El sacerdote y teólogo dará unas charlas para comunidades de religiosos y religiosas sobre su libro Entre el Tabor y el Calvario: una espiritualidad "con carne", webinar con Jesús Martínez Gordo
Los días 18-19 de mayo, de 18 a 19 horas, Jesús Martínez Gordo, sacerdote diocesano de Bilbao y catedrático emérito en la Facultad de Teología del Norte de España (Vitoria), dará unas charlas para comunidades de religiosos y religiosas sobre su libro Entre el Tabor y el calvario: una espiritualidad «con carne» (Ediciones HOAC, 2021)
Organizan CONFER Euskadi y Euskadiko Erlijiosoen Erakundea
Juan Mª Uriarte Goiricelaya, obispo emérito de San Sebastián y prologuista: "He aprendido mucho con este libro. Lo admiro por alguna de sus cualidades"
Inscripción gratuita en el Instituto de Vida Religiosa de Euskal Herria. Más información en el teléfono: 945 216 410 o en el correo: invire13@gmail.com
Juan Mª Uriarte Goiricelaya, obispo emérito de San Sebastián y prologuista: "He aprendido mucho con este libro. Lo admiro por alguna de sus cualidades"
Inscripción gratuita en el Instituto de Vida Religiosa de Euskal Herria. Más información en el teléfono: 945 216 410 o en el correo: invire13@gmail.com
| HOAC
Del Prólogo de Juan Mª Uriarte Goiricelaya, obispo emérito de San Sebastián, extraemos algunos de sus comentarios:
«He aprendido mucho con este libro. Lo admiro por alguna de sus cualidades:
En primer lugar, contiene una “teología en movimiento”. Quiero decir: en vez de exponer únicamente el resultado final de su reflexión, nos va ofreciendo los pasos que en su itinerario le han ido conduciendo –a lo largo de años–, a este resultado, las lecciones que ha ido aprendiendo, las percepciones que ha ido corrigiendo y perfilando. No es una teología estática, sino dinámica.
No se ha ahorrado la autocrítica de las desviaciones y peligros en que el cristianismo ha incurrido e incurre a veces, al remarcar en exceso una de “las tres grandes montañas” o al rechazar de raíz movimientos incompletos o desviados, pero no del todo carentes de verdad. El discernimiento crítico que hace de ellos no deja de reconocer algunos avisos saludables que de ellos hemos de recoger.
Me parece digno de elogio el que la altura de su reflexión teológica no le haya dispensado de bajar a la llanura de lo concreto y extraer lecciones precisas para nuestro pensar, sentir y actuar diarios. Ha validado el criterio de que “nada hay más práctico que una buena teoría”.
No por el hecho de que sea un criterio conocido, he dejado de estimar su reflexión sobre la relación entre experiencia religiosa y reflexión teológica. Ambas se necesitan mutuamente con necesidad de medio. Sus observaciones me han recordado la sentencia de Kant: “El concepto sin la intuición es vacío; la intuición sin el concepto es ciega”. El autor se rebela contra la exclusión de la reflexión teológica en aras de la “sola experiencia”, así como descalifica a una teología que no este impregnada e inspirada por la experiencia de Dios.
Ha sabido distinguir entre los diferentes movimientos esencialmente deficitarios y aquellas otras formulaciones que, subrayando algunos puntos especiales, no descartan, sino cultivan en una medida aceptable, los demás puntos irreemplazables. Esta posición le conduce a reconocer como legítimas, espiritualidades y teologías diferentes pero complementarias. No soy un experto en teología. Pero no me parece muy común, entre los teólogos que conozco, una incursión de tanta amplitud y agudeza en la teología y espiritualidad del oriente cristiano. En ella reconoce, como en la genuina teología y espiritualidad occidental, una manera legítima de formular y vivir la fe cristiana al practicar, por la acción del Espíritu, la contemplación y la compasión, el gozo y el sufrir, “la caricia y el aguijón”.
Creo que su obra denota un teólogo que, maduro ya en el presente, tiene aún por delante mucho futuro».
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