peregrinaje. Un camino que supone la búsqueda de Dios y de aquello que Él quiere. El peregrinaje supone ir detrás de alguien, que para un cristiano es seguir a Jesús. Peregrinar supone también andar con los otros, acompañar, andar juntos; es un ejercicio de sinodalidad. Peregrinar deriva etimológicamente del latín «per ager», que significa «a través del campo». Es, pues, una invitación a salir de la comodidad y seguridad de la casa o de la ciudad, a transitar por lugares desconocidos, a explorar nuevos caminos, a ser esa Iglesia «en salida» a la cual nos anima el papa Francisco.
El andar de los consagrados y consagradas no es deambular sin rumbo y sin sentido. Están invitados a andar con la mirada puesta en el Señor, a esperarlo, sabiendo que «la esperanza no defrauda» (Rm 5,5). Es así como se fortalecen mutuamente en esta esperanza, que no es optimismo ingenuo ni cerrar los ojos a un mundo herido y muchas veces injusto, sino precisamente una ayuda segura para ponerse en camino y avanzar hacia el bien. Desde aquí son llamados a ser sembradores de esperanza, a acompañar a los otros y fortalecerlos en la esperanza, especialmente a los pobres, a quienes sufren y a quienes no conocen el Evangelio. Su esperanza no se fundamenta en ellos mismos, ni en sus fuerzas o capacidades, o en sus propios proyectos. La esperanza se fundamenta únicamente en el Señor, en su Palabra.
La vida fraterna ayuda a los consagrados y consagradas a sentir al prójimo como un hermano, generando la cultura del acompañamiento. Esto es lo que mueve al buen samaritano a detener su marcha para acercarse y atender al malherido junto al camino (Lc 10,33-35). Es un gran motivo de esperanza ver consagrados y consagradas totalmente entregados al cuidado de sus hermanos: de los enfermos, de los pobres, de quienes están solos y de los que sufren las consecuencias del egoísmo y el individualismo. La esperanza está en el testimonio, en la compasión y en la ayuda que son signos visibles de la comunidad. La esperanza se alimenta de la experiencia de Dios y tiene como meta a Dios mismo.
Roguemos hoy para que los consagrados y consagradas puedan experimentar la esperanza en el Señor y, animados por la invitación Jubilar del Papa, avancen como «peregrinos y sembradores de esperanza».