Jóvenes, Iglesia, Frontera (#JIF2015) "Jóvenes y ausencia de interrogantes religiosos"

Durante los días 12, 13 y 14 de febrero, en Zaragoza, están teniendo lugar la segunda edición de las Jornadas JIF "Jóvenes, Iglesia, Frontera" (#JIF2015), promovidas por la JOC, Jesuítas Zaragoza y Centro de Educación Secundaria San Valero (obra diocesana), en colaboración con el Centro Joquín Roncal, Centro Pignatelli y Delegación Diocesana de Pastoral Juvenil.

A través de ponencias, experiencias y talleres, estas jornadas suponen un momento de reflexión sobre la evangelización hoy en medio de los jóvenes, abriendo procesos de encuentro con Jesucristo y de compromiso transformador de las situaciones injustas. Pretenden seguir abriendo caminos hacia los jóvenes y sus realidades, acogiendo y acompañando sus proyectos y trayectorias, dentro y fuera de la Iglesia, estando especialmente atentos a aquellas realidades más precarias social, económica y laboralmente.

Las jornadas se hacen eco de las palabras del Papa Francisco "haced discípulos en las fronteras" y de sus orientaciones en la exhortación Evangeli Gaudium. Una invitación a salir a las periferias. Un paso en el camino hacia una Iglesia en permanente estado de misión.

Ayer, jueves 12 de febrero, tuvo lugar la primera sesión y lo hizo con el aforo completo. 140 personas acudieron al Centro Joaquín Roncal para escuchar la ponencia de Pedro José Gómez Serrano, titulada "Jóvenes y ausencia de interrogantes religiosos". En ella, el ponente provocó la pregunta: ¿qué queremos decir con "jóvenes sin preguntas religiosas"? Y, ¿qué es ser religioso? Y continuaba diciendo que nadie empieza a preguntarse por Dios sino por la vida, y que ésta y su valor debía ser el primer punto de partida en el trabajo con jóvenes y adolescentes.

Ser culturalmente cristiano es diferente a tener creencias, y tener creencias es diferente a participar de actos religiosos... Pedro José se cuestionaba por qué cristiano practicante significa en nuestro tiempo participar de actos religiosos; porque, ¿cuántos cristianos practicantes organizan su vida siguiendo a Jesús, y en función de ello organizan su economía, su trabajo, su familia, su tiempo... como discípulos comprometidos con el Reino de Dios y su justicia? Ser cristiano practicante es, en realidad, quien practica el Evangelio. Y esa tarea es más difícil y exige un grado de responsabilidad y compromiso mucho mayores que únicamente participar de actos litúrgicos.

Reflexionamos también sobre la importancia de no confundir la pregunta espiritual con aquellas dirigidas a la Iglesia. La primera, la verdaderamente importante, es la que conlleva que una persona pueda plantearse a fondo y de verdad la pregunta por la vida, su meta y su sentido, abriendo caminos esenciales: ¿tiene Jesús alguna posibilidad de orientar mi vida? ¿puede ayudarme a vivir mejor?

¿Y el contexto que a los jóvenes les ha tocado vivir? Se ha producido un "cambio abrupto"; por un lado, hemos pasado de que fuera normal hasta no hace mucho ser y decir que una persona es cristiana, a que sea algo anormal y hasta sospechoso. Esto de alguna manera produce una falta de familiaridad con lo religioso. "Pero, ¿de quién es la culpa? No se trata de culpas, si no de que las cosas han cambiado, y a tiempos nuevos, son necesarias pastorales nuevas." En este sentido hay que acoger con enorme gratitud todos los gestos y compromisos que está adoptando el Papa Francisco, convertido en revolucionario por ser, sencillamente, un Papa sencillo y normal, que se hace entender dentro y fuera de la esfera católica.

Otra cuestión hacia las preguntas religiosas en los jóvenes es que pueden darse varias posibilidades: que llamen a Dios, pero éste no les conteste o no sean capaces de ver su respuesta; que no marquen el número o no llamen (no existe sed de Dios); o que no exista cobertura (y a la Iglesia nos falta mucha cobertura... Y a creer no se empieza si no es en contacto con otros creyentes).

Por otro lado, todos hemos vivido, y los jóvenes han crecido en la sociedad del "bienestar" y el consumo, del individualismo y del inmediatismo (del "¡yo, yo! y del ¡ya, ya!"). Donde prima el potenciar, estimular, gratificar, dejando de lado lo verdaderamente importante: ir al manantial y estar bien alimentados. Los países desarrollados tenemos muchas interferencias para la pregunta sobre Dios: hemos ido sustituyendo la calidad por cantidad, dificultando la comunicación interpersonal,... y si no nos encontramos y acercamos a otras personas y otros espacios donde la vida duele y asombra, es difícil ese encuentro.

En definitiva, destacábamos como cuestiones esenciales: por un lado, el manantial (Dios) y la necesidad de tener o despertar esa sed por Él; la importancia del agua (del mensaje de la Iglesia), ¿la que estemos comunicando es fría, transparente, que genera vida... o está enturbiada?; y la fuente (la comunidad cristiana), ¿es accesible... o estéticamente se protege? ¿sana inmediatamente a la gente o es más de "mírame y no me toques"?.

Tras la ponencia tuvimos también un testimonio de un joven de 22 años, Víctor Reloba, explicando al auditorio presente sus razones y argumentos para no creer. Empezaba valorando y agradeciendo a la comunidad cristiana su mirada siempre atenta con los de abajo, los más pobres, y sus valores comunitarios, inspiradores de muchas corrientes de solidaridad y fraternidad.

A la pregunta qué no le gusta o le chirría de la religión y la Iglesia, respondía que "me considero una persona escéptica, racional, por lo que entendiendo esa experiencia creo que tenemos que recurrir a la ciencia para abordar la realidad y poder conocerla. La religión en muchos casos se ha opuesto a los avances científicos y humanos. La institución es el eje de mis críticas. Si el cristianismo surge como un movimiento plural, liberador, desde el Imperio Romano se convirtió en religión oficial y fue instrumentalizada por el poder. La institución religiosa mantiene una organización profundamente jerárquica y no siempre ha empleado su poder pastoral con fines meramente religiosos. También la propia doctrina se ha construido en función de avatares históricos, no sólo de la discusión teológica".

A pesar de ello, señaló algunos desafíos que, desde su punto de vista, cree que tiene la Iglesia en lo que se refiere a su acción con los jóvenes: abrirse a ellos y a la sociedad, incrementando su participación y colaboración con el resto de la sociedad civil, desde el respeto mutuo. Modernizándose en su acercamiento a una juventud que busca respuestas en las redes sociales y la comunicación digital. "La imagen cercana, sincera, humilde del Papa Francisco en mi opinión está teniendo un impacto muy positivo".

Por último, incidió en algunos caminos o ámbitos en los que un joven no creyente como él y la Iglesia nos encontraríamos: "frente al individualismo, la cosificación y la alienación, todos aquellos que entendemos la transformación social y los derechos humanos desde alguna forma de humanismo nos encontraremos en todas las acciones concretas que busquen una sociedad más justa para los hombres y mujeres".

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