Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación Seis propuestas (para cuidar nuestra casa común)
«Espera y actúa con la creación», es el lema de la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación, que se celebra este domingo. En su mensaje para este día, el papa Francisco nos hace un llamamiento a la esperanza
Como afirma el mismo Papa, es la fe cristiana, junto con las otras religiones, las que están llamadas incluso a liderar ―por muy extraña que parezca la propuesta―, esta renovación social
«Espera y actúa con la creación», es el lema de la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación, que se celebra este domingo. En su mensaje para este día, el papa Francisco nos hace un llamamiento a la esperanza. Y añade: «La esperanza es la posibilidad de mantenerse firmes en medio de las adversidades, de no desanimarse en el tiempo de las tribulaciones o ante la barbarie humana». Cómo afirma san Pablo, «todo el universo creado gime y sufre dolores de parto» a causa del hombre que lo ha sometido a «la esclavitud de la corrupción» (Rm 8,21-22). Vemos los estragos que la humanidad ha causado y continúa causando a la creación, especialmente en la parte de ella que tiene mayor capacidad para explotar sus recursos.
Ha de haber un espacio para la reflexión que proviene del sustrato espiritual de la sociedad que recoge siglos y siglos de sabiduría y de experiencia. Por eso como afirma el mismo Papa, es la fe cristiana, junto con las otras religiones, las que están llamadas incluso a liderar ―por muy extraña que parezca la propuesta―, esta renovación social. Porque entre las religiones es posible un camino de Paz y el punto de partida tiene que ser siempre la mirada de Dios. Por este motivo, ante esta Jornada, me atrevo a ofrecer seis propuestas que, en gran parte, suponen compromisos ineludibles:
1.- En primer lugar, restablecer la confianza entre nosotros. Creer realmente que socialmente, políticamente y económicamente, la humanidad tiene que trabajar en un proyecto común. No podemos volver a establecer fronteras, separaciones y murallas, cuando precisamente la pandemia nos enseñó que todas ellas eran completamente artificiales.
2.- No podemos olvidar nuestro compromiso de justicia con los países más pobres, especialmente con los del sur global. El trato que Europa dispense a los inmigrantes y a la población de otros continentes, «constituye la piedra de toque para comprobar si sigue siendo cristiana» (Card. Hollerich).
3.- Tenemos que replantearnos el modelo de globalización y de consumo. No solo consumimos demasiado, sino que consumimos productos que vienen de demasiado lejos. Estos son aparentemente más baratos porque ni pagamos de manera justa en origen ni repercutimos los gastos ecológicos del transporte.
4.- Dado que el crecimiento económico en sí mismo resulta incompatible con la conservación de la biodiversidad y, por lo tanto, de nuestro planeta en sí mismo, tendríamos que proponer sustituir el PIB por otros indicadores que incluyan parámetros como por ejemplo el bienestar y el medio ambiente.
5.- Tenemos que incidir más en una sanidad de calidad y en la investigación en cuestiones clave. Conviene elaborar protocolos de actuación para otras posibles pandemias y catástrofes. Hemos ido rompiendo el ciclo natural de la solidaridad generacional. Esta rotura ha comportado, en ocasiones, confinar en geriátricos a nuestra gente mayor, después de haberlos exprimido.
6.- Conviene hacer un llamamiento, principalmente a los jóvenes empresarios, y decirles que, sobre todo, si queremos un futuro sostenible para nuestra sociedad, conviene innovar en empresas ―ya sean de ocio o del mundo de la industria― que velen por un desarrollo sostenible y respetuoso con el territorio.
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