Exitosa presentación del libro de Paul Knitter, "Sin Buda no podría ser cristiano" (Fragmenta) Pablo D'Ors: "Buda no es un competidor, sino un amigo"
(Jesús Bastante).- "Así que soy un cristiano budista, pero también un budista cristiano (...). Jesús me ofrece la encarnación más convincente y transformadora de cómo vivir en el panorama general nos llama a hacer la paz dentro de este mundo. Tener a uno sin el otro es no tener a ninguno de los dos". Así concluye "Sin Buda no podría ser cristiano" (Fragmenta), la confesión de Paul F. Knitter, que ayer fuer presentado con Meta Librería.
Con dos presentadores de excepción: de un lado, el sacerdote y consejero del Pontificio Consejo de Cultura del Vaticano, Pablo D'Ors. Del otro, el teólogo Juan José Tamayo. Ambos, respondiendo a la pregunta que da título al libro, y que va más allá de ciertas acusaciones de sincretismo o de falsa religiosidad. ¿Se puede ser cristiano y practicar el budismo? ¿Se puede entender la religiosidad sin los férreos corsés de cada religión estructurada? Más allá de la "moda" budista en Occidente, ¿Buda y Jesús son compatibles?
Pablo D'Ors tiene clara la respuesta: "No sólo no veo ninguna contradicción esencial entre el cristianismo y el budismo, sino una profunda afinidad. Budistas y cristianos somos hermanos". Para el maestro de la meditación cristiana, "en realidad, budistas y cristianos somos hermanos de todo el mundo, si es que queremos ser buenos budistas y buenos cristianos".
El problema no es, por tanto, de las percepciones religiosas, sino de las estructuras. Pero, hoy, "el budismo se ajusta a nuestra sensibilidad y lenguaje contemporáneos incomparablemente mejor que el cristianismo", añade D'Ors. "No es sólo que la Iglesia institucional lo haya hecho muy mal, es que el budismo lo ha hecho bien, al menos en Occidente, empalmando su oferta de sentido con la imperiosa necesidad de quieens vivimos en los albores de este nuevo milenio (...). Que el cristianismo tenga cosas que aprender del budismo, como el budismo del cristianismo, me parece muy bonito y necesario".
Y es que, como afirma el autor del libro, y resalta D'Ors, "el cristianismo necesita ser reformulado, y que esa reformulación no es, ni mucho menos, una traición al depósito de la fe, sino precisamente el modo -probablemente el único- de ser fiel al mismo". "Perder al destinatario es tanto como perder el mensaje", recalcó el sacerdote, quien quiso dejar claro que "Buda no es un competidor, sino un amigo".
"Este libro que hoy presentamos es un hermoso puente, el que va del cristianismo al budismo, y viceversa -concluyó Pablo D'Ors-. Los puentes están para atravesarlos. Para hacer, siempre que uno quiera, el camino de ida y el de vuelta. A mí me gusta atravesar ese puente, os lo confieso. Enriquece mi fe y mis lazos de fraternidad con quienes son distintos a mí".
Por su parte, Juan José Tamayo, uno de los teólogos que mejor conoce a Paul Knitter, definió al estadounidense como "un pionero" de una de las corrientes teológicas más creativas del siglo XX, la teología de las religiones, y que "pronto llegó a la convicción de que tenía que ser religioso interreligiosamente, practicar la fe cristiana comprometido con las formas en que han vivido personas judías, musulmanas, hindúes, budistas, indios americanos, etc. y hacer teología dialógicamente".
Para Tamayo, Knitter "se toma muy en serio los tres hechos mayores de nuestro tiempo: la pluralidad religiosa, la pobreza creciente y el deterioro de la tierra, que se convierten en los principales desafíos para la nueva teología..Y es a las preguntas que emanan de tales hechos a las que pretende responder teológicamente Knitter".
"Su metodología es el diálogo. Sólo así pueden descubrirse los elementos liberadores comunes de las distintas tradiciones religiosas, pero también sus diferencias, sin caer en fáciles irenismos o forzadas unanimidades" recalcó el teólogo español.
"Una de las principales y más originales características de la teología de las religiones de Paul Knitter es el reconocimiento de la dipolaridad dinámica: existen muchos pobres y muchas religiones. Esto implica asumir los dos polos de la realidad: el diálogo interreligioso y la perspectiva de las víctimas; la pluralidad de religiones y creencias y la pluralidad de pobres y oprimidos; el respeto hacia el "Otro religioso" y la compasión con el "Otro sufriente"; la diversidad religiosa y la responsabilidad global; la vivencia mística de la fe y las demandas proféticas; la trascendencia y la finitud; lo cósmico y lo metacósmico; el cultivo de la sabiduría y la práctica del amor; la necesidad de la interculturalidad y la urgencia de la liberación; la armonía y la diferencia. Knitter mantiene ambos polos en tensión dialéctica y mutuamente fecundante. La respuesta a las interpelaciones que proceden de ellos debe darse unitariamente", proclamó Tamayo, quien abundó en la necesidad del encuentro entre la teología de la liberación y la de las religiones que, "sin duda, son dos de los movimientos más creativos y significativos de la teología cristiana del último siglo".
Y es que "el compromiso por la liberación no puede separarse del diálogo entre las religiones, como tampoco este puede ser significativo sin el trabajo por la liberación".
"Knitter llega a hablar de la necesidad de un matrimonio entre las teologías de la liberación y las teologías del diálogo interreligioso, un matrimonio no de conveniencia, sino por amor, con una tarea común: la responsabilidad global ante el sufrimiento eco-humano: el sufrimiento humano provocado por la pobreza, la discriminación y a violencia, y el sufrimiento medioambiental, que amenaza el equilibrio de los ecosistemas", aclaró Tamayo, quien abundó en la idea del autor de libro de que "no existe una identidad pura, única y definida para siempre".
Knitter se define como "una persona que intenta ser verdadero discípulo de Cristo e incipiente discípulo de Buda en un mundo sacudido por el sufrimiento y las injusticias, y atormentado por los constantes descubrimientos de la ciencia". Para Tamayo, esta doble pertenencia plantea tres preguntas: "si existe, si funciona y si no lleva a la infidelidad y a la promiscuidad. A las dos primeras responde afirmativamente. Su respuesta a la tercera es negativa: vivencialmente no siente que su relación con Buda haya disminuido en modo alguno su compromiso con Jesús, con los valores del evangelio e incluso con las enseñanzas de la Iglesia católica. Todo lo contrario, la ha potenciado. La doble pertenencia no solo debe funcionar, ¡es necesaria!".
Uno de los grandes problemas del diálogo entre Budismo y Cristianismo está en la afirmación de Jesús como Hijo de Dios. "Knitter le da el significado de El Despierto, el Iluminado", recalcó Tamayo, recordando a Karl Rahner. "Todos los seres humanos somos finitos, pero capaces del Infinito", por lo que "decir que Jesús es verdaderamente divino es otra forma de afirmar que es plenamente ser humano".
Respecto de la resurrección, "Knitter recurre a la teología paulina, que habla del cuerpo espiritual de Cristo y no del cuerpo físico. En Pablo, el Cristo resucitado y el Espíritu de Cristo suelen ser sinónimos, de forma que puede decirse que el cuerpo resucitado de Cristo es el Espíritu de Cristo. Y la convicción de los discípulos de Jesús era que el Espíritu de Cristo estaba realmente vivo en ellos", concluyó Tamayo.