"La noche no interrumpe tu historia con el hombre, la noche es tiempo de salvación" Noche Buena en la oscuridad
La fe o experiencia cristiana no convierte sin más la oscuridad en luz y el dolor en gozo. Como los demás mortales, los cristianos sufrimos la pena y la imposibilidad de impedir el desastre. Pero seguimos confiando en una Presencia de amor inagotable que nos sostiene cuando los males nos envuelven
A pesar de nuestros quebrantos y reveses en la vida, una y otra vez encontramos dentro de nosotros energía para levantarnos de nuestras cenizas
En una cultura superficial, inmediatista y de consumo, nuestras fiestas de Navidad iban aparcando su significado cristiano y se reducían cada vez más a comidas y festejos con unos y con otros que nos dejaban sin recursos para subir la cuesta de enero. La Noche Buena tenía un cierto aire más familiar pero en muchos casos, no iba más allá de una comida especial y agradable sobremesa cuando no se terminaba en bronca.
Pero este año ha cambiado la situación. Aunque sigamos iluminando las calles y los grandes comercios adornen sus fachadas con deslumbrantes motivos navideños, la oscuridad nos envuelve. La fragilidad y el miedo nos paralizan a todos y en muchos hogares la ausencia y el dolor serán plato silencioso. Y no vale quedar en la acera viendo cómo desfilan otros en el viacrucis. Todos nos sentimos hermanados y un poco hundidos en la fragilidad y el sufrimiento.
La fe o experiencia cristiana no convierte sin más la oscuridad en luz y el dolor en gozo. Como los demás mortales, los cristianos sufrimos la pena y la imposibilidad de impedir el desastre. Pero seguimos confiando en una Presencia de amor inagotable que nos sostiene cuando los males nos envuelven. Una Presencia que habita en todo ser humano, y que los cristianos celebramos en Navidad. Esa fe o confianza es como luz tenue y creciente de la aurora que se abre al nuevo día.
En estas circunstancias conforta escuchar y meditar los versos de San Juan de la Cruz:
"Estando la voluntad,
de divinidad tocada;
no puede quedar pagada
sino con divinidad".
Voluntad de divinidad tocada. Como en otros años los niños han cantado la Lotería; muchos pobres con el décimo compran esperanza. Y es que la voluntad humana está marcada por una huella o anhelo de plenitud. A pesar de nuestros quebrantos y reveses en la vida, una y otra vez encontramos dentro de nosotros energía para levantarnos de nuestras cenizas. Lo expresó muy bien el poeta Luis Rosales:
"De noche iremos, de noche,
sin luna iremos, sin luna;
que para encontrar la fuente,
solo la sed nos alumbra"
Pagada con divinidad. A ese anhelo de plenitud que todos llevamos dentro responde la buena noticia de Navidad: Dios con nosotros. Cuando los pastores pernoctaban solos en la oscuridad de la noche, irrumpió una luz nueva: “Paz para los seres humanos porque son amados de Dios”. Nadie ni nada nos puede arrancar de esa Presencia de amor. En esta noche oscura podemos avivar la confianza que respira un himno litúrgico:
"De noche en un pesebre nacía tu Palabra.
de noche lo anunciaron el ángel y tu estrella.
La noche no interrumpe tu historia con el hombre,
la noche es tiempo de salvación”.