No pensaba escribir sobre este tema. Pero al final me he decidido a hacerlo, debido a la tristeza que me produce (por la falta de respeto), a propósito de un cartel que se mofa de la imagen de la Virgen de los Desamparados. Este cartel de promoción de una discoteca de València, ha utilizado, burdamente y de una manera provocativa, una imagen de la Virgen de los Desamparados para promocionar su negocio. Y en medio de las fallas.

Hace seis años, la organización política catalana, “Endavant Osan”, utilizó difundió otro cartel (con la Virgen de Montserrat y la de los Desamparados, besándose en la boca), para convocar una concentración en València en el día del Orgullo LGTB. Tanto el cartel de hace seis años como éste de ahora, han sido, a mi entender, una manera innecesaria, gratuita y absurda de herir la sensibilidad de muchos valencianos. Y no solo de los valencianos que somos cristianos. Eso sí, lo que pretendía “Endavant Osan” y la discoteca de València, lo han conseguido: salir en la primera página de los medios de comunicación. 

Creo que herir la sensibilidad de los cristianos, como ha pretendido hacer la discoteca de València, en un tema tan querido por nosotros como es la imagen de la Virgen de los Desamparados, es faltar al respeto de miles y miles de creyentes que amamos y veneramos esta imagen tan entrañable de Santa María, la madre de Jesús.

Pero no solo han querido hacer burla de los sentimientos religiosos de los que somos seguidores de Jesús. Sé que hay muchos valencianos que, sin ser creyentes, aman, veneran y respetan la imagen de la Virgen de los Desamparados. Y es que son miles los valencianos (creyentes, pero también no creyentes), que cada 17 y 18 de marzo (y lo hemos visto estos días de fallas), en la ofrenda de flores a la Virgen, se acercan a su imagen, muchos de ellos con lágrimas en los ojos, a quien confían sus sentimientos, sus angustias, las dificultades y el dolor que llevan en su corazón. 

Son también miles y miles los valencianos y valencianas que, durante los dos días de la ofrenda, se esperan horas y horas (y además, este año con lluvia), para llegar a la plaza de la Virgen y ofrecerle sus ramos de flores. O miles y miles de valencianos que aclaman a la Virgen de los Desamparados el día de su fiesta, el segundo domingo de mayo o que a lo largo del año se acercan a su basílica para rezar o para permanecer unos momentos en silencio ante la santa imagen. Por eso me duele que se banalice de esta manera, con una burla fuera de lugar, la imagen de la Virgen, que, como mínimo, es digna de respeto. 

Cuando aún, en pleno siglo XXI, miles de cristianos en Siria, en Iraq o en Egipto sufren persecución por razón de su fe, sin que Occidente (desgraciadamente) se inmute ni haga nada para evitarlo, el cartel de esta discoteca banaliza la imagen de la Virgen, tan amada por los valencianos. Por eso me duele y me entristece que, con todo lo que están sufriendo muchos cristianos, se utilice la Virgen de los Desamparados como reclamo de una discoteca. 

El autor de este cartel, que amparándose en la libertad de expresión defenderá su “obra” ¿sería capaz de mofarse, poniendo la cara de una diputada de las Cortes valencianas en su cartel? ¿O pondría la cara de su madre o de su hija en un cartel parecido? 

Somos muchos los que nos sorprendemos de un mundo “civilizado”, que calla ante los asesinatos de los cristianos. Pero también somos muchos los que nos sorprendemos y nos entristecemos por la utilización de la imagen de la Virgen de los Desamparados, para ridiculizar nuestra fe. Y a pesar que los cristianos no siempre hemos sido suficientemente fieles al Evangelio, no por eso se ha de banalizar y ridiculizar esta imagen tan querida y tan venerada por los valencianos. Por creyentes y por no creyentes.

Y no me sirve de nada que se apele a la libertad de expresión, ya que la ofensa a los sentimientos de las persones (de todas), no justifica la ridiculización de unas creencias o de unos sentimientos. Pedir respeto a la diversidad (a cualquier diversidad), quiere decir también, pedir respeto a los cristianos, a nuestros símbolos y creencias y por supuesto a las imágenes que veneramos.

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