Monseñor Romero y el 1o de Mayo

Masculino y femenino son inclusivos y se usan indistintamente.


El boceto anterior sobre Romero tenía este título: ¿Se convirtió Romero con el asesinato de Rutilio?
Tuvo dos partes: una entrevista que le hizo el periodista Juan Arias en febrero de 1979 sobre su conversión con la muerte de Rutilio; y, segundo, una reflexión sobre las dos conversiones del cristiano.

Hoy voy a dibujar el segundo boceto, con el título indicado. Comenzaremos con la lectura del documento que difundió Monseñor Romero el 1º de mayo de 1979, titulado: Mensaje de Monseñor Romero a los trabajadores. Leeré extractos de ese documento, para no alargarme demasiado. A continuación haré una reflexión sobre ese ese documento, mirando al mundo actual, que es diferente del de Romero.

El texto del año 79 sobre el 1º de mayo dice así. (Lo dejo sin subrayados, porque no es un escrito mío).

El día primero de mayo no es sólo una fecha histórica que conmemora hechos heroicos de los trabajadores. Es además un día de reflexión y búsqueda. Al presentar en este día la figura de San José Obrero, la Iglesia desea manifestar su cercanía con el mundo obrero, ya que Jesús, su fundador, fue conocido como el "hijo del carpintero".

También yo veo muy oportuno dirigirme en este día a los queridos trabajadores de ambos sexos. Como muestran los movimientos huelguísticos ocurridos recientemente, mucho debe decirnos a todos el movimiento obrero de nuestro País, sobre todo la solidaridad intersindical que estas movilizaciones han despertado.

Nos dirigimos a los trabajadores para felicitarles en su día. Es una felicitación que significa preocupación, interés, búsqueda de soluciones, invitación a que en sus relaciones laborales cumplan con sus deberes y urjan sus derechos. El diálogo sincero y honesto, basado en hechos, debe ser siempre la primera instancia. Deseo extender mi felicitación a los miles de mujeres, admirables y abnegadas, esposas y madres de obreros, que han forjado también con su trabajo este país nuestro.
Queremos también manifestarles nuestro apoyo en su derecho a sindicalizarse, que es visto a veces como un peligro y amenaza; en realidad es un derecho natural, autorizado por las leyes de nuestra República, como medio e instrumento de defender los legítimos intereses de los trabajadores.

Deseamos también invitar a los sindicatos a proponer a las autoridades una legislación laboral que defienda imparcialmente los diversos intereses.

Las graves necesidades de ustedes deben ser vistas con sentido cristiano. Los bienes materiales, tan necesarios, no llenan plenamente el corazón del hombre. Solo quedará satisfecho cuando puedan decir con San Agustín: "Hiciste Señor, nuestro corazón para ti e inquieto estará hasta que descanse en ti".

La Iglesia estará siempre al lado de las justas reivindicaciones de los obreros y lo hará desde su propio ser de Iglesia, sin identificarse con movimientos o ideologías ni subordinarse a otros intereses.
A nuestros sacerdotes les recordarnos lo que ha dicho el papa: que "cuiden especialmente a quienes sufren condiciones insanitarias y duras de trabajo, inseguridad de empleo, viviendas y modestos salarios”.
Oramos al Señor, a su Madre y a San José Obrero para que en nuestra Patria vayamos comprendiendo y realizando la importancia del trabajo y los trabajadores.

Este es el extracto. No es un resumen. Por lo tanto, lo que he trascrito es textual. Se trata de un texto redactado con verdad y suavidad.

Veamos ahora los puntos principales del mensaje. Haré, como otras veces, un comentario sencillo, pensando en las trabajadoras y en muchas de las personas que acuden a la Iglesia, porque pueden tener dificultades para la lectura y la comprensión.


Primero, hay felicitaciones y reconocimientos
Felicitaciones expresas a trabajadores, hombres y mujeres. Los llama queridos trabajadores de ambos sexos. Felicita y alaba especialmente a las mujeres trabajadoras y a las esposas de los trabajadores, y dice que han contribuido mucho a forjar este País. Con estas felicitaciones, el documento adquiere un tono cálido de cercanía, comprensión y amor.



Segundo, Romero expone la actitud de la Iglesiaante el día 1º de mayo
Él mismo la explica con estas tres palabras: Cercanía, preocupación e interés. Según Romero, la Iglesia se siente cercana a las obreras y obreros y tiene interés por ellas. Y declara expresamente lo siguiente: La Iglesia estará siempre al lado de las justas reivindicaciones de los obreros y lo hará desde su propio ser de Iglesia.

¿Qué significan las palabras justas reivindicaciones? Significan todo lo que es necesario hoy en día para llevar una vida digna, aunque sea pobre. Ustedes se lo pueden imaginar sin necesidad de explicaciones. ¿Vida digna con una champa de bahareque y de láminas? ¿Viviendo en un cementerio? ¿Sin un trabajo estable? No. Justas reivindicaciones son tener una vivienda digna, aunque sea pobre, tener trabajo estable y no tener la vivienda en un cementerio, sino en un barrio humano.

Otra expresión de la misma frase, que conviene aclarar: que “la Iglesia actuará desde su propio ser de Iglesia”. ¿Qué significa? Que en su postura en favor de las trabajadoras “no se identificará con ningún movimiento o ideología ni se subordinará a otros intereses”. No dice cuáles son esos movimientos e ideologías, pero hemos de entenderlo así: no se subordina a otros intereses distintos de los del evangelio y de las necesidades de las trabajadoras. Así, pues, la Iglesia está al lado de los obreros en sus justas reivindicaciones, pero sin identificación ni subordinación con la derecha o la izquierda, sin intereses de partidos o intereses económicos. Su único interés es la vida de la gente trabajadora y pobre y lo que nos enseña el evangelio.

Y nos queda por comentar una palabra significativa, que también escribió Monseñor en aquel día, dentro de la misma frase: la palabra preocupación. La Iglesia está preocupada por los trabajadores. ¿Qué le preocupa a la Iglesia respecto de las trabadoras? Le preocupan ellas y ellos mismos, su familia, sus hijos, los enfermos que puedan tener, que necesitarían buenos médicos, buenas medicinas, además de la vida digna que veíamos antes. Todos lo sabemos. Usted ¿a qué colegio lleva a sus hijas e hijos? Y con 300 dólares de sueldo, para una familia de dos o tres hijos, ¿tiene usted suficiente para llevarle a un colegio privado? Los que tienen medios los llevan. Los pobres, en cambio, a la escuela pública. Alguno dirá, para defenderse, que la escuela pública está a la altura de los colegios privados. Si es así, ¿por qué la gente pudiente no lleva a sus hijas e hijos a la escuela pública? Brevemente, la Iglesia está preocupada con las trabajadores y trabajadores. Y ya vemos en qué: en las cosas corrientes que requiere una vida digna, aunque sea pobre. Y preocupada con las hijas-os de los trabajadores: que coman bien, para que sus cerebros sean eficaces, y sus salud, fuerte, etc. Que si no se alimentan bien de pequeños, su salud y su aprendizaje se resienten. Nos olvidamos de estas cosillas tan importantes, cuando hablamos de la pobreza.


Tercero, Romero propone tres puntos de insistencia

Búsqueda de soluciones. Únicamente lo menciona. Es una actitud que Monseñor pide a los trabajadores.
Invitación a los obreros a cumplir sus deberes. Como la anterior es también solo una mención, sin especificar.
Invitación además a exigir sus derechos de forma intensa, como sugiere la palabra urgir. De nuevo se trata de una simple mención, que tendrá después algunas concreciones. Pensemos en la palabra urgir.

La referencia a los deberes y derechos merece un comentario. Ambos, deberes y derechos, han de aplicarse a los trabajadores y a los empresarios. Los trabajadores han de asumir sus obligaciones y realizarlas. No se trata de virtud, sino de contratos firmados. Si los trabajadores no cumplen sus obligaciones, pierden autoridad para exigirlas a los dueños de las empresas. Lo mismo cabe decir de los derechos. Es preciso exigirlos. Cualquier país tiene legislaciones aceptables e incluso buenas. Pero hay cosas que solo se consiguen por la fuerza de la presión. ¿Hará falta decir que el binomio debe-derechos afecta de lleno a los empresarios y a todas las que tienen gente a sus órdenes? Las malas condiciones de trabajo, el maltrato, el insulto, el sueldo bajo según la vida real y no solo según la ley, son malas prácticas de los dueños, que además de dañar a los trabajadores, tienen como consecuencia un menor rendimiento. Acentuar lo bueno hace progresar a la empresa y al País. Tratar bien al trabajador –no solo en las formas, sino también en los contenidos- no trae desventajas para el empresario, sino ventajas; y ventajas también para el País.


Cuarto, Monseñor señala además tres vías de acción

1°El diálogo, como método de acción. Diálogo sincero y honesto, basado en hechos, debe ser la primera instancia, el primer paso en las acciones.

No deja de ser llamativo que Monseñor lo pidiera hace 30 años y más. Desgraciadamente, todavía hoy predomina la confrontación, que debe ser el segundo o tercer paso a las tensiones y conflictos. Por parte de unos con insultos, pintadas y destrozos; por parte de otros con amenazas, expulsiones y castigos. Y por ambos lados, con lenguaje agresivo. Estas formas de proceder no apoyan el crecimiento ni el bienestar. Por ello, lo que predomina e impera prácticamente es la ley del más fuerte. Y esta ley nunca favorece a las trabajadoras, sobre todo a medio y largo plazo. No se equivoquen las trabajadoras que empiezan con la confrontación ni los dirigentes que empiezan con amenazas.

2°El sindicato, como vía fecunda para las relaciones correctas. Es el punto central de la Declaración de Mons. Romero. Reconoce que hay quienes los ven como un peligro y una amenaza. Y responde que el sindicato es un derecho, derecho natural, autorizado por las leyes de la República, como medio e instrumento de defender los legítimos intereses de los trabajadores.

El desprestigio que ha caído sobre el sindicato como una lluvia envenenada es la consecuencia de una propaganda sistemática y constante de descrédito. Y ha calado en toda la población. Pero han influido también las malas prácticas de los mismos trabajadores.

Es hora de superar esta situación de guerra larvada, que se resuelve falsamente con la prohibición de los sindicatos en la mayoría de las empresas privadas. Hace falta una gran purificación de la mente y el corazón de unos y otros, y de toda la población en general.

La finalidad que asigna Monseñor a los sindicatos es la de “defender los legítimos intereses de las trabajadores”. Está bien esa finalidad. Pero hace falta añadir algo. Es necesario decir en voz alta que los sindicatos son fuente de progreso y de moderación en todos los países desarrollados. Para ello hace falta la purificación continua de las dos partes opuestas, para adquirir espíritu de colaboración y no de enemistad. Las realidades humanas y sociales solo funcionan bien cuando tenemos actitud de colaboración antes que de confrontación. Además los hechos muestran que los sindicatos fuertes se vuelven dialogantes y moderados, aunque hemos de reconocer que las crisis de los últimos años han encrespado incluso a sindicatos serios. En estos momentos, la indefensión en que se encuentran los trabajadores es total. Y el abandono por parte de la Iglesia de la vertiente social de la misión encomendada por Cristo, es también total.

Los procesos sindicales tienen mucho de parecido con los de la vida política. El partido de la oposición no es una formación de acoso, derribo y enterramiento del contrario, como se ha hecho, por ejemplo, con Obama, sino que su cometido es la colaboración crítica. Lo mismo debe decirse de los sindicatos; y así ha sido en momentos históricos importantes. Convendría estudiar, con datos imparciales de los historiadores, si la causa del enfrentamiento destructor está en el mal hacer de los trabajadores o en la corrupción oculta de algunos empresarios, que compran a los líderes sindicales para destruir los sindicatos. Además ¿no es cierto que en más de una empresa, el ajuste de personal conlleva el despido de los líderes sindicales y el consiguiente desmoronamiento de sus sindicatos? Las palabras de Monseñor nos obligan a todas las personas a un cambio integral, de actitud, de palabra y de obra.

3°Una invitación positiva viene a continuación de las palabras sobre el sindicato. Monseñor invita a que los sindicatos propongan a las autoridades una legislación laboral que defienda imparcialmente los diversos intereses. Es una invitación equilibrada, propuesta en la línea del diálogo. Si está roto, la invitación no prospera. Una razón más para la apertura de ambas partes. ¿La aceptarán las dos?

4o un recordatorio a los presbíteroscierra las apuestas de la declaración

Se trata de una recomendación que había hecho anteriormente el papa Juan Pablo II: "cuiden especialmente a quienes sufren condiciones duras de trabajo, contrarias a la sanidad; a quienes sufren inseguridad de empleo y de vivienda, y a quienes tienen salarios modestos”.
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Para aquella fecha –mayo del 79- Romero había avanzado, estaba en la línea de la opción por los pobres y había sufrido persecución. Pero al dar estas recomendaciones, no se deja llevar por sus sufrimientos. No aparece en ellas nada vengativo ni confrontativo. Ni siquiera menciona expresamente el cambio social. Pero el conjunto de la Declaración nos dice algo importante: cuidemos a la gente débil, a las empobrecidas, a las que pasan mayores dificultades. Un consejo muy evangélico.

La declaración termina con estas palabras: “Oramos al Señor, a su Madre y a San José Obrero para que en nuestra Patria vayamos comprendiendo y realizando la importancia del trabajo y de los trabajadores”. Que Dios le oiga y que le oigamos también nosotros.

Patxi Loidi, Pbro.
francisco.loidi@gmail.com
Domingo, 17 de junio de 2018
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