El cardenal de Madrid prologa '¿Ha fracasado la nueva evangelización?' de Manuel Mª Bru (San Pablo) José Cobo: "Un Dios que invita a mirar el futuro con confianza, sin hacer mucho caso a los profetas de calamidades que nos quieren robar la Esperanza"
"Ser intrépidos y valientes nos aboca a afrontar a la cara cuestiones que, la verdad, no tienen fácil respuesta o, más bien, se trata de cuestiones que tienen múltiples posibles respuestas, pues todo depende de quién las formule y desde dónde se hagan sonar"
"De ahí la necesidad de buscar nuevos caminos y de compartirlos para tratar de hacer luz allí donde se descubren tinieblas; de sembrar reconciliación y paz donde otros buscan alimentar el enfrentamiento y la división; de ofrecer criterio donde otros tan solo pretenden crear confusión"
"Leer las páginas de este libro ayudará a reconocer esa obra maestra que Dios, por medio de su Espíritu, realiza en lo secreto de la historia, y que se revela, «no a los sabios y entendidos de este mundo, sino a los más pequeños y a los últimos». Esa interrogación es la que provoca nuestras respuestas"
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"Leer las páginas de este libro ayudará a reconocer esa obra maestra que Dios, por medio de su Espíritu, realiza en lo secreto de la historia, y que se revela, «no a los sabios y entendidos de este mundo, sino a los más pequeños y a los últimos». Esa interrogación es la que provoca nuestras respuestas"
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| José Cobo cardenal arzobispo de Madrid
Manuel María Bru, sacerdote de nuestra archidiócesis deMadrid, nos brinda un nuevo trabajo: el libro que tienes entre tus manos. Es un trabajo realmente necesario, interpelador y hondo. Dicen que una pregunta interpela y ahonda más que muchas razones.
Este libro ciertamente nos coloca ante el atrevimiento de ponernos ante muchas preguntas que aparecen cuando nos tomamos en serio el reto de anunciar el Evangelio, tarea vertebradora de nuestra Iglesia. Ser intrépidos y valientes nos aboca a afrontar a la cara cuestiones que, la verdad, no tienen fácil respuesta o, más bien, se trata de cuestiones que tienen múltiples posibles respuestas, pues todo depende de quién las formule y desde dónde se hagan sonar.
En este caso, diríamos que ciertamente la perspectiva es fundamental, y el acercarse a ellas un apasionado ejercicio discipular de Evangelio. Manuel, con valentía, nos ofrece la suya y nos da la oportunidad de seguir ahondando. De hecho, lo que se pone de manifiesto en este libro es que su autor ha dedicado mucho tiempo y trabajo para ofrecernos las pistas fundamentales desde su experiencia como catequista. Y lo más hondo de su esfuerzo, a mi modo de entender, es que sus respuestas no pretenden cerrar cada una de las cuestiones; más bien pretenden abrir un diálogo franco y sincero, de manera que, entre todos, sigamos pensando y buscando la Verdad, que siempre es mayor que lo que uno es capaz de decir y expresar.
Manuel ha tenido el ánimo de plantearnos las preguntas y de ofrecernos, valientemente, caminos de respuesta. Se trata de lanzarnos a la evangelización con convicciones nuevas para tiempos nuevos desde la arquitectura de una seria reflexión y un contrastado estudio. Basta con mirar el abundante aparato crítico y las muchas obras que son citadas, de tantos autores y de tan diferente pelaje y procedencia.
Pero, leyendo el libro, también es fácil comprobar que se afronta la evangelización desde la centralidad de la Palabra. Las claves que nos ofrece Manuel nacen de su lectura y meditación de la Palabra. En estas páginas vemos emerger la espiritualidad de quien escribe, el corazón que late y que muestra las preocupaciones que le inquietan. De ahí la necesidad de buscar nuevos caminos y de compartirlos para tratar de hacer luz allí donde se descubren tinieblas; de sembrar reconciliación y paz donde otros buscan alimentar el enfrentamiento y la división; de ofrecer criterio donde otros tan solo pretenden crear confusión.
Entre estas líneas me encuentro con Manuel, con sus búsquedas y la de tantos otros que con él se atreven a dejarse interrogar. Pues las cuestiones que plantea no son problemas teóricos ni meramente especulativos. Sino que nacen de los problemas que afectan a quienes están a pie de evangelización, día a día, en los diferentes campos de la acción pastoral que tanto conoce. Son los problemas que tienen sus alumnos periodistas, o los futuros teólogos que se quieren especializar en la teología de la evangelización, de la misión y de la pastoral. Son los sacerdotes de Madrid, y de tantos lugares con los que comparte su ministerio, y con los que dialoga continuamente. Son los catequistas de la archidiócesis, a quienes trata de acompañar, de animar, de fortalecer y ayudar, pero también a los que escucha con corazón de padre y de hermano. En definitiva, es tanta gente con la que sabe compartir vida, muchos diálogos y conversaciones que le permiten macerar sus ideas, formular y reformular sus inquietudes.
Son los sacerdotes de Madrid, y de tantos lugares con los que comparte su ministerio, y con los que dialoga continuamente. Son los catequistas de la archidiócesis, a quienes trata de acompañar, de animar, de fortalecer y ayudar, pero también a los que escucha con corazón de padre y de hermano. En definitiva, es tanta gente con la que sabe compartir vida, muchos diálogos y conversaciones que le permiten macerar sus ideas, formular y reformular sus inquietudes
Por último, te diría, querido lector, que lo que vas a encontrar en estas páginas son respuestas nacidas del corazón de un creyente.
Alguien que vive la realidad como el lugar donde Dios continuamente habla a su pueblo y donde realiza elocuentes signos de su presencia. Es decir, vas a encontrarte con las respuestas de alguien que está convencido de que nuestro Dios, como dijo Jesús, «es un Dios de vivos, no de muertos». Por lo tanto, no es un Dios que esté anclado en el pasado, por muy glorioso que haya sido, sino que es un Dios del presente, aunque no acabemos de entenderlo del todo y a veces sea hasta piedra de escándalo cuando tratamos de ver cómo habita nuestro tiempo. Un Dios que invita a mirar el futuro con confianza, sin hacer mucho caso a los profetas de calamidades que nos quieren robar la Esperanza.
Por eso, en este libro te vas a encontrar con Manuel, el hombre de Iglesia que sabe leer el magisterio de los diferentes papas con la inteligencia que da el Espíritu «a los pobres y a los sencillos». Y, guiado por esa luz del Espíritu, sabe descubrir en las enseñanzas pontificias, por un lado, la singularidad que el mismo Espíritu ha suscitado en cada uno de los sucesores de Pedro que, ciertamente, son únicos e irrepetibles; y, por otro, sabe descubrir la continuidad y la comunión que el mismo Espíritu crea y garantiza.
Es todo un camino de propuestas y de sugerencias. Leer las páginas de este libro ayudará a reconocer esa obra maestra que Dios, por medio de su Espíritu, realiza en lo secreto de la historia, y que se revela, «no a los sabios y entendidos de este mundo, sino a los más pequeños y a los últimos». Esa interrogación es la que provoca nuestras respuestas.
Que esta lectura nos ayude a reflexionar sobre las respuestas que cada uno y juntos tenemos el reto de dar y de transitar con urgencia. Con la convicción de que la actividad que engloba a toda nuestra Iglesia es la evangelización, que mana de su mandato misionero. El concilio Vaticano II, en el número 17 de la constitución dogmática Lumen gentium, nos dejaba el subrayado de la naturaleza misionera de la Iglesia. Todo en su ser y en su actuar se orienta a la evangelización.
Este pilar sostiene también el decreto sobre la actividad misionera de la Iglesia, Ad gentes divinitus, del mismo Concilio. Siguiendo esta fuente, san Pablo VI insistía en la evangelización como la actividad englobante de la Iglesia. En la exhortación apostólica Evangelii nuntiandi muestra cómo la finalidad de la Iglesia es llevar a cabo la tarea de la evangelización; es decir, el anuncio de la buena noticia de la resurrección de Cristo a todo el mundo, proclamando «el nombre, la doctrina, la vida, las promesas, el Reino, el misterio de Jesús de Nazaret Hijo de Dios» (n. 22). Es por eso que, en este trabajo, se presenta la nervatura de la evangelización, las consecuencias del alcance de sus concreciones y los interrogantes del futuro que ya comienza de forma novedosa.
Agradezco que para ello podamos contar con estos argumentos y reflexiones que seguro nos ayudan a tomar postura ante el reto que este tiempo nos plantea, a madurar el propio pensamiento, de modo que quien se acerque a estas páginas pueda ser un interviniente activo en este diálogo que es el camino de la fe. Un camino que, por la voluntad amorosa de Dios, hemos de recorrer juntos aun siendo muy diferentes. Espero que lo disfrutes y te unas a este camino que retoma el entusiasmo evangelizador y nos hace discípulos misioneros.
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