Hay que ver lo que las verdades cabrean a algunos.
Producida la muerte de cualquiera parece que hay algunos mentecatos que creen que ese hecho natural hace bueno al malo, inteligente al necio y Padre de la Iglesia al hereje. Ellos saben que no pero lo dicen a ver si cuela. Pues conmigo no cuela.
El hecho de la muerte no lava la historia de nadie. Y ahora no vamos a decir que Stalin o Hitler fueron buenísimas personas porque se hayan muerto. El cabrón vivo pasará a ser un cabrón muerto pero seguirá siendo un cabrón. Y el hereje, el pederasta, el asesino, el ladrón, el mamarracho...
Hemos tenido últimamente una serie de personajes y personajillos que dedicaron su vida, a partir de cierto momento, a criticar a la Iglesia. O a inventarse una Iglesia, que ellos decían era la buena y la verdadera, en oposición a la Iglesia católica. Con un resultado que para ellos ha sido un absoluto fracaso. Consiguieron alejar a muchos de la Iglesdia pero a ellos no les sigue nadie. Hoy son cuatro ancianos malhumorados que mal digieren su resentimiento. Y mañana serán tres. Y pasado, dos. Entiendo perfectísimamente su cabreo. Porque a nadie le gusta el fracaso. Y éste es especialmente amargo.
Porque un fracaso a los veinte o a los treinta años es susceptible de recomponer. Y cinco o diez años después el ayer fracasado puede ser un triunfador. Estos dinosaurios se están muriendo, sí, muriendo, sin atisbar el menor mañana a lo que han dedicado sus vidas. Sus congregaciones religiosas agonizan, cada vez son menos y más viejos, la Iglesia que soñaron no ilusiona a nadie y la que aborrecieron renace de entre las cenizas de sus incendios.
Ven que van de funeral en funeral y cada vez hay en ellos menos gente. Porque la mayoría ya se han ido. Yo soy sólo el cronista de su inmenso fracaso vital. El Atlético de Madrid ha perdido hoy estrepitosamente con el Osasuna. Pues como para echarle la culpa al periodista que narró el partido.
Como comprenderéis si algún memo le reprocha al que transmitió el encuentro su falta de caridad con el Atlético de Madrid el tachado de poco caritativo se quedará más fresco que una lechuga. No faltó en lo más mínimo a la caridad por decir que los atléticos jugaron un pésimo encuentro. Y que, de seguir así, les espera la segunda división. ¡Pobres madres! ¡Lo que van a sufrir al ver que alguien llama petardos a sus hijos! ¡Criaturitas que van a llorar en el colegio cuando sus compañeros les digan que su papi no tiene ni idea! ¡Si a ese periodista le ponen la camiseta lo haría todavía peor! Pues, más o menos.
Os vais. Ya muchos se han ido. Y no tenéis relevo. Claro que yo también me voy a ir. Aquí no se queda nadie. Pero cuando yo me vaya, antes o después, mi Iglesia, mi Santa Madre Iglesia, seguirá exactamente igual que cuando yo la viví gozosamente. La que vosotros soñásteis no pasará de de ser un sueño que nunca se realizó. Ni se realizará. Yo vivo con gozo y vosotros amargados. Pero vosotros lo escogísteis. Dicen que sarna con gusto no pica. Pero a lo que se ve, mortifica. Vaya si os mortifica.