"Jesús nos dice que la felicidad no está ni en dólar ni en el euro" El "ay de vosotros"... no es una amenaza de Dios, sino la compasión de Jesús
"Las bienaventuranzas, al mismo tiempo, no son una normativa moralista-legalista pronunciada en la sinagoga o en el Templo, sino que es una llamada a ser felices en la existencia: dichosos, bienaventurados…"
"Probablemente a gran parte de la gente le interesa vivir contenta inmediatamente sin ser feliz ni bienaventurada"
"Hemos vivido tres o cuatro años a vueltas con la sinodalidad, que por otra parte, está dando poco de sí"
"Hemos vivido tres o cuatro años a vueltas con la sinodalidad, que por otra parte, está dando poco de sí"
01. NOTA PREVIA: LAS BIENAVENTURANZAS EN S MATEO Y EN S LUCAS.
San Mateo sitúa a Jesús proclamando las bienaventuranzas en un monte (que evoca el Sinaí): es el nuevo decálogo. Son las bienaventuranzas proclamadas para cristianos de origen judío que conocen muy bien la ley promulgada en el Sinaí.
San Lucas -por contraposición- dice que Jesús no subió, sino que bajó de la montaña y en una llanura proclama las bienaventuranzas a muchos discípulos y al pueblo.
En San Lucas Jesús baja al pueblo que no puede subir a la montaña de Dios. Es Dios quien se acerca a la gente sencilla por medio de Jesús.
Jesús es un hombre “llano” y en la llanura del pueblo enseña y cura.
Jesús no nos mira arrogantemente de arriba abajo, sino que levantando los ojos a la gente nos mira amablemente y está cerca del pueblo, le enseña y le cura.
Las bienaventuranzas, al mismo tiempo, no son una normativa moralista-legalista pronunciada en la sinagoga o en el Templo, sino que es una llamada a ser felices en la existencia: dichosos, bienaventurados…
O2. DICHOSOS / BIENAVENTURADOS
Es difícil convencernos de que seremos bienaventurados y felices en la pobreza, en el sufrimiento, en la persecución…, pero es verdad.
La primera lectura de hoy, tomada del profeta Jeremías, nos dice: MALDITO el que confía en las fuerzas humanas, BENDITO quien confía en el Señor.
La cuestión de fondo en la vida es en quién o dónde pongo yo la confianza y la esperanza en la vida.
Normalmente solemos confiar y esperar en la fuerza, en el poder, en la actividad política, económica, quizás en las ciencias, en un buen sueldo, etc…
Para Trump -y para otros muchos políticos y economistas- la felicidad consiste en el poder, en la riqueza, en que la franja de Gaza se convierta en un paraíso terrenal tipo Miami o Benidorm…
Jesús nos dice que la felicidad no está ni en dólar ni en el euro. Feliz y bienaventurado es el pobre que apela a Dios como único defensor con la confianza puesta en Él: BENDITO quien confía en el Señor (Jeremías / 1ª lectura)
Nos podemos preguntar en el fondo de nuestra conciencia en quién confiamos en la vida.
03. CONTENTO Y FELICIDAD
Dios quiere la felicidad del ser humano y no meramente que el ser humano “esté contento”. Confundimos continuamente la “felicidad / bienaventuranza” con el “contentamiento”.
La felicidad, la paz son de carácter hondamente humano, espiritual, moral. La felicidad tiene que ver con la plenitud interna. El “contentamiento” viene por el placer y la satisfacción de unos logros inmediatos y de corta duración, por lo que son incapaces de llenar el la vida y el corazón.
Muchos de nosotros hemos hecho en nuestra vida el paso de una sociedad dura y difícil, de gran escasez y necesidad, si no de hambre en aquellos años de la larga posguerra española, a una sociedad del bienestar, de cierto lujo, con un consumismo desenfrenado.
Lógicamente habríamos de ser hoy más felices, más serenos, más pacíficos, más honestos, etc. que en otros tiempos. Pero no parece que las cosas sean así.
La felicidad, el equilibrio en la vida, la esperanza, la justicia, la paz no parecen estar en el poder, ni en el dinero. Medio mundo se muere de hambre, mientras el otro medio nos morimos de colesterol.
Probablemente a gran parte de la gente le interesa vivir contenta inmediatamente sin ser feliz ni bienaventurada.
04. ¡AY DE VOSOTROS! NO SE TRATA DE UNA AMENAZA.
San Lucas nos presenta cuatro bienaventuranzas y cuatro lamentaciones.
Estos “ayes” (lamentaciones) no son amenazas de Jesús: ¡Ay de vosotros los ricos que ahora reís porque un día la pagaréis!
El ¡ay de vosotros! Es la compasión y lástima que Jesús siente ante la gente y el pueblo, ante los enfermos, los que sufren. Por eso dice Jesús: ¿qué pena que confiéis en el dinero, que os gusta que hablen bien de vosotros… porque tal vez estéis contentos pero no llegaréis a ser felices.
Estos “ayes” de Lucas hemos de interpretarlos como cuando unos padres ven que su hijo derrota por caminos no del todo sanos: ¡es una pena! Ni los padres, ni Jesús, van a condenar a su hijo, pero ¡es una pena!
Dios no amenaza: ¡ay de vosotros”, Dios siente compasión: me da pena que no seáis felices.
05. LA RESURRECCIÓN DE JESUCRISTO ES LA CONFIANZA ÚLTIMA DEL CREYENTE.
La confianza última del creyente es la resurrección de JesuCristo y nuestra esperanza de resucitar. Nos lo recordaba hoy San Pablo en la 1ª carta a los corintios. Cristo ha resucitado y esa es la roca de nuestra confianza y felicidad.
Hemos vivido tres o cuatro años a vueltas con la sinodalidad, que por otra parte, está dando poco de sí. Ahora han puesto en el candelero eclesiástico el año del Jubileo: puertas, procesiones, mitras, báculos, viajes, etc.
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