El Club de Jubilados Resentidos.

No ganáis para disgustos. La mayoría, qué digo, la inmensa mayoría de los progres, no tenía ni idea de quien era el P. Masiá de la Compañía de Jesús. Cosa por otra parte normal pues en la misma Compañía era contados quienes sabían de tal individuo. La verdad es que ni unos ni otros se perdían nada.

Pero hete aquí que esta ignota lumbrera de la bioética es apartado de su cátedra en la cada vez más irrelevante universidad de Comillas, lo que sobra y basta para que los de siempre lo erijan cual el Galileo contemporáneo y pasen a vendernos que se está persiguiendo a un sabio. ¡Qué digo a un sabio, a un genio!

Pues, crudo lo lleváis. Como el muchachito no sabe estarse callado ni antes del parto ni después del parto, además del alejamiento de la cátedra le ha caído un notable rapapolvo por medio de una insólita nota de la Compañía de Jesús. ¡Vaya bronca!

Y, dada la incontinencia verbal del exprofesor, yo aseguraría que, de seguir así, no tardará en ser exjesuita. Estoy convencido de que la Compañía no perdía nada en ello. Más bien ganaba bastante. Lo que nunca entenderé es como los que ayer no tenían ni idea de quien era ni que hacía este individuo, hoy le tienen por símbolo de esa Iglesia por la que pían a todas horas. Hay que ver lo que hace una censura. Os es igual que valga o no, que sea un zote o de mediana inteligencia, simpático o antipático... Lo único que importa es estar censurado. Esa es la mayor condecoración. La mayor gloria.

Así no vais a hacer nunca una Iglesia. Como mucho, un Club de Jubilados Resentidos.
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